martes. 19.03.2024

¡Si, ganó Donal Trump! ¡Si, empieza una nueva era!

Por Dailos Reyes | Ya han pasado algunas semanas desde que el mundo occidental se llevó una nueva sorpresa, la segunda gran sorpresa de este 2016. Donald Trump, un magnate populista, evasor de impuestos, mujeriego, machista, xenófobo y cualquier calificativo negativo que se le ocurra, será el 45º presidente de los E.E.U.U. De nuevo, las encuestas se equivocaban, como con el Brexit, las elecciones españolas, etc. De nuevo, las ciencias sociales no vieron el cambio que se está produciendo en la masa social. De nuevo, por enésima vez, estudiamos la realidad sin tener en cuenta los efectos de la mayor crisis económica, política y social desde los años 30. ¿Qué ha fallado? ¿Por qué dimos por supuesto la victoria de Clinton? ¿Por qué dimos por hecho que los británicos apostarían ciegamente por la permanencia en la Unión Europea? ¿Por qué nos empeñamos en creer que nada ha cambiado?

Que conste en acta, este texto no es una defensa de Donald Trump, no puedo defender aquello en lo que no creo, y el personaje representa gran parte de lo que abomino, aun descontándole el efecto manipulador de los medios de comunicación y el efecto multiplicador del mismo en redes sociales. Tampoco es una defensa del Brexit, de la emancipación de uno de los grandes socios de la Unión Europa que hace temblar los cimientos del proyecto común.

¿De verdad era tan descabellada la teoría de que Trump pudiera ganar las elecciones? ¿De verdad era imposible el Brexit? Los medios de comunicación y los “eruditos” nos decían que no pasaría, pero se equivocaron. Solo tenemos que mirar más allá de nuestras convicciones morales, fortalecidas por la manipulación de los medios de comunicación. Si hubiésemos hecho esto, si hubiésemos buscado las razones que fomentaron la aparición de  estos movimientos y comprendiéramos la situación del Reino Unido y de los Estados Unidos, seguramente no nos resultaría tan extraño que ambos sucesos se dieran.

Vamos a contextualizar la situación. La segunda mitad del siglo XX trajo consigo el periodo de mayor prosperidad económica y social que han experimentado Europa y los Estados Unidos. Se hicieron grandes avances disminuyendo la desigualdad -crecimiento de las clases medias- y la creación del Estado del Bienestar. La economía creció apoyada en el desarrollo industrial y en la reconstrucción de Europa en base a la igualdad. Fue la época dorada de la socialdemocracia, que luchaba para evitar repetir los errores que generaron los grandes conflictos que asolaban periódicamente a Europa. Pero el sistema empezó a mostrar síntomas de debilidad en la década de los 70 con la crisis del petróleo. Al mismo tiempo, empieza a fraguarse la ideología neoliberal, alcanzando el poder en la década de los 80 con Tatcher y Reagan como máximos exponentes. A partir de entonces, la historia es bien conocida: se desmonta el Estado del Bienestar,  se privatizan las grandes industrias estratégicas, se fomenta la deslocalización industrial, se fomenta el libre comercio, etc. Comienza la era de la especulación, el crecimiento sin medida y el desarrollo tecnológico. El mundo occidental se convertía en hegemónico -tras la caída de la URSS- y la “suciedad industrial” se trasladaba a Asia y a los países en vías de desarrollo. Este sistema económico dejó fuera del sistema de forma estructural a colectivos que se convirtieron en fuerzas minoritarias.

Estos son los barros que trajeron los lodos actuales, estallan las burbujas financieras, inmobiliarias y de consumo, sometiendo al mundo a la peor crisis financiera, económica y social desde los años 30. Este es el caldo de cultivo donde las empresas de demoscopia lanzaban sus proyecciones y donde los medios manipulaban a su antojo las opiniones de la masa. De pronto, la burbuja estalla y cada vez son más los colectivos que se quedan fuera del sistema, creando una conflictividad social sin precedentes. Nos encontramos con que en algunos países, son más las personas que están fuera del sistema que dentro, ya sea de forma total o parcial. Es la época del paro, la precariedad, los recortes y de la falta de ilusiones. Esta es la base de Donald Trump, del Brexit, del Frente Nacional Francés y de todos los populismos del siglo XXI. Esta es la base que no encuentra consuelo en la socialdemocracia ni en los neoliberales.

¿Dónde ha estado la socialdemocracia en todo este tiempo? Hemos estado jugando a no caernos del poder,  renunciando a nuestros principios económicos y rendidos a la doctrina  neoliberal. Basando nuestras diferencias con la derecha en las cuestiones de identidad y género. Este abandono del espectro político, ha sido aprovechado por “populistas” – sin diferenciar entre izquierda y derecha- que han logrado conectar con las demandas de esos olvidados por el sistema. Por ejemplo, Trump ha prometido devolver el esplendor industrial a América, amenazando con “freír” a impuestos a icónicas empresas como Ford y Apple, que producen en México o China lo que luego venden en Estados Unidos. ¿Cómo creen que se sintió la población empobrecida del cinturón industrial de Estados Unidos? Que tras años de votar a los demócratas cambiaron su sentido del voto.

Tras casi 30 años, podemos confirmar que la globalización y el libre comercio no han traído prosperidad, han repartido miseria y han generado grandes desigualdades, estando el mundo en la misma situación que a finales del siglo XIX.  Recuerdo el primer día de la clase de Economía de primero de bachillerato, el profesor intentaba presentar su asignatura y un compañero intentaba “reventarle” la clase. El profesor interrumpió la clase y le preguntó al chico por qué lo hacía. –No me interesa la economía, yo voy a ser futbolista- le contestó  y el profesor le dio una replica que sirvió de lección a él y a todos los allí presentes. -La economía lo es todo, para que tú seas futbolista necesitaras que un equipo te contrate, además necesitas comer, vestir, vivir. ¿Cómo crees que se hace todo eso? Todo está vinculado a la economía y ésta a la política. Bromas aparte, muchos de los compañeros allí presentes nos hicimos economistas por esa explicación y el “futbolista” terminó siendo bróker de seguros. Con todo esto y sin temor a ser repetitivo, creo que para recuperar terreno y credibilidad política, primero debemos recuperar nuestra base ideológica económica.

¿Hacia dónde debemos enfocar nuestra ideología económica? Debemos orientarnos hacia la búsqueda de respuestas a los problemas que ha generado la globalización, pero sin generar sentimientos autárquicos. Debemos centrarnos en reindustrializar, en fomentar el consumo de cercanía y de kilometro 0. Debemos fomentar el emprendimiento. Debemos crear las bases y el argumentario que nos permita pasar de la economía del crecimiento – hemos comprobado que no funciona- a la economía sostenible, que sea respetuosa con la naturaleza y responda a las necesidades de nuestros ciudadanos. Esa debe ser la base de nuestro debate, estos deben ser los cimientos donde reconstruyamos la socialdemocracia.

¡Si, ganó Donal Trump! ¡Si, empieza una nueva era!