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Paz Castelló
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Paz Castelló: “La violencia te marca de por vida y quise hacer una reflexión acerca de si la sociedad está respondiendo a esta lacra”

Autora de "Dieciocho meses y un día"

lunes 02 de abril de 2018, 01:00h

La escritora alicantina Paz Castelló acaba de publicar su tercera novela “Dieciocho meses y un día”, con la que ha sido premiada con el galardón “Letras del Mediterráneo”. Su obra toma como punto de partida una historia de violencia de género donde realiza una reflexión acerca de si la sociedad actual está respondiendo a esta lacra como se merece.

La autora es, además de escritora, jurista. Cuenta con una dilatada trayectoria en diversos medio de comunicación de la comunidad valenciana. En la entrevista, no desvela algunos de los secretos de su nueva novela. Se queja en su obra, con razón, de la triste situación que vivimos debido a una violencia de género que parece no somos capaces de solucionar con medidas adecuadas. Su libro ha sido publicado por la editorial Umbriel.

Con dieciocho meses y un día” ha conseguido el galardón “Letras del Mediterráneo 2018”. ¿Nos puede explicar la mecánica del Premio?

El Galardón Letras del Mediterráneo lo concede la Diputación de Castellón y premia a cuatro autores, en cuatro categorías distintas, que publicarán una novela ambientada en la provincia de Castellón a lo largo de 2018. Esta es la tercera edición del galardón que pretende unir promoción turística, marca Castellón, a través de la literatura, generando así sinergias entre ambos sectores, el cultural y el turístico. Me parece una iniciativa muy inteligente dar a conocer un entorno a través de los libros. Dieciocho meses y un día ha sido premiada en la modalidad de narrativa contemporánea y la historia que narra transcurre en la localidad de Peñíscola.

¿Por qué decidió presentar su novela al premio?

En la novela, la localidad de Peñíscola juega un papel fundamental en el desarrollo de la historia. La visión de la ciudad es intimista y subjetiva, y pensé que si resultaba premiada, sería una bonita forma de aportar un punto de vista emocional de Peñíscola, que los lectores la conocieran a través de los sentimientos que despierta en la protagonista. En realidad a mí me gusta decir que Peñíscola es un personaje más de la novela, uno muy determinante.

¿Cómo surge la idea de escribir la novela?

La novela aborda la problemática de la violencia de género poniendo el acento en las llamadas víctimas silenciosas, es decir, todas aquellas personas del entorno más cercano de la víctima, sus amigos, familiares y compañeros, que después de enterrar a su ser querido, se ven obligadas a continuar con sus vidas. Me planteé de qué manera la violencia te marca de por vida y quise hacer una reflexión en voz alta acerca de si la sociedad está respondiendo a esta lacra de una manera adecuada.

¿Cuánto tiempo ha necesitado para documentarse y escribir la novela?

Suelo tardar una media de 8 meses en cada novela que escribo. Soy muy metódica.

¿Qué le ocurre a la protagonista Sabina Lamer, en esos dieciocho meses y un día?

El título hace referencia al tiempo que la protagonista lleva encerrada en su casa, a consecuencia de una agorafobia muy grave, tras ser testigo del asesinato en plena calle de su mejor amiga a manos de su ex marido, que lleva todo ese tiempo en prisión preventiva a la espera de juicio. Ella cree que en cuanto el presunto asesino sea condenado definitivamente podrá retomar su vida, pero eso no ocurre y su única idea obsesiva es hacer justicia con su amiga Lola, con la dificultad de no poder salir de casa.

Durante todo ese tiempo al que hace referencia el título, dieciocho meses y un día, la protagonista se enfrenta a su encierro y a su personalidad trastornada fruto de un profundo estrés post traumático.

La novela trata sobre la lacra de la violencia de género. ¿Estamos lejos de resolver ese problema?

Siempre digo que escribí la novela intentando encontrar algunas respuestas y sin embargo me topé con muchas más preguntas. Creo que no estamos siendo capaces de afrontar el problema en toda su dimensión, que se nos está escapando de las manos.

El pasado día internacional de la mujer reivindicaba la solución para todas esas lacras machista. ¿Se está avanzando como debiera, en su opinión?

Los números son siempre muy fríos pero reveladores, y ponen de manifiesto que no avanzamos. La cuestión es mucho más profunda y pasa por implicarnos desde las edades más tempranas y de una manera transversal. Creo que la educación es fundamental y es un instrumento eficaz pero lento. Lamentablemente considero que hemos perdido al menos una generación en este sentido. Me preocupan especialmente algunos comportamientos que se detectan en edades adolescentes. Está demostrado que un porcentaje de estos micro machismos derivarán en casos de violencia de género en un futuro no muy lejano. Algo hemos hecho muy mal para que estos jóvenes confundan actitudes de control y posesión con amor.

Cuando ocurren episodios de violencia de género, ¿a quién más afectan?

La violencia tiene una onda expansiva, lo que yo llamo el efecto metralla. Cuando asesinan a una mujer, se calcula que una media de 25 personas de su entorno más cercano se ven afectadas directamente. Luego cada cual hace la digestión de tan tremendo acontecimiento como puede o como sabe, a nadie nos enseñan a superar un asesinato. Por supuesto, sus padres, sus hijos, sus hermanos y sus amigos más íntimos son los más afectados porque además, muchas veces se despiertan en ellos sentimientos encontrados como el de culpa, que dificulta poder superar la pérdida.

En muchas ocasiones, las víctimas vuelven a ser más víctimas para la sociedad, incluso, en ocasiones se las criminaliza y responsabiliza. ¿Tiene sentido esa dobla moralidad?

Ningún sentido. Pero esto ocurre especialmente cuando entra en juego la palabra “género”. En los últimos 10 años han asesinado a más de 800 mujeres. Si en lugar de ser mujeres hubieran sido taxistas, abogados, sacerdotes o cualquier otro colectivo, esto sería objeto de legislación y estudio concienzudo. Parece que si las víctimas son mujeres importe menos.

“Como jurista puedo decir que nuestro código penal es muy garantista”

Sabina Lamer sufre agorafobia. ¿Es un mal común en las mujeres que sufren violencia de género?

Afortunadamente no, al menos que yo sepa. La agorafobia de Sabina, la protagonista, no es más que una manifestación de su estrés post traumático, de su miedo, de su angustia vital y también de su sentimiento de culpa.

¿Ayudan los animales domésticos a paliar este mal?

Los animales ayudan mucho en todos los procesos afectivos. En todos mis libros aparecen animales. En el caso de Sabina tiene dos mascotas, un perro y una gata, que conviven con ella, también en su encierro. Son dos personajes muy importantes en la novela y me han permitido atribuirles comportamientos y emociones que no se les pueden atribuir a personajes humanos.

La novela la ha situado en Peñíscola, algo lejos de su ciudad. ¿Por qué ha escogido esta ciudad?

Peñíscola es una localidad maravillosa, con un poso de historia muy apropiado para la protagonista, en un entorno cautivador. Me pareció perfecta para que se convirtiera en ese útero materno que necesitaba Sabina Lamer.

¿El ser pintora ha ayudado en ello?

Sabina Lamer, madrileña de origen, un buen día se enamora del mar Mediterráneo de Peñíscola y desde entonces sólo pinta el mar. En realidad existe una historia de amor entre ese mar y la protagonista a través de sus cuadros.

El asesinato de su amiga, la hace no querer salir de casa y más cuando se entera de que el presunto asesino ha quedado en libertad. ¿Está siendo muy habitual que la Justicia favorezca más a los maltratadores que a las víctimas?

Como jurista puedo decir que nuestro código penal es muy garantista y eso hace, que en ocasiones, nos enfrentemos a situaciones que pueden resultar incomprensibles para la mayoría de las personas, pero no sólo en casos de violencia de género. Es un sentimiento generalizado socialmente. Mucha gente opina que matar sale muy barato.

La literatura debería servir para remover conciencias

¿El sistema judicial está a la altura de nuestra sociedad?

Esa es una de las preguntas que me gustaría que se hiciera el lector y que sacara sus propias conclusiones.

La venganza es el sentimiento que invade a Sabina Lamer. ¿Es lícito? ¿Ha querido poner a la protagonista ante todos sus fantasmas?

Sabina no busca venganza, ella busca justicia. Pero me pregunto si el lector estará de acuerdo con esto. Ella se siente desamparada no sólo emocionalmente, sino también judicialmente, y se siente en la obligación moral de impartir la justicia que el sistema le ha negado a su amiga Lola. Para algunos lectores eso será tomarse la justicia por su mano e incluso buscar venganza, pero realmente pretendo provocar ese debate.

¿Le ha resultado difícil trabajar en una trama tan dura?

Muy difícil porque durante los ocho meses que duró el proceso creativo, he vivido bajo la piel de la protagonista, una mujer trastornada, con una vida claustrofóbica. Sus miedos, sus fantasmas, sus contradicciones, su angustia, han estado dentro de mí y no era fácil escapar de ellos.

¿Han olvidado los escritores españoles las tramas sociales?

No sé si las han olvidado, desde luego yo tengo claro que la literatura debería servir para remover conciencias. Si alguien lee Dieciocho meses y un día y le sirve para reflexionar, el objetivo estará cumplido.

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