viernes. 29.03.2024

A vueltas con los sindicatos

El artículo de Sol Gallego-Díaz, “Ni se les ve ni se les oye”, viene a sumarse a una lista que se va haciendo progresivamente más larga de voces que se preguntan qué les ocurre a los sindicatos...

El artículo de Sol Gallego-Díaz, “Ni se les ve ni se les oye”, viene a sumarse a una lista que se va haciendo progresivamente más larga de voces que se preguntan qué les ocurre a los sindicatos en esta coyuntura crítica. Se trata de voces amigas, y esto es algo que tiene que dar de pensar en el seno de los estados mayores sindicales. No se trata de una conspiración o confabulación universal contra algo que funciona bien y que no hace falta cambiar. No se trata de ningún síndrome extraño de personas que buscan a toda costa un protagonismo que ya no tienen, por el procedimiento de descalificar a las direcciones actuales. Se trata de una inquietud social y política ubicada en posiciones inequívocamente de izquierda. Y la inquietud crece al paso de los días, porque la situación sigue estancada y no hay signos visibles de inconformismo o, siquiera, de vitalidad. La fórmula avanzada por José Luis López Bulla, «no sabemos vender nuestros logros», parece haber sido aceptada con una unanimidad extraña, porque nadie se plantea la forma de vender mejor los logros pasados, presentes y futuros, y en cambio aparece un tinte de resignación: «es que somos la hostia, no tenemos remedio.»

Bienvenido sea, entonces, el debate. Bienvenidas intervenciones como la de Ramón Alós en el blog Metiendo bulla. Con la misma prudencia que él emplea, quiero decir que a mí también me parece, entrando en el meollo de las estructuras, excesivamente rígida y descompensada la dicotomía entre federaciones de rama y uniones territoriales. Por el camino del fortalecimiento de la iniciativa sindical en el territorio sería posible llevar a la participación y al compromiso a una pléyade de trabajadores a los que no ampara una negociación colectiva centralizada erga omnes. Los omnescada vez van siendo menos, el precariado avanza. Y temas como elhomeworking, que afecta sobre todo a las mujeres, o el teletrabajo – y la lista podría ampliarse sin dificultad –, solo pueden abordarse desde la organización de una actividad muy pegada al terreno. Al territorio.

No coincido, en cambio, con Ramón en su apreciación de que el sistema basado en los comités de empresa ha sido globalmente positivo. No me valen las estadísticas. Era del todo previsible una correlación entre mayor afiliación y mejor funcionamiento de comités de empresa. El problema es el del huevo y la gallina. O sea, si es la presencia del comité lo que promueve la afiliación, o si es la presencia de afiliación lo que promueve un funcionamiento positivo del comité. Yo me inclino por la segunda opción. Una petición de principio parecida se la oí a Joan Coscubiela en su intervención en el acto del Cincuentenario de la CONC. Dijo Joan que en las empresas sindicalizadas la valoración del sindicato es alta, y en cambio es mala en las que no cuentan con afiliación. Habría motivo para felicitarse solo en el caso de que las empresas con presencia sindical fuesen una gran mayoría; pero no ocurre así. El problema, entonces, es cómo extender la afiliación, y con ella una valoración más positiva de la acción sindical, a las empresas, los sectores, las profesiones, los estratos de trabajo por cuenta ajena, donde ni está presente el sindicato ni se le espera. Porque si el sindicato se conforma con conservar su influencia en el ámbito reducido que aún controla, carece hoy por hoy del poder de intimidación necesario para luchar con posibilidades de éxito por los derechos conectados de una u otra forma con la prestación del trabajo, con los trabajadores.

Fue Bruno Trentin el primero en plantear, cuando ocupó la secretaría general de la CGIL, el objetivo ambicioso de un «sindicato de los derechos». Es eso exactamente, en los mismos o muy parecidos términos a como Trentin lo formuló, lo que muchos amigos del sindicato, y yo me pongo el último de la fila entre ellos, estamos esperando ver emerger en la actual situación de desconcierto sindical.

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