jueves. 25.04.2024
chamartín

La actuación urbanística que se conoce como Operación Chamartín es seguramente, por su envergadura, la más ambiciosa de las intervenciones que hasta ahora han sido planteadas en la ciudad de Madrid y, al tiempo, por sus efectos, la que de consumarse puede llegar a tener un mayor  impacto y trascendencia, y no precisamente en positivo.

Aprobado recientemente su planeamiento urbanístico bajo la nueva denominación “Madrid Nuevo Norte”, la incesante oposición ciudadana a tal Operación se ha encauzado ahora por la via judicial, con ánimo de recibir amparo de la correspondiente autoridad, poniendo para ello de relieve el grave apartamiento de la legalidad en el que incurre dicho planeamiento.

Resulta especialmente lamentable el cinismo con que la misma se ha intentado y se sigue tratando de presentar como un ejemplo de modernidad y de urbanismo sostenible de cara al futuro. Nada más lejos de la realidad. El texto que viene a continuación muestra que otro camino sigue siendo posible


Tras la aprobación administrativa del Plan Madrid Nuevo Norte (MNN) sobre el que reposa la ya envejecida Operación Chamartín, ¿todo está consumado?; ¿ya no hay nada que hacer?; o en términos más castizos, ¿está ya todo el ‘pescao’ vendido?.

Una machacona publicidad ha conseguido inculcar en una buena parte de la opinión pública la idea de que todo está perdido. En lo que sigue tendremos ocasión de exponer suficientes argumentos para concluir si no lo contrario, al menos sí para desmentirlo y para fortalecer la confianza en que hay por delante suficiente margen con el que evitar que el daño se consume y para poner en pie una solución alternativa.

Hace ahora siete años de la publicación de una crónica- prolija y aleccionadora- sobre el largo proceso de gestación de la Operación Chamartín (1). A esa primera entrega va a seguirle dentro de poco su continuación y puesta al día- que me anticipo a recomendar igualmente-, en donde su autor propone una interesante analogía al invitarnos a contemplar dicha Operación como una película, o más bien como una serie televisiva de muchos episodios, poblados de personajes que permanecen, o entran y salen de la escena, jalonados en discontinuas temporadas salpicadas durante un cuarto de siglo largo.

Esa analogía arranca a partir de algunas reglas comunes a las que se sujetan tantos guiones cinematográficos, según el célebre manual “Salva el gato“, de Blake Snyder. Es lo que en él se denomina “momento de Todo esta perdido“. Corresponde a una situación para cuyo desenlace, después de muchos desgraciados acontecimientos que anticipan la catástrofe, se acude al deus ex machina (2), recurso que el autor aludido en primer lugar nos desvela de modo erudito y divertido.

Pues bien, según nos muestra, la Operación Chamartín esta jalonada en su desarrollo por múltiples momentos “Todo esta perdido“ y otros tantas comparecencias del ‘deus ex machina’. Hasta su último “final feliz” con la aprobación unánime del Plan MNN en la pasada primavera pandémica…..

Sin embargo, en este caso es probable que ese remate -en realidad triste desenlace- corresponda tan solo al uso de otro recurso también empleado a veces en los desarrollos dramáticos y en particular en la música :”el falso finale (3).

Quienes nos hemos venido oponiendo con firmeza y de modo consecuente a esta Operación, ahora, con la entrada de ésta en el campo donde se administra la justicia, -en nuestro caso en la jurisdicción contencioso administrativa-, creemos que es lícito acudir a otro recurso narrativo diferente y más verosímil: el `planting y pay-off’(4) ; un elemento o personaje que actuando esta vez en sentido inverso al que lo ha hecho hasta ahora el ‘deus ex machina’, nos libere de ese “Todo está perdido” que, para buena parte de la opinión pública, supuso la aprobación definitiva de MNN.

En este caso serían Themis o Iustitia, antiguas diosas de la justicia, las que vendrían a reparar el ‘falso final‘ desgraciado para culminarlo con un jubiloso happy end.

Y es que dado el deterioro que ha ido experimentando el urbanismo- y, dentro de él, el planeamiento urbanístico (4)-, es en los tribunales donde por fortuna se están reparando algunos de los no pocos desmanes apadrinados por las administraciones públicas. Desafueros invariablemente originados por la propensión que éstas muestran en favorecer los intereses particulares y privados sobre el interés general y sobre el interés público.

Sin embargo, ese desviado comportamiento, tan frecuente y generalizado, entraña notorias contradicciones que se manifiestan cuando una autoridad independiente y ajena al proceso seguido, ha de examinarlo desde el prisma del Derecho.

Es lo que viene acaeciendo, y puede ahora volver a pasar, con ocasión de tener que resolver y dar respuesta en via judicial a lo solicitado en una reclamación razonada. Tal cual ocurre en el presente caso, al cuestionar y poner en evidencia un apartamiento o un desajuste flagrante de una actuación administrativa con respecto a la legalidad a que ha de sujetarse, y a cuyo respeto ha de atenerse dicha autoridad en tanto encargada de velar por su cumplimiento.

Sucede así cuando concurre el requisito de imparcialidad, pese al sesgo conservador de  la mayoría de los magistrados. No basta entonces con la presión que sobre ellos se ejerce desde otros poderes e instituciones, tantas veces acompañada del chantaje que suponen los hechos consumados. Tal es la razón por la que vienen siendo frecuentes- en particular en Madrid-, los ‘revolcones’ que sufren, en los tribunales, muchas de esas iniciativas urbanísticas, orientadas por la consecución del lucro y concebidas a despecho de la legalidad o sobre un endeble fundamento en la misma.

Y esto ocurre en el momento en que, tras un proceloso trayecto por las burocracias administrativas y un triunfal remate institucional, esos Planes entran en campo judicial; y es ahí donde al incorporar  además, en la fase del pleito, una defensa letrada a menudo más bien indolente, las mencionadas iniciativas acaban teniendo un desenlace tan inesperado como desdichado para algunos de quienes las promovieron.

Ese es, precisamente, el punto del camino recién iniciado al haberse formalizado ya las Demandas en distintos recursos contencioso-administativos  interpuestos ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), por varias entidades ciudadanas y en concreto por el Club de Debates Urbanos CDU)


(1) Crónica muy completa -que siempre aconsejo- recogida en un voluminoso libro que lleva por título “Operación Chamartín. Historia de una realidad virtual”. Jesús Espelosín. Ediciones irreverentes.  2013
(2) “Desde el punto de vista de la estructura de un guión, la locución ‘deus ex machina’ hace referencia a cualquier acontecimiento cuya causa viene impuesta por necesidades del propio guion, a fin de que mantenga lo que se espera de él desde un punto de vista del interés, de la comercialidad, de la estética o de cualquier otro factor, aunque sea a costa de incurrir en una falta de coherencia interna”. Wikipedia
(3) “Un final falso tiene dos contextos: en la literatura, el cine y los videojuegos es un dispositivo narrativo donde la trama parece estar llegando a su conclusión, pero en realidad, hay más en la historia; en una composición musical, sin embargo, es una parada completa de la obra o canción durante uno o más segundos antes de continuar: es el caso por ejemplo de Josef Haydn a quien les gustaba provocar aplausos en el lugar equivocado en los finales por ejemplo en el de su Cuarteto de cuerda, op. 33 No. 2 (apodado "The Joke”). También lo usó Mozart en Don Giovani, que en estos días se repone ahora una vez más en el Teatro Real de Madrid.
(4) De modo incesante hasta su más completa burocratización desde mediados de la década de los 80 del pasado siglo y sobre todo, aceleradamente,  a partir de la década siguiente.

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