jueves. 28.03.2024

Cataluña, el fin de una era para las derechas en España

puigdemont artur mas

Salvando la realidad de que el independentismo catalán tiene en estos momentos un enorme apoyo social donde la izquierda catalana ha jugado y juega un papel axial, la realidad es que ahora mismo la derecha catalana se ha puesto al frente del proceso independentista

Muchos científicos sociales y analistas, en estos momentos, queremos comprender lo de Cataluña; sin embargo, los clásicos tienen una expresión que a mi juicio define a la perfección la realidad actual: “La lechuza de Minerva emprende el  vuelo al atardecer”. En el fragor de los hechos resulta harto complicado comprender lo que sucede. Ello significa empezar a ser modestos; aprehender toda la realidad, es un absurdo y una falacia de grandes proporciones. En estos momentos basta con acercarse al procés por partes. Existen muchos ámbitos de hacerlo, uno de ellos, el de las derechas españolas.

Por norma general, cuando se habla de fractura y/o ruptura, de un modo casi mecánico pensamos en la izquierda. Esta vez la cosa cambia. Esta máxima se manifiesta, por primera vez, en el lado derecho del espectro ideológico. La derecha central, -los legalistas o como se autodenominan ellas mismas “el bloque constitucionalista”- representado por el Partido Popular (PP) y Ciudadanos (C´s) y, la derecha periférica representada por los antiguos convergentes esta fracturada.

Las derechas de España, hasta el momento, habían logrado un admirable equilibrio de poder basado en una estricta distribución de roles: cada uno retenía su parcela intacta, y sabía las obligaciones institucionales y privilegios que de ello derivaban. Por un lado, Convergencia i Unió (CiU) y Partido Nacionalista Vasco (PNV), sabían que su papel era mantener el orden institucional intacto, garantizando la gobernabilidad cuando era necesario y, para ello, desde Madrid tenían que ser indulgentes pero sobre todo generosos; véanse la aprobación de los actuales presupuestos y la generosidad inusitada del PP con la derecha vasca. Me inclino a pensar que aquello de “café para todos” estaba impuesto por esta realidad. Lo importante era que la chequera no parase y el dinero circulase. Esto se debe a que la derecha hace mucho tiempo que comprendió a la perfección e hizo suya aquella famosa premisa atribuida a Lenin: “La política es un uso intensivo de la economía”.

Salvando la realidad de que el independentismo catalán tiene en estos momentos un enorme apoyo social donde la izquierda catalana ha jugado y juega un papel axial, la realidad es que ahora mismo la derecha catalana se ha puesto al frente del proceso independentista. No sabemos si es por la astucia de la izquierda o por cálculos propios pero el hecho indiscutible es que Puigdemont se ha convertido en la cara visible del Procés. El otro hecho incontestable es que en la última reunión entre Mariano Rajoy y Artur Mas, este último, además de reivindicar una consulta soberanista, entregó a la Moncloa un documento con 23 peticiones concretas sobre economía e infraestructura. Motivos fundamentales para legitimar la petición de una consulta aduciendo el peso económico de Cataluña en el conjunto de la economía española. Esto se debe fundamentalmente a que las derechas no entienden la política fuera de la economía.

En aquel momento los problemas fueron varios, en primer lugar el PP de Rajoy tenía mayoría absoluta y no necesitaba recurrir a los equilibrios ya mencionados; en segundo lugar, la derecha catalana -debido a los brutales recortes que había llevado a cabo- se veía en la tesitura de recomponerse para afrontar los siguientes comicios que estaban a la vuelta de la esquina. Rajoy con su torpeza habitual o quizás dando por hecho que Cataluña ya era un nicho electoral perdido para el PP, no supo verlo y puso a CiU entre la espada y la pared. En tercer lugar, el propio Mariano Rajoy se encontraba preso del discurso de la austeridad que con tanto ímpetu había defendido.

En relación a la mayoría del PP, sobra explicar que cuando esto sucede los demás partidos del arco parlamentario pierden su capacidad política y de veto, esto mismo ha llevado al gobierno de Rajoy, creyéndose el rey de la política española, a gobernar por decreto. En cuanto al segundo punto, no debemos olvidar que el Govern liderado por Artur Mas fue el primero en iniciar la ola de los recortes en España, si tenemos en cuenta que los ciudadanos en unas elecciones, en gran medida, emiten su voto en perspectiva retrospectiva, podemos comprender la preocupación de CiU e incluso el adelanto de las elecciones catorce meses y sobre todo la coalición con Esquerra Republica (ERC), mi tesis es que en aquel momento la derecha catalana tenía la certeza de que en caso de presentarse en solitario iba a ser su fin o por lo menos su insignificancia en Cataluña.

Por último, durante los años de crisis el PP había hecho de la austeridad su bandera, la frase que más repitieron su voceros fue que “los españoles habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades” y que las Comunidades Autónomas tuvieron la mano muy suelta respecto al gasto, resultaba difícil justificar unas concesiones de carácter económicas a quien sea, máxime cuando nuestras finanzas estaban de facto intervenidas por Europa.

A mi juicio estos tres factores dificultaban el uso del tradicional equilibrio entre las derechas de España y hacía inviable la premisa del “café para todos”. Digámoslo así: mientras que el talón de Aquiles de la izquierda siempre ha sido la política y por ello su mayor fractura fue durante la transición, puesto que se trataba de uno de los momentos políticos más importantes de la España contemporánea. En los últimos tiempos las derechas de España habían ligado su razón de ser a la economía, no podemos dejar de lado el hecho incontestable de que el PP y con él las demás derechas, eran vistos como buenos gestores de la economía. Es coherente entonces pensar que la economía iba a ser su perdición. Pienso que la escisión de Unió Democrática y Convergencia Democrática y la posterior desaparición del primero y, que pasó desapercibida, es el indicador indiscutible de que la fractura de las derechas en España es un hecho, hoy ya casi nadie se acuerda de Duran i Lleida. Si tenemos en cuenta que Unió Democrática representaba a la alta burguesía catalana, un partido minoritario pero con una enorme capacidad política, es fácil pensar que en realidad el independentismo de la derecha catalana es sobrevenido y que se debe a la pérdida de su papel tradicional en los equilibrios de poder que se habían establecido en el sistema político surgido de la transición, a mi juicio el discurso de Puigdemont el pasado lunes en el Parlament, así lo demuestra. Es posible que muchos consideren su actuación como una traición, los que así lo piensan a mi juicio o bien no habían comprendido bien la realidad política española o que su profunda creencia en el proceso independista les ha llevado a confundir los deseos con la realidad.

Por otro lado la respuesta de Mariano Rajoy a mi parecer es lógica, el partido popular se encuentra, en estos momentos, muy condicionado por lo que dicen y hacen los de Ciudadanos. El hecho de que los de Albert Rivera eleven el techo de sus exigencias, demandando la aplicación del artículo 155, ha hecho saltar los antiguos equilibrios entre la derecha central y la periférica. El PP, se ve en la obligación de mostrar una cierta contundencia, de lo contrario puede llegar a perder espacio electoral frente al partido de Rivera. Hay más, la intervención de Aitor Esteban, portavoz del PNV en el congreso, en el pleno monográfico sobre Cataluña, demuestra las dificultades que en estos momentos tiene la derecha vasca. A Aitor Esteban se le vio incómodo y no es para menos, está claro que el PNV no está nada cómodo con el asunto catalán, por un lado debe mostrar una solidaridad incontestable con los catalanes y por otro quiere seguir jugando el papel de un partido responsable, de ahí su insistencia en el dialogo.

Los últimos acontecimientos muestran hasta qué punto las derechas están atrapadas; tienen varias alternativas entre la manos y ninguna es buena para sus intereses, si se aplica el artículo 155 de manera clara y contundente tal como lo exige Ciudadanos se habrán volado todos los posibles puentes; en caso de buscar un nuevo encaje de Cataluña a través de una reforma constitucional, la derecha quedará en evidencia puesto que le estarían dando la razón a la izquierda, al menos al PSOE de Pedro Sánchez; de la tercera vía, la del referéndum pactado, ni hablamos ya que supondría la pérdida de protagonismo a favor de Podemos hecho que, nunca aceptarían ni PP, ni PSOE, ni C´s.

Visto el panorama, ¿qué es lo que nos queda? A mi juicio el Gobierno va a agotar todas las vías institucionales existentes, fiel a su modo de hacer, Mariano Rajoy agotará todo el tiempo que le sea posible. Los poderes facticos ligados a la derecha utilizarán todas las tretas en sus manos para conservar los viejos equilibrios. Para ello tienen dos alternativas, la primera y la más obvia es hacer que PDeCAT vuelva al redil, de ahí las enormes presiones económicas y políticas de los últimos días, la tercera es mantener al PNV dentro del marco de equilibrios previo al problema catalán, esto se hará ofreciendo salidas honrosas para que siga siendo el partido “inteligente” y “pragmático” que es; y la cuarta, aunque la menos clara, es que Ciudadanos pueda jugar el papel de los convergentes en Cataluña, el hecho de que Inés Arrimadas insista tanto en un adelanto electoral, “para establecer un nuevo interlocutor” va en este sentido.

Sin duda, es de enorme complejidad prever cuál va a ser el futuro, al menos en el inmediato, de las derechas de España: en este momento se encuentran atrapadas en la misma tela de araña que ellas mismas han tejido, cabe pensar que el arreglo puede venir del lado de la economía, esto a mi juicio sería lo más coherente con la mentalidad de las derechas; el problema es que el procés ha adquirido vida propia y en estos momentos es difícil de redirigir. Las torpezas del gobierno de Rajoy tampoco ayudan en este sentido. A mi juicio el problema ha adquirido una nueva dimensión, la metáfora que mejor lo describe es la de los dos trenes: uno que tiene las vías ya edificadas y sigue un plan ya trazado y que solo puede tener un resultado, el mismo que en la actualidad han escogido las derechas. Es decir, aumentar la tensión y esperar a ver quién aparta la mirada primero, buscando la rendición y la humillación del otro. El segundo es un tren que mientras avanza va  trazando su propia vía, sin duda es un camino difícil, pero debido a la obcecación de las derechas no nos queda otro, por más que las derechas insistan en la legalidad confundiéndola con legitimidad, el camino hacia la solución no será otro que emprender un nuevo camino, lejos del ruido ensordecedor que emiten en estos momentos los aparatos de propaganda de los que hablaban catalán y español en la intimidad.  

Cataluña, el fin de una era para las derechas en España