miércoles. 12.06.2024
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Cuadro: Generalitat de Catalunya.

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El independentismo retrocede

La gran crisis que se inició en 2008 impactó sobre la estructura política española y cambió el esquema bipartidista imperfecto existente en España por otro esquema caracterizado por una gran fragmentación. El 11M fue la expresión más visible del cambio que se avecinaba y que tuvo su primer acto en la debacle electoral del PSOE en las municipales de 2011. El partido que gestionó la primera parte de la crisis se hundió electoralmente.

Cataluña también tuvo su 11M. CiU, el partido que gestionó la crisis, se vio amenazado por un tsunami parecido al que sufrió el PSOE, con el agravante de que CiU estaba incurso en gravísimos escándalos de corrupción que afectaban a la cúpula misma de ese partido. Para esquivar tan funestos presagios, Artur Mas inventó el procés. A los afectados por la crisis (más o menos todo el mundo) se les vino a decir que sus males se arreglarían si Cataluña se hiciera independiente, un objetivo al que se llegaría amable y pacíficamente por pasos, mediante un proceso que tenía sus etapas y su hoja de ruta. Muchos se lo creyeron. El invento logró cambiar el eje del debate político. En lugar de hablar de la enorme crisis económica, sus consecuencias sociales y de su gestión se habló de identidad nacional,  de independencia, de soberanía y del derecho a decidir.  Fue un enorme giro de guion para esquivar la debacle anunciada.

En las elecciones de 2012 los partidos soberanistas sumaron 73 escaños en el Parlamento Catalán. Una mayoría absoluta independentista que en 2017 intentó la secesión de Cataluña y que se mantuvo incluso después de la intervención de la Generalitat y el procesamiento de los principales líderes de la secesión. Una mayoría que eligió a cuatro presidentes independentistas (Mas, Puigdemont, Torras y Aragonés) en 12 años. Por eso, la gran novedad que traen estas elecciones es que los partidos independentistas no alcanzan la mayoría necesaria para seguir gobernando.

La política de Pedro Sánchez no ha fortalecido al independentismo en contra de lo que dice la derecha

Una primera consecuencia de esta novedad es que los que tanto desde dentro como fuera del PSOE decían que la política de diálogo formulada por Sánchez y materializada en los indultos y la amnistía llevaría a un fortalecimiento del independentismo se han equivocado. Llegados al extremo de declarar la independencia, la intervención de la Generalitat y el procesamiento de los líderes de la secesión fue necesario para cortar el intento de secesión. Se cortó la secesión pero  el independentismo no se debilitó. Bastaba mirar las calles de Cataluña para apreciar un conflicto, sin duda, creado por los independentistas, pero que alcanzó una dimensión considerable. 

Tener todo esto en cuenta sirve para calibrar la importancia del retroceso del independentismo el 12M. Puede que el retroceso del independentismo tenga varias causas y no solo sea la consecuencia de una política de diálogo de Sánchez. Pero lo que destaca como un cura en un montón de cal es que la política de Sánchez no ha fortalecido al independentismo, en contra de lo que dice la derecha. Aunque se hiciera por el interés personal de Sánchez, la amnistía a cambio de los siete votos de Junts ha sido una operación magnífica si se piensa, primero de todo, en la unidad de España. Es un caso en que el interés personal del líder coincide con el interés general. El corolario de todo ello es que toda la monserga con que nos han atronado los oídos estos meses pasados en relación a la amnistía ha quedado radicalmente desautorizada. Esto debería ayudar a mejorar el nivel del debate político y a hacer menos crispada la vida política. Pero eso no va a pasar porque nada es más persistente y duradero que las ideas equivocadas.

Victoria del PSC

Como el inicio de la campaña electoral catalana coincidió con la crisis de los cinco días de abril vale destacar que el resultado del PSC es, objetivamente, un fortalecimiento de Sánchez tras la debilidad que expuso en su anuncio de considerar su dimisión. Al menos, la crisis de los cinco días de abril no ha perjudicado al PSC, que ha obtenido, justo es destacar, el mejor resultado de su historia.

Leí con estupor el manifiesto que algunos intelectuales, entre los que quiero destacar a Corcuera, Leguina, Redondo y alguno más procedente del antiguo testamento, donde el meollo del asunto era que lo esencial en estas elecciones es que “no se vote al PSC”. En todas las elecciones hay manifiestos en favor de este o aquel partido, lo cual parece muy razonable. Lo insólito es que se pida no votar a un partido en concreto. El PP catalán explicó que votar al PSC era lo mismo que votar al independentismo. Manca finezza. Maruenda ha sido aún más contundente: lo esencial, en estas elecciones, es votar contra Sánchez porque, evidentemente tocado, las elecciones catalanas eran la oportunidad de hundirlo. Lo demás, esto es si los indepes tenían mayoría o no, parece que era secundario. Como analistas políticos no tienen precio. En esas circunstancias, la victoria del PSC es el fracaso rotundo de esas estrategias.

El PSC ha encontrado el discurso con el que intentar gobernar Cataluña y con el que se puede identificar toda la izquierda

La victoria del PSC es también la superación de una cierta crisis interna. Al inicio del procés algunos cuadros del PSC se sintieron atraídos por el independentismo y abandonaron el partido. Sin duda, hubo una hemorragia de votos y de militantes que emigraron hacia ERC. También hubo quienes lo hicieron hacia C´s. Superando el máximo de votos el PSC ha superado también esa crisis. Y desde el punto de vista político, ha encontrado el discurso con el que se propone intentar gobernar Cataluña y con el que se puede identificar toda la izquierda.

Así pues, el resultado, sin duda, es muy bueno para Sánchez, para el PSOE y para el PSC. Tengo mis dudas de cómo afectará al Gobierno. Claro que hasta que no pasen las elecciones europeas nada se puede afirmar, pero tengo la impresión de que habrá más dificultades para la coalición progresista por dos motivos. Primero porque Sumar sigue sin despegar y pueden estar tentados a tensar el gobierno para remediar su declive. Y segundo porque ERC se enfrenta a una gran crisis interna. Siempre he pensado que ser “la izquierda nacionalista” aloja una contradicción que antes o después estalla. Eso es lo que puede pasarle a ERC.

Desempate en el campo independentista

El resultado del 12M es particularmente desastroso para ERC por dos motivos. Cuando el partido que gobierna pierde un tercio de su electorado lo que se ha producido es un rechazo a la gestión. De ahí se desprende que Aragonés tiene que asumir su responsabilidad y marcharse si o si.  La competencia entre Junts y ERC por ser la primera fuerza indepe, que ha dominado la dinámica política catalana, se ha resuelto. Claramente es Junts la primera fuera del independentismo. ¿Qué papel le queda a ERC tras este desastre? Depende de la lectura que haga del resultado electoral. Curiosamente, la fuerza que más ha perdido en esta contienda tiene la llave de la gobernabilidad de Cataluña. Y ninguna de las opciones que tome es buena. Tendrá que elegir entre lo malo y lo peor. Creo que la peor decisión para ERC sería la repetición electoral, que es la opción que quiere Puigdemont. La misma noche electoral ya ha ofrecido a ERC que se convierta en su ayudante para ir a elecciones anticipadas. Los comunes le han ofrecido participar en un nuevo tripartito. Y Aragonés está en que ni una cosa ni otra sino todo lo contrario. Veremos.

Avanza la derecha ma non troppo

Junto al retroceso del independentismo y la victoria del PSC el otro rasgo importante a comentar de este resultado electoral es el avance de las derechas, tanto de los nacionalistas catalanes como de los nacionalistas españoles. Ascenso matizado por el estancamiento de Vox y el tamaño minúsculo de AC. La extrema derecha española (y la catalana) no parece que estén avanzando impetuosamente. El PP ha tenido un muy buen resultado y hacen bien en reivindicarlo; pero no han cumplido el objetivo declarado de eliminar a Vox. En todo caso, hay un estudio que hacer: el del extraño caso de C´s que, en 2017 obtuvo 1,1 millones de votos, y ahora apenas supera los 22.000. ¿Dónde han ido a parar los votos que obtuvo Vox en 2017? Muchos seguramente al PP y otros a Vox. Pero, desde luego no todos. Y eso hace que el tamaño de la derecha española sea menor hoy que en 2017.

Elecciones catalanas: cuatro resultados