jueves. 28.03.2024

El día 28 de mayo de este año se han celebrado elecciones para elegir a los gobernantes de algunas Comunidades y de gran de parte de los municipios de España, lo cual es algo que debemos disfrutar porque tal como las derechas van comportándose en el planeta no está asegurada la democracia en ninguna parte, bien porque acaben con élla de forma violenta, bien porque lo hagan con los boletines oficiales.

Vemos, por ejemplo, que en USA un expresidente ha intentado un golpe de Estado, vemos como se comporta Putin en la autocracia que es Russia, atacando un país soberano como es Ucrania, China seguirá siendo una dictadura por los siglos y en otras democracias como la brasileña las derechas que ganan las elecciones pretenden que sean las últimas.

Algunas importantes democracias están en peligro de convertirse en regímenes autoritarios en manos de las derechas, caso de Hungría y Polonia, y veremos cómo resiste Italia a Meloni. Los que ya vamos entrando en años recordamos en España hubo una dictadura porque había una mayoría de españoles que preferían vivir en ese régimen que en una democracia por más encuestas que dijeran lo contrario, porque, como dice Cervantes, un hombre no es más que otro hombre si no hace más que otro y el Evangelio –a los ateos nos gusta los Evangelios, incluso los oficiales– dice que por sus obras les conoceréis.

Las izquierdas deben enseñar a los ciudadanos que los derechos y mejoras en democracia sólo se sostienen mediante el voto a los partidos

La izquierda debe hacerse algunas preguntas sencillas: ¿Qué ha pasado para que un asalariado al que el gobierno de coalición le recuperó el convenio que le quitó Mariano el Indolente haya votado al partido del Indolente? Es un ejemplo y pongo ahora más. La respuesta de la izquierda suele ser la de indagar en cómo es posible, en preguntarse qué han hecho mal en ello, si es que no han sabido contarlo, etc., tratando al asalariado votante de la derecha o abstencionista de tonto.

Pero la cuestión no es esa, sino de lo que se trata de de llegar a una conclusión que no se puede eludir: el asalariado que vota a la derecha que le ha quitado el convenio es que no valora la importancia del convenio o que, simplemente, cree que no lo necesita o no se ha enterado que hay una cosa que se llama convenio.

Y la respuesta de la izquierda debe ser nueva; deber ser: perfecto, si no crees relevante el convenio ¡vamos a suspender de momento la lucha porque tengas un convenio! y cuando tú demuestres con los medios de que se dispone de que, no sólo estás de acuerdo con tener un convenio, sino de que ¡te vas a molestar a votar a las opciones que demuestran querer para ti la red de un convenio!, entonces te estaremos esperando con los brazos abiertos y el BOE en ellos para darte un convenio, ¡pero primero vota en las elecciones por el convenio! 

A los pensionistas que el PP del Indolente ¡les subió durante 4 años el 0,25% las pensiones! hay que decirle algo parecido: estimado pensionista, cuando demuestres mediante el voto que quieres que te suban la pensión de acuerdo con el coste de la vida, ahí estaremos la izquierda, para que cuando con tu voto nos lleves al BOE y a los boe´s de las Comunidades, para subirte las pensiones con ese criterio.

En caso contrario, las pensiones no serán una prioridad aún cuando estén en el programa de la izquierda. Y cuando los que cobran el salario mínimo se quejen de que es poco –ahora la subida ha sido en los último 4 años espectacular– entonces la izquierda le dirá a esos asalariados más pobres que al día siguiente de estar en la Moncloa la primera medida será subir el salario mínimo hasta alcanzar como mínimo el 60% del sueldo medio, como mínimo, como manda la carta social europea.

Mientras tanto, si pasas de las elecciones, si pasas de la política, el problema no lo tienen los elegidos sino los electores, sobre todo los más desfavorecidos. Y los ejemplos se pueden multiplicar. Sea el caso de las mujeres a los que los gobiernos de Zapatero y el actual han conseguido mejorar sus derechos; también a los ciudadanos lgtbi. A todos ellos hay que interrogarles qué han hecho por sus derechos cuando está en juego quien manda en el BOE, es decir, en los parlamentos. ¿Cuántas mujeres han votado –o se han abstenido– al partido que ha votado en el Congreso en contra de sus derechos?

Y las mujeres representan incluso algo más de la mitad de la población. A todas ellas hay que preguntarlas en las próximas elecciones si quieren mantener sus derechos, la ley del sí solo es sí si es sí, si quieren seguir teniendo derecho al aborto de plazos y no el casuístico como pretenden el PP o Vox, partido que está en contra de cualquier derecho en exclusividad para la mujer en ese terreno. Las mujeres tienen la palabra en las próximas elecciones generales.

Y lo mismo se puede decir de cuantos colectivos ha favorecido la publicación en el BOE de sus reivindicaciones por parte del gobierno de coalición y antes el de Zapatero.

En las próximas elecciones generales los ciudadanos tienen la palabra para mantener sus derechos y mejoras, y si no la apoyan con sus votos –no sólo contestando en las encuestas– hay que pensar que o no las quieren o no las valoran o son tan ingenuos que no temen a perderlas. Pero cuidado con juicios de valor subjetivistas que no valen en política, lo cual significa que si no la valoras, o no las sabes, sólo te queda hacer una cosa: espabilar, y espabilar a tiempo, en su momento, no vale cuando te alcance la supuesta sabiduría de la vejez porque ésa y ese es un cuento chino.

Esto, con ejemplos, es lo que tiene que cambiar la izquierda, las izquierdas deben enseñar a los ciudadanos que los derechos y mejoras en democracia sólo se sostienen mediante el voto a los partidos que la defienden día a día en los parlamentos, en la calle, en el BOE, y si algunos de esos partidos son ideológicamente de derechas, pues también tienen su opción unos y otros. Y que si no lo hacen dejan de ser una prioridad para los partidos que vean mermados su caudal de votos. Esto es la democracia: mejoras y derechos a cambio de votos, y votos recibidos para obligar a legislar mejoras y derechos.

No vale juzgar intenciones, buscar explicaciones sociológicas, psicológicas y demás zarandajas que no van a ningún lado si estamos en la política, en el qué hacer leninista; esa es la pregunta por excelencia de la política, que tiene la supremacía sobre el qué pensar, sobre el análisis, necesario, pero después y secundario.

Esto es la democracia: mejoras y derechos a cambio de votos, y votos recibidos para obligar a legislar mejoras y derechos. No vale juzgar intenciones

Las próximas elecciones convocadas son clave para esto, para dar un giro en la política, para que sean los ciudadanos los que expliciten lo que quieren y lo que no quieren y si no les importa perder lo conquistado, porque lo que puede venir con el PP y Vox es arrasar en derechos, inundar de privatizaciones, en eliminar Estado de Bienestar, como ya lo vienen haciendo las derechas en las Comunidades donde gobiernan y donde se van a estrenar dentro de poco.

Estas elecciones han demostrado que hay una mayoría de ciudadanos que no quieren más derechos, que les sobra las mejoras porque así lo han revelado mediante el voto y la abstención, pero en democracia nada está escrito definitivamente y están las próximas elecciones para demostrar que se han equivocado de alguna manera en éstas.

En democracia, en el momento cumbre que son las elecciones, los ciudadanos tienen la palabra y los políticos callan hasta el final del escrutinio, y la responsabilidad de los resultados la tienen los electores y abstencionistas y sólo ellos, sólo nosotros, los posibles votantes, y al votar a un partido determinado y al abstenerse están demostrando lo que quieren y lo que no les importa perder y a ello tiene atenerse la izquierda, a dar satisfacción a esos deseos si hay mayoría y a congelar esos derechos y supuestas mejoras cuando los ciudadanos demuestran mediante el voto y la abstención que no las quieren o no las aprecian, que viene a ser lo mismo porque el subjetivismo –sé que me repito– no cabe en la cosa pública.

Para la izquierda del PSOE la opción está clara: Sumar y Yolanda Díaz, y Podemos e IU a remar en la galera que comanda la gallega

Dicho esto, toca ver la situación y lo que se ha votado, porque es verdad que una gran parte del voto del PP se debe a la debacle de Ciudadanos, porque los dirigentes de este partido han demostrado su inaptitud para consolidar por primera vez en España un partido de ámbito nacional que no tuviera ni en su genotipo ni en su fenotipo el franquismo.

El PSOE creo que ha hecho los deberes, con nota incluso, al menos en lo económico, porque, a pesar de lo heredado del PP, del covid y del ataque a Ucrania del sátrapa de Putin, hoy estamos creciendo al 5,5% y batiendo registros en cotizaciones y cotizantes en la Seguridad Social. Faltan muchas cosas, pero de momento parece que faltan votos que lo apoye.

El fracaso estrepitoso es de Podemos o Unidas Podemos, partido que no ha entendido qué es estar en la Oposición y qué es estar en el Gobierno, porque en misa y repicando no se puede estar. Ya obligó el señorito Iglesias a repetir las elecciones en el 2019 y casi las pierde la izquierda, y para trincar el BOE –que es la obligación de todo político, asumir la responsabilidad de gobierno y/o de representación– el PSOE ha tenido que pactar con un partido pequeño-burgués como es ERC y otros no aceptados todavía hoy día sociológicamente fuera del ámbito vasco. Pero para la izquierda del PSOE la opción está clara: Sumar y Yolanda Díaz, y Podemos e IU a remar en la galera que comanda la gallega.

Nada está escrito en democracia y esa es una de sus grandes virtudes: los ciudadanos tienen la palabra y la enorme responsabilidad de elegir a sus representantes. Veremos.

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