jueves. 28.03.2024

Sobre Izquierda Unida y Podemos

Tanto IU como Podemos están sufriendo un acoso mediático indecente desde toda la prensa convencional del país...

Sería un inmenso error que Podemos ignorase los puntos de unión que tiene con Izquierda Unida

Pienso que a pocos escapa que el régimen nacido tras la aprobación de la Constitución de 1978 está llegando a su final y que pese a la negativa de muchos a observar la realidad tal como es, ya está abierto un proceso constituyente que inevitablemente cambiará tanto el ordenamiento jurídico fundamental vigente como las personas que hasta ahora han regido la “res pública”, las relaciones sociales y la conformación territorial del propio Estado. No seré yo quien niegue que la Constitución del 78 fue un avance descomunal respecto a lo anterior y que ha servido para el normal desenvolvimiento en libertad de instituciones y ciudadanos, sin embargo, desde la llegada de Aznar al poder y el comienzo de la globalización, ha quedado obsoleta, sobre todo porque hay normas europeas e internacionales que están por encima y porque en las últimas dos décadas –salvo la primera legislatura de Zapatero- sólo se ha cumplido de ella la parte más retrógrada, cercenando o paralizando aquellos artículos más beneficiosos para el interés general. La hora es decisiva y hay que tomar partido porque en ello nos va la vida. Por un lado están las fuerzas del inmovilismo, el Partido Popular, parte del Socialista y los nacionalistas, que siguen enredados con un solo juguete a ver por dónde sale el sol; por otro, principalmente, Izquierda Unida, las plataformas ciudadanas constituidas para las elecciones municipales y Podemos, fuerza política que ha irrumpido como un volcán en un país que parecía un páramo alejado de cualquier esperanza regenerativa.

Tanto Izquierda Unida como Podemos están sufriendo un acoso mediático indecente desde toda la prensa convencional del país. Por un lado, se intenta meter a Izquierda Unida en el mismo saco que a los partidos más afectados por los numerosísimos casos de corrupción que asolan al país cuando es el único partido cuyos secretarios generales han renunciado a la pensión vitalicia y a las dádivas que ofrece el régimen, cuando lleva años clamando en el desierto contra la arbitrariedad y el abuso de los gobiernos, tanto centrales y autonómicos, que han propiciado con su acción o su pasividad, el orden de cosas que hoy nos desespera. Por otro, los mismos medios la han emprendió contra Podemos de una forma tan brutal que canta por los cuatro costados y está produciendo efectos completamente opuestos a los deseados por sus promotores. Recuerda mucho esta ofensiva contra Podemos a la que en su día hizo la prensa del tiempo contra Manuel Azaña cuando los sucesos de Casas Viejas, poniendo en boca del entonces Presidente del Gobierno frases tan burdas y cuarteleras como: “A esos, tiros y a la barriga, que es donde más duele…”. Si uno saliese ahora mismo de las entrañas de la mar océano después de convivir largo tiempo con tiburones, fletanes y ballenas azules y se dispusiese a ponerse al día informándose por la televisión o la prensa escrita, sin duda no andaría muy lejos de creer que Pablo Iglesias, Íñigo Errejón o Juan Carlos Monedero han aparecido en el panorama político español de la mano de Lucifer para llevarnos a todos al abismo, como si el abismo no estuviese aquí ya y sus hacedores no tuviesen nombres y apellidos de todos conocidos. Pero, en fin, las campañas son tan burdas, tan visibles, tan rastreras que difícilmente tendrán éxito por mucho que insistan en la mentira, la difamación y el miedo.

La suerte parece echada y, salvo que medie cataclismo inesperado, el próximo Parlamento estatal no se parecerá en nada al que hoy nos llena de desasosiego y desesperanza. Nadie podía augurar cuando Pablo Iglesias anunció la concurrencia de Podemos a las elecciones europeas, que esta formación –según indican la mayoría de encuestas- pudiese colocarse al cabo de dos años en el primer lugar en cuanto a expectativas de voto. Muchos creíamos que el sufragio del descontento iría, en buena medida, a parar a las filas de Izquierda Unida, partido que nunca ha gobernado en el Estado ni tampoco en solitario en Comunidad Autónoma conocida. Habría sido lógico que así hubiese sido, que se le hubiese dado la oportunidad de demostrar que hay otra forma de hacer política. Sin embargo, el fenómeno Podemos, muy inteligentemente construido por Pablo Iglesias y los suyos, ha calado de forma impresionante en la población y eso parece que no tiene marcha atrás en el plazo medio. Ahora bien, sería un inmenso error que Podemos, que tiene una estrategia electoral muy clara y definida para llegar al mayor número de personas, ignorase los puntos de unión que tiene con Izquierda Unida, su trabajo de años y su tenacidad ante la adversidad. Estoy seguro que no se va a producir una coalición ni una alianza programática porque eso podría afectar negativamente a los resultados electorales de la formación que dirige Iglesias, pero no apoyar en cuantos casos sea menester a los candidatos más capaces y comprometidos sería, a nuestro entender, una hipoteca que habría de ser pagada a muy alto interés en el futuro próximo. Pongamos el ejemplo de Madrid, con toda probabilidad, la militancia y los simpatizantes de Izquierda Unida elegirán a Tania Sánchez Melero como candidata a la presidencia de la Comunidad. A nuestro juicio, no hay mejor candidata como ha demostrado en los años que lleva en la lucha política o en sus intervenciones en diversos medios y foros “ajenos”. Ahora mismo las intenciones de voto que declaman las encuestas son muy superiores para Podemos que para Izquierda Unida tanto en Madrid como en el resto de España, pero si ante una candidatura como la de Sánchez Melero, Podemos escurre su responsabilidad, habrá puesto una piedra en el camino para la formación y para las esperanzas de buena parte de la ciudadanía. Es cierto que quien más arriesga es quien más posibilidades de ganancia tiene, pero hay una cosa que se llama ética, y eso la izquierda, sea cual sea su marca, no puede volver a olvidarlo en ningún caso, pues estaríamos muy cerca de volver a repetir errores del pasado más reciente.

Igual que ocurre con Tania Sánchez Melero, sucede con Alberto Garzón y el grupo de jóvenes que se aproxima a la dirección de Izquierda Unida. Su valía, su entrega y su compromiso no pueden ser ninguneados porque en ellos resumen el de miles de militantes del Partido Comunista y de Izquierda Unida durante décadas y, además, también anuncian un tiempo nuevo. Es hora de ser inteligentes, de armar con sabiduría la estrategia que coloque a la izquierda en situación de poder dirigir el nuevo tiempo que se nos viene encima y, por esto, es también la hora ineludible de la generosidad y la concordia entre afines. Todas las fuerzas serán pocas para la inmensa tarea de reconstrucción y de construcción que aguarda. Casi todo está hecho pedazos.

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