sábado. 20.04.2024
taliban

Manuel Chaves Nogales, en una de sus mejores crónicas biográficas de terceros y peculiares personajes, descubrió en París a un español sobre el que no pudo resistirse a describir sus peripecias rusas en el periodo 1917-1926, desde la Rusia Zarista hasta el triunfo bolchevique. Bajo el título “El maestro Juan Martínez que estaba allí”, refleja magistral y descarnadamente los sufrimientos de una pareja de bailarines españoles que vivieron esa época. Ello le permitió contextualizar la guerra civil entre rusos zaristas blancos y rusos soviéticos rojos, a partir de las peripecias de un testigo directo de los acontecimientos, cuyas palabras sentenciaban lo que a su juicio permitió el triunfo de los bolcheviques.

“La desmoralización del ejército blanco es lo que puso a mucha gente al lado de los rojos. ¿Por qué creyera que los rojos eran mejores que los blancos, menos sanguinarios y tiránicos? No; no había que hacerse ilusiones. Sencillamente porque los rojos pasaban hambre al mismo tiempo que la población civil y los blancos no” Para más adelante concluir: “Los rojos eran unos asesinos que pasaban hambre y los blancos unos asesinos ahítos. Se estableció, pues, una solidaridad de hambrientos entre la población civil y los guardias rojos. Unidos por el hambre, arremetieron bolcheviques y no bolcheviques contra el ejército blanco, que tenía pan. Y así triunfo el bolchevismo. El que diga otra cosa miente; o no estuvo allí, o no se enteró de cómo iba la vida“. Esto último suele pasar con frecuencia entre los estudiantes amateurs y tambien los especialistas profesionales de la geopolítica. En todo caso es un testimonio que nos permitiría trasladarnos a alguna que otra interpretación actual, sin metáforas gastronómicas, sobre lo que acaece en Afganistán.

Tal vez interesaría que los líderes mediático-deportivos, que han planteado frentes importantes contra el racismo, ampliaran sus marcos de reivindicación de derechos elementales a estos otros aspectos con respecto a la dignidad humana

Porque todo indica, a través de datos fiables que van llegando, que una buena parte de los afganos consideran a los talibanes como gentes austeras y honradas aunque no comparten sus radicales planteamientos. (Ojo al dato para otros comportamientos en el ruedo ibérico). Y que también saben, o intuyen, u opinan, que los dirigentes afganos apoyados y auspiciados por USA y sus aliados distan más que muchísimo de eso. Se sabe, hasta donde se conoce, que el presidente depuesto dispone como mínimo de un “fondo de maniobra” de 160 millones de euros. Debe ser para paliar los posibles “avatares” de su exilio a título individual. Y que la corrupción de muchos de esos corruptos afganos pro-occidentales ha sido una causa principal del desafecto de la población y del acceso talibán al poder. De manera que empiezan a encajar otras piezas de este poliedro para entender su partitura, como en las complejas variaciones Goldberg de Bach.

Otro factor puede tener que ver con los presupuestos atlánticos de defensa. Los dineros suelen estar en todas las decisiones y en esto como en todo habrá que estar a rolex o a setas. Que algunos no acaban de aprender ni siquiera del catecismo marxista. Por aquello de las estructuras económicas como base primaria de interpretación del papel de sus subsidiarias superestructuras políticas y, cómo no, militares. Si se le exige a USA mayor participación en le presupuesto OTAN (al igual que en la UNESCO, FAO o decisiones contra el cambio climático). Si se le exige además intervención como gendarme mundial, ora de las democracias, ora del equilibrio geopolítico occidental. Todo eso (como siempre) se traduce en prioridades presupuestarias y participación europea. Que no todo se simplifica a cuadrar balances geopolíticos de saldo mediático fácil con los beneficios del litio y los metales raros. Respuestas simples a problemas complejos es no entender la mayor de las veces ni el problema ni su solución. Como en las palabras de Juan Domínguez “Hay quien no se entera de que va la vida

El tercer elemento nos devuelve al deporte. No voy a insistir en el problema de las mujeres por su obviedad y tampoco en el blanqueamiento que una mirada monocular a Afganistán plantea con respecto a las mujeres de Qatar, sin ir más lejos. Porque, cambiando el tercio, conviene recordar (para los que lo olvidan por deporte frente a los que lo eluden por intereses) que el mundial de futbol de 2022 se celebra precisamente en Qatar ¡Vaya, que coincidencia! Y que desde el 2015 los denostados sindicatos a nivel internacional (aquellos del género humano del viejo himno proletario) vienen denunciando las condiciones de semiesclavitud en que se “construyen” las instalaciones del evento. Miles de indonesios, filipinos y habitantes de otras naciones menos afortunadas por el petróleo o el poder financiero, son “importados” para aportar mano de obra, sin contrato bajo un sistema que se denomina “Kafala”. Procedimiento por el cual se les retiran los pasaportes y todos su derechos inalienables a fin de garantizar su “fidelización” a la consecución de las obras. Las condiciones extremas de producción, los accidentes laborales, la mortalidad subyacente y otras muchas formas de sobrexplotación primitiva, presentan un espantoso panorama mucho más allá del de la represión por condición de género. Que también y por añadidura.

Tal vez interesaría que los líderes mediático-deportivos, que han planteado frentes importantes contra el racismo, ampliaran sus marcos de reivindicación de derechos elementales a estos otros aspectos con respecto a la dignidad humana. No pocos de ellos proceden de ese mundo de extrema necesidad y marginación. Sería de interés una mirada retrospectiva a su propio pasado, que es el presente de millones de sus compatriotas a nivel mundial. Y tal vez con ello incrementarían su propio prestigio, sin tatuajes ocasionales, en el plano de la ética y no en el del bioespacio digital. Mucho más allá  de los centenares de millones de “me gusta” o seguidores insobornables de sus chorradas cotidianas. Y, de paso, los miles de millones que se fascinan con ellas podrían ver más acá de los números de sus camisetas, no compartiendo activamente estas salvajadas de expoliación, a mayor gloria del merchandising y del interés de los jerarcas de la FIFA. De paso el qatarí presidente del PSG podría cerrar su boca cuando pretende opinar sobre ética en los negocios deportivos. O deberían cerrársela. Pero es difícil cuando los que deben cumplir esa misión puede que estén a su sueldo o soldadesca.

Estos elementos de reflexión me los sugiere Cándido Méndez,  tras una digestión (al parecer benéfica) de mis recientes elucubraciones gazpacheras y veraniegas sobre el tema. Y me ha movido a desarrollarlos aquí. De manera que bueno es abrir nuestros esfuerzos desde la general perspectiva, sin perder ni uno solo de los frentes, en el eterno combate por los derechos humanos y los derechos políticos, económicos y sociales de toda la humanidad, sea cual sea la condición o género de cada persona. Pero sin que un solo árbol nos evite contemplar el bosque de derechos universales que se tala y se desertiza cada día. Porque sí… El género humano, todo él, es la internacional. Aún.

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