jueves. 25.04.2024

Tiempo de grandes maniobras

La novedad más atractiva que nos ofrece la inauguración del actual curso político es la asamblea constituyente de Podemos...

La novedad más atractiva que nos ofrece la inauguración del actual curso político es la asamblea constituyente de Podemos, que ha arrancado en setiembre y concluirá, si se cumplen las previsiones, en noviembre. Vamos a asistir “en directo” a la fundación de un partido político, y ese hecho resulta especialmente interesante en la medida en la que percibimos la necesidad urgente de refundación de otras venerables instituciones de la izquierda que hoy aparecen más o menos roídas por la carcoma. Aguardamos con expectación cuáles van a ser la estructura orgánica del nuevo partido, su programa, sus estatutos, sus métodos de comunicación interna, de representación, de elaboración de decisiones. Dada la frescura de ideas y la voluntad rompedora de los líderes de Podemos, de la actual asamblea pueden surgir pistas útiles para otros cofrades de la izquierda. Para los de la derecha, no. Es sabido que los partidos de derechas tienen una función vicaria y ancilar respecto de las fuentes establecidas y contrastadas del Poder, así económico como político. Pero un partido genuino de la izquierda alimenta (¿es así aún?, ¿o habremos de decir “alimentaba”?) la pretensión de erigirse en adelantado y guía de la marcha colectiva del conjunto de la sociedad hacia transformaciones trascendentes.

Quizás esperamos demasiado de Podemos. Exigimos, o poco menos, a sus dirigentes que sean ellos la prueba del algodón de la regeneración democrática, y no es justo. Tampoco es justo demonizarlos. Pedro Sánchez ha alertado al comité federal del PSOE acerca de una «convergencia objetiva» (una pinza, digámoslo claro) entre el PP y Podemos en contra de su formación. Puede que todo se reduzca a un homenaje personal a la serie de los Disparates de don Francisco de Goya, pero si lo ha dicho en serio sería la corroboración de algo que ya antes sospechábamos: que las primarias no son la solución más adecuada a las crisis de liderazgo.

He leído con atención la larga y sustanciosa entrevista de Orencio Osuna a Pablo Iglesias publicada en el diario digital Nuevatribuna. Veo en las explicaciones de Iglesias una mezcla de audacia y de reserva, natural esta última a la espera de que en algunos puntos neurálgicos sea la asamblea la que se defina. Con todo, yo diría a bote pronto que tiene claras muchas cosas, y que se equivoca en alguna de ellas. Un ejemplo de lo primero: Podemos no tiene por qué alinearse en frentes de izquierda contra la derecha, cuando la razón primera de su aparición es romper con mecanismos herrumbrosos y viciados de funcionamiento en el territorio de la izquierda (no en el de la derecha donde, como apuntaba antes, la herrumbre y el vicio son consustanciales – lo engrasan – al mecanismo de correa de transmisión que mueve a los políticos desde las instancias superiores del Poder o de los Poderes). La excepción a esta regla general de autonomía de funcionamiento podría venir de alianzas amplias, circunstanciales y podadas de siglas, para conseguir mayorías estables en ayuntamientos en los que la contestación social y ciudadana es unánime y clamorosa; pero sería, repito, una excepción a la dinámica general de la nueva organización.

Un ejemplo de lo segundo: lo que se refiere al sujeto emancipador queda en la entrevista bastante borroso. Por quedarlo, tampoco se decanta Iglesias sobre si el horizonte en el que Podemos enmarcará su perspectiva política es el de un capitalismo profundamente  reformado por medidas correctoras y democratizadoras, o si va a proponerse trascender ese horizonte teórico, y en qué dirección. La mayor incógnita es cómo pretende configurar y vertebrar esa gran mayoría social a la que se refiere. Porque si existe una mayoría social, está invertebrada. ¿Se propone Podemos convertirse en un partido de masas, o bien la vertebración, como supongo, ha de llegar por otro camino? En este terreno no todo puede fiarse a la comunicación electrónica y a la telemática.

Pero estas objeciones puntillosas y puestas por lo demás entre paréntesis no tienen en realidad – aún – una gran importancia. Todo está por definir, todo es posible, e incluso si en algo se yerra el tiro a la primera, habrá muchas ocasiones para rectificar.

Lo que sí es importante es la presencia en el escenario político de un elemento novedoso y sorprendente, llamado a remover las aguas estancadas. Ya llegará el momento de fijar posiciones. De momento, lo que procede es alegrarnos todos de la iniciativa de Podemos, y de su inminente puesta de largo.

Tiempo de grandes maniobras