viernes. 29.03.2024

Olé la España cañí

España se llama España porque Mongolia estaba pillado ya”, es una de tantas frases que corren por las redes sociales aludiendo a los resultados de las últimas elecciones. Nos adelantó en el nombre y en la forma de ser, porque si en ese país lejano hay muchos mongoles, en España hay muchos pícaros, por algo fuimos los inventores de la novela picaresca con el Lazarillo, el Guzmán y el Buscón, tres nombres que son obras de arte. Quizá no sepan distinguir entre el arte y la artimaña, o crean que el arte es helarte en una noche de frío, que de todo hay en este país de analfabetos y masoquistas. Porque hay que ser masoquista para con la que desde hace años nos viene cayendo encima, y nos caerá, se siga por el camino de la corrupción, la prepotencia y la estupidez de unos políticos que no han hecho otra cosa que robar a los españoles hasta los calzoncillos. Hay que ser masoquista o padecer el “síndrome de Estocolmo”, para seguir votando a quienes se dedican a flagelarnos con el látigo del poder que les hemos entregado, y nos secuestran con “el miedo y los medios”, mientras se dedican descaradamente a robar dinero, blanquearlo, estrujar al trabajador, denigrar al funcionario, maltratar a los profesionales, y dar amnistía fiscal y protección a los chorizos de cuya troupe son ellos los jefes. Así nos va.

A otro político en tiempos del ignominioso aznarismo le escuché decir, entre sorna y verdad, que  cuanto más corrupto es uno más le votan, y la realidad lo ha demostrado. Está por ver todavía que en este país la corrupción tenga su castigo en las urnas. Otro elemento dedicado a la política con un cargo muy importante, también dijo aquello de que le llamarían tonto si pudiendo hacerlo no lo hacía. Muchos españoles ante la posibilidad de verse en un puesto de poder piensan que así es, y que “yo en su lugar también lo haría”·. Ya se sabe que el dinero es el dios de los humanos, que se inventan dioses para luego cagarse en ellos, menos en el dinero, al que se le adora, y si se amontona sin esfuerzo, mejor. Los españoles envidian al que es un burro -con perdón para estos animales más inteligentes que los humanos- un burro en el dicho popular, y tiene mucho dinero, y si encima lo tiene en negro o en paraísos fiscales, que para eso están, se le envidia más y se le califica de listo y sagaz; se le respeta y se le adora, y se le rinde pleitesía como si fuera una persona cabal. Ya lo dijo nuestro insigne Quevedo, el de la glorieta de Madrid, que “poderoso caballero es don dinero, que da y quieta el decoro y quebranta cualquier fuero... él rompe recatos y ablanda al juez más severo”...

Otro político, más recientemente, dijo que los españoles que votaban al PP eran tontos. Entonces, todo el partido podrido, o sea  el PP, se le echó encima, y en vista de lo cuyo, el tiempo no sólo le ha dado la razón, sino que se la ha aumentado, porque lo que ha sucedido en estas tierras este fin de semana es de imbéciles, al menos de ignorantes o masoquistas.

Yo no quiero pensar que esos votantes sean tontos, no quiero llegar a tanto, ni tampoco que sean imbéciles o masoquistas, ni siquiera que sean ignorantes, aunque la mayoría lo sea, sino que puede haber algo detrás que se me escapa, aparte del miedo al cambio que lógicamente tienen esos que han acumulado riquezas a costa del sudor del de enfrente. Esa gente, perdón gentuza, está muy bien con esta gente, perdón gentuza, que nos ha gobernado y me temo nos seguirá gobernando, porque eso es lo que hacen en lugar de administrar, como compete a toda administración en una auténtica democracia. Claro que la nuestra, de democracia tiene solamente el nombre, pues adolece de los principios que deben imperar en cualquier régimen democrático, entre otros, el de la legalidad de una partido y su ética. Se condenó hace tiempo a Herri Batasuna y Bildu, por no sé qué, que si apoyaban el terrorismo, como si éstos “piperos” no fueran terroristas, que por su malas actuaciones ha muerto gente y han destrozado familias, o también se les acusaba a esos partidos vascos de que eran anticonstitucionales... ¿Y un partido financiado con  dinero negro, qué? Un partido, alguno de cuyos miembros ha sido declarado como jefe u organizador de una banda criminal constituida para delinquir, que ayuda y promociona el blanqueo de dinero, corrupto por los cuatro costados, con dirigentes que han hecho de su capa un sayo mientras han desnudado a la sociedad, se presenta a unas elecciones, y no sólo debería ser declarado ilegal o incompetente e inadecuado para tal menester, sino que se le admite, y no pasa nada, nadie dice nada, y, por si fuera poco, se le vota... y gana... ¡Toma allá! ¡Olé la España cañí! Sin duda, este país es diferente que pregonó el otro. En ninguna parte de Europa, pese a estar dividida, ocurre que un partido bajo sospecha, no ya que gane, sino que ni siquiera le consienten que se presente a unas elecciones. Pero aquí no pasa nada. Y no pasa porque se admite y se admira al chorizo. Ciertamente el chorizo ibérico es digno de admiración por su sabor y riqueza alimenticia, pero estos son chorizos que necesitan, nunca mejor dicho, la aprobación (de probar y aprobar) del consumidor, que no del consumido por estos otros de los que España está lleno, cada vez hay más.

Necesitamos curarnos como “el ibérico” necesita una sana y justa curación para que delate sus virtudes. Como esta gente parece que no tiene otra virtud que acumular dinero a costa de los demás, y le trae sin cuidado España y los españoles, aconsejo -provengo de una tierra donde son expertos en curaciones de matanza-, que antes de llegar a una nueva matanza, se curen de sus vicios. Para eso, nada mejor que una bodega, y si puede ser la de un barco o carabela de las de antes, mejor, la travesía será más larga y el fruto madurará en su punto. Metámoslos en una bodega y a esperar su curación. Hay métodos. No todo está perdido. Y si no maduran, enviémoslos al otro mundo. Hasta allí llegaron las carabelas entonces.  

Olé la España cañí