jueves. 25.04.2024

La escasa influencia española en la política internacional

Por Mario Regidor | En estos días se cumplen el 25 aniversario de la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. 1992 fue un gran año para España: a la celebración de las Olimpiadas, las mejores de la historia según el Presidente del Comité Olímpico Internacional, Samaranch, se le unió también la Exposición Universal celebrada en Sevilla y la Capitalidad Cultural de Madrid.

Todos estos eventos se cimentaron en años anteriores con una España que acababa de entrar en la Unión Europea y en el que los resultados de la Transición culminada años antes hacían albergar esperanzas y confianza en el devenir futuro de nuestro país.

El equipo formado entre Felipe González, Javier Solana, Francisco Fernández Ordoñez y Fernando Morán consiguió que la voluntad europea se tornara en un intento de reafirmar la intención de nuestro país de salir del tiempo de oscuridad de los 40 años de dictadura franquista.

A todo lo anterior, le siguieron los Fondos Estructurales, los Fondos de Cohesión, el Fondo Social Europeo que permitieron que España fuera escalando posiciones en la normalización económica necesaria para modernizar las anquilosadas estructuras heredadas del franquismo y su puesta al día en el entorno de la Unión Europea.

Ahora nos encontramos en otro período en el que, parece ser, que nos encontramos en la puerta de salida de la crisis económica y, en donde, los indicadores macroeconómicos nos sitúan en subidas anuales superiores al 3% Producto Interior Bruto (PIB). Pero, ¿cómo nos ven en el exterior?

Sinceramente, la presidencia de Mariano Rajoy no va a pasar a los anales de la historia en lo que en materia de política exterior se refiere. Hemos perdido peso ya no, únicamente, en el seno de la Unión Europea, sino, además, en el contexto global de las relaciones internacionales.

Lo peor no es que Luis de Guindos, Ministro de Economía, Industria y Competitividad fuera a presidir el Eurogrupo en sustitución del belga Dijsselbloem y, finalmente, no saliera su candidatura adelante con todo a su favor, no por sus méritos, obviamente, sino por el hecho de que se habían celebrado recientemente elecciones en Bélgica y, a la hora de formar gobierno, el Partido Socialista, al que pertenece Dijsselbloem había quedado postergado lo que complicaba su continuidad como Presidente del Eurogrupo.

El resultado, no obstante, es que el belga continúa en la jefatura del Eurogrupo y De Guindos de Ministro en el gobierno español.

Este caso es, sólo, una pequeña muestra, anecdótica si se quiere de la deficitaria política internacional pero, lo más sangrante, no se refiere a los nombramientos en organismos europeos, sino al hecho de que nuestra voz y la oportunidad de hacer valer nuestros principios y valores como país se ven mediatizados y son objeto de frecuentes cortapisas porque el Presidente del Gobierno, sencillamente, no da importancia a la acción exterior. En este caso, curiosamente, se parece mucho a Donald Trump en su animadversión a salir de nuestro terruño particular.

Cuestiones como la pertenencia y asistencia a las reuniones del G-20, en donde Zapatero, en los momentos álgidos de la crisis, consiguió que España tuviese un lugar adecuado a su prestigio internacional, se han visto postergados por una acción de gobierno que, en materia de política internacional, ha dejado mucho que desear, por no utilizar otros términos de mayor dureza.

Todo ello sin olvidar, la política a seguir con los refugiados, donde participamos de una toma de decisiones en la que expresamos nuestra conformidad en materia de política de acogimiento y que no estamos cumpliendo.

El gobierno del Sr. Rajoy ha minusvalorado la posibilidad de hacer política con mayúsculas en el entorno en donde más relevancia e importancia para la ciudadanía tienen las decisiones que se tomen. Todo aquello que se decida en un contexto global, como el sistema de relaciones internacionales, cómo atajar el cambio climático o la política de defensa y la actitud ante posibles amenazas de otros países o grupos terroristas requiere de una acción coordinada con nuestros aliados y ahora, huelga decir, que no estamos entre sus prioridades.

Sinceramente, espero que la situación se revierta por el bien de todos. Nos jugamos mucho en el contexto internacional para que un gobierno no le quiera dar la importancia que realmente merece.

La escasa influencia española en la política internacional