jueves. 25.04.2024
efecto matilda
Foto: #NoMoreMatildas

La historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter fue quién puso nombre al “Efecto Matilda” en honor a Matilda Joslyn Gage, activista de los derechos de las mujeres. El “Efecto Matilda” es el nombre que recibe la discriminación que han sufrido muchas científicas e investigadoras a lo largo de la historia a las que negaron la autoría de sus descubrimientos atribuyéndola a sus compañeros de investigación. Una injusticia que ha impedido que se conozca y reconozca, como se merece, el trabajo de la mujer en el ámbito de la investigación y que ha llevado a su ausencia en la mayoría de los libros de texto. Una razón más que explica que según la Unesco el porcentaje de mujeres en carreras científicas apenas alcance el 30%. 

Por esto es tan conveniente y acertada la campaña NoMoreMatildas impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), dirigida a recuperar los referentes femeninos con el objetivo de fomentar la vocación científica entre niñas y chicas adolescentes. Porque es alarmante la actual brecha de género educativa que padecemos, y que se refleja en que cada curso cae la proporción de mujeres en Matemáticas, Informática y Tecnología (STEAM), cuando es sabido que el progreso económico y social del futuro de nuestro país y del resto de países del mundo pasa por la transformación tecnológica en todos los ámbitos, y que el sector productivo y el mercado laboral están demandando cada vez más personas con perfiles de estas disciplinas. 

Hace unas pocas semanas, el 11 de febrero, el Ministerio de Educación y Formación Profesional presentó un estudio, radiografía de la brecha de género en la formación STEAM, con el objetivo de impulsar el talento femenino. La investigación ha estado dirigida por la Unidad de Igualdad del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Entre los muchos datos, en las 290 páginas de la radiografía sobre la trayectoria educativa de las niñas y mujeres en España, destaca la fuerte brecha que existe entre mujeres y hombres, y que cada año es más ancha, en la elección de estudios como Matemáticas, Informática y buena parte de ingenierías y titulaciones tecnológicas. 

Se siguen manteniendo estereotipos y prejuicios culturales, como lo indica que el 50% de los padres imagina a sus hijos varones trabajando en un área científica y técnica, mientras sólo el 20% a sus hijas

En el curso 2000-2001 el porcentaje de alumnas en los grados superiores de FP de Informática rozaba el 27%, mientras que en el 2019-2020, último disponible, fue del 10%. En 1985 el 30% del alumnado de la carrera de Informática eran mujeres, ahora es sólo el 12%. Un descenso que también se produce en la carrera de Matemáticas en la que las alumnas han pasado de ser algo más de la mitad a representar un 36%. Una realidad similar se ha vivido en los estudios universitarios de Física, Estadística, Telecomunicaciones y Aeronáutica en las dos últimas décadas, en las que también ha bajado muy considerablemente la participación de las mujeres. 

Es éste un déficit que ya advirtió en 1995 la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer celebrada en Beijing, y que situó la necesidad de corregir la baja participación de las mujeres en las nuevas tecnologías y en las sociedades de la información porque, advertía, supone una brecha tecnológica y digital que las mujeres padecen en relación a los hombres, lo que además dificulta que se pueda alcanzar la plena igualdad laboral de la mujer. 

Se siguen manteniendo estereotipos y prejuicios culturales, como lo indica que el 50% de los padres imagina a sus hijos varones trabajando en un área científica y técnica, mientras sólo el 20% a sus hijas, cuando los reiterados estudios de PISA nos muestran que los rendimientos en ciencias de los chicos y las chicas en las escuelas son similares. No deja de ser preocupante que se siga manteniendo esta brecha después de tantos años y de potentes políticas públicas de igualdad, de cambios en los modelos educativos y con una sociedad mucho más sensibilizada que en el pasado en la igualdad de derechos y de oportunidades. 

Esperemos que este 8 de marzo también sirva para impulsar campañas como “Efecto Matilda” emprendido por Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, así como iniciativas tales como “Niñas y mujeres... ¡en pie de Ciencia!” de la Alianza STEAM por el talento femenino. Y que contribuya al necesario cambio cultural que permita revertir los tristes datos apuntados en estas líneas.

¡Viva el 8 de Marzo!

8 de Marzo y el “Efecto Matilda”