viernes. 26.04.2024

Rajoy, la nada y el abismo

Con semejante forma de entender el mundo y un bagaje intelectual cimentado en lecturas tan prolijas como “La envidia igualitaria”, es fácil adivinar por qué Rajoy es como es y preside como preside.

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España tiene los mayores índices de pobreza conocidos desde que es un Estado Democrático, su economía productiva ha disminuido hasta niveles próximos a los de 1980, se está convirtiendo en un país de camareros y sirvientes a tiempo parcial muy mal pagados

“Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era un hecho objetivo que los hijos de “buena estirpe”, superaban a los demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que Méndel formulara sus famosas “Leyes” nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación”. Con verbo ágil, estilo impecable y pensamiento atrevido, así escribía y discurría el diputado de Alianza Popular Mariano Rajoy en el Faro de Vigo un cuatro de marzo de 1983, siguiendo las pautas ideológicas esbozadas con anterioridad por el preclaro filósofo dadaísta Gonzalo Fernández de la Mora, una de las cimas intelectuales y morales de la España imperial el espíritu impera moriremos besando la sagrada bandera. Embebido en sus tribulaciones epistemológicas, Rajoy había dejado de lado el método empírico, método que jamás le habría permitido llegar a semejantes conclusiones con sólo mirarse al espejo, comprobar la soltura dialéctica de Cayetano de Alba o la jeta de Fernando VII, por poner un nada intencionado ejemplo borbónico. Olvida, además, el eximio escritor pontevedrés que hoy preside el gobierno del Estado, el origen nada “estirpado” y humilde de personalidades como Miguel de Cervantes, William Sakhespeare, Rembrandt, Tintoretto, Caravaggio, Copernico, Newton, Goya, Turner, Thomas Alba Edison, Benajamín Franklim o Miguel Hernández. Pese a todo, justo es reconocer que los hijos de estirpes acomodadas durante siglos tienen bastantes más recursos para acceder a Registros y Notarías o para cultivar su espíritu leyendo el Marca que quienes desde que sale el sol hasta más allá del ocaso han de procurar alimento a su prole.

Con semejante forma de entender el mundo y un bagaje intelectual cimentado en lecturas tan prolijas como “La envidia igualitaria” de Gonzalo Fernández de la Mora, es fácil adivinar por qué Mariano Rajoy es como es y por qué preside como preside. Para Rajoy las cosas del espíritu se rigen por la Ley Natural, que como tal es hija de la Divina Ley, por tanto no hay nada que rascar y al hombre sólo queda la posibilidad de entender lo que dice esa ley y aceptarlo resignadamente como buenamente se pueda. Quienes están arriba, lo están porque así fueron concebidos, porque así estaba escrito cuando eran nasciturus; por el contrario, quienes tuvieron la mala suerte de nacer en las “diez mil viviendas” o en Arrabal de Benablón han de conformarse con la estrella que les ha tocado y poner toda su esperanza y afán en lo que les depare el Todopoderoso después de que las Moiras corten el hilo que penosamente les une a la vida. Aunque siempre quedaría la posibilidad de arrimarse, es decir, aún sabiendo que uno pertenece a segmentos sociales no elegidos, existe una tercera vía que consiste en acercarse a quien sí lo fue esperando de este modo recoger los frutos que la docilidad y la obediencia dan a quienes se dan cuenta de que la vida es como es y no como a uno le gustaría que fuese. En lo material, la vida camina por senderos similares, al igual que sucede con la Ley Natural, la comprensión de las reglas y derivas de la Ley de Los Mercados que mueve una mano invisible que se llama codicia sólo está al alcance de unos pocos, de los más despabilados, listos y hormiguillas, quedando para el resto la posibilidad de recoger las migajas que en un momento dado puedan caer. Nada ocurre porque sí, todo está escrito, nada queda fuera de los mecanismos diseñados por esa mano invisible, aunque se le puede ayudar legislando para que quien más tiene tenga más y quien menos tiene sienta en sus carnes el peso de la necesidad, la angustia del amanecer famélico y la desesperación del anochecer vacuo. De este modo, todos los recursos de los Estados han de dedicarse a que los poderosos tengan cada vez más propiedades y dineros, puesto que ellos, por la predisposición que da el nacimiento y la cuna, son los más preparados para administrarlos en su propio beneficio, lo que al final, indudablemente, devendrá en el beneficio de todos. No hay que intervenir en aliviar la pobreza, la enfermedad, el dolor, la necesidad porque eso crea gente mal acostumbrada que se cree con derecho a tener derechos, hay que forzar la rueda del tal manera que el lisiado, el refugiado, el perturbado, el emigrado, el pobre, el angustiado, el enfermo comprendan que están solos y que nada pueden esperar de nadie salvo la caridad cristiana o la paz que otorga la resignación. Durante décadas, los Estados europeos se fueron apropiando de parcelas que nunca tendrían que haber salido de manos de la sociedad, es por ello que la labor de cualquier gobierno que se precie debe consistir en devolver a esa sociedad lo que le fue usurpado procediendo a privatizar hospitales, escuelas, pensiones, viviendas sociales, luz, agua y cualquier otro servicio que pueda proporcionar bienestar a quienes saben lo que es bienestar, que no son otros que los que fueron criados en él.

Esperando a ver si escampa es la política de Rajoy, y si no escampa, pronto sabremos en nuestras propias carnes lo que vale la palabra de un patriota español, cuando ya nada tenga remedio más que la “dolce vita” de los hijos de “las estirpes”

España tiene los mayores índices de pobreza conocidos desde que es un Estado Democrático, su economía productiva ha disminuido hasta niveles próximos a los de 1980, se está convirtiendo en un país de camareros y sirvientes a tiempo parcial muy mal pagados. Mientras el número de pobres crece en progresión geométrica, el de ricos muy ricos sube año tras año impulsado por las sicav, la disminución de los tramos del impuesto sobre la renta y la laxitud general del sistema tributario. No existen medidas redistributivas ni planes encaminados a dar empleo a quienes ya han perdido cualquier esperanza de encontrarlo. Al igual que en los años de la dictadura, estamos asistiendo a una impresionante fuga de cerebros sin que los poderes públicos hagan nada para evitarlo y una parte considerable de los ciudadanos de Catalunya han decidido ya, pase lo que pase en las próximas elecciones autonómicas, que no son españoles, que nada tienen que ver con quienes viven al otro lado del río Íbero. Ante esta situación dramática, quién recurrió el Estatuto de Catalunya abriendo con esa actitud el camino a la desafección de miles de catalanes, se erige en salvador de la Patria amparándose en la Ley Natural y amenazando con las del Mercado y otras de carácter marcial. Ni una rectificación, ni un solo llamado a la concordia, ni una muestra de comprensión ante los anhelos de un pueblo herido, ni una muestra de respeto sincero hacia una cultura milenaria que es tan de todos como la castellana o la andaluza, en fin, ni una sola que indique que estamos ante el hombre de Estado que precisa una situación tan apurada como esta que soportamos sin que la inmensa mayoría tengamos nada que ver en ella. Esperando a ver si escampa es la política de Rajoy, y si no escampa, pronto sabremos en nuestras propias carnes lo que vale la palabra de un patriota español, cuando ya nada tenga remedio más que la “dolce vita” de los hijos de “las estirpes”.

Rajoy, la nada y el abismo