viernes. 26.04.2024

¡Oh Susana!

En principio no se trata de una operación de hondo calado, sino de una estrategia a corto plazo para salvar los muebles...

Antes incluso de que se abrieran las urnas para los votantes griegos y se consumara el terremoto anunciado, Susana Díaz informó a los dirigentes de Izquierda Unida de la ruptura del pacto de gobierno y anunció la convocatoria de elecciones anticipadas para el 22 de marzo en Andalucía.

En principio no se trata de una operación de hondo calado, sino de una estrategia a corto plazo para salvar los muebles. Sin embargo, como en ciertas películas dirigidas al gran público, podrían fabricarse secuelas si el guión tiene éxito de audiencia. Y es que todo el meollo del asunto lleva el marchamo de los think tanks de Ferraz. Incluso han sido sorprendidos en las inmediaciones el infatigable Pepe Bono y el entrañable Zeta Pe, con muecas de risa contenida asomándoles por las comisuras del rictus de compunción.

Examinemos con más atención las características del terreno elegido para la batalla: en relación con el Partido Popular, el embolado de los ERE se compensa con el frenético final de la instrucción del Gürtel por parte del juez becario Ruz y con la resurrección de Bárcenas entre los vivos, después de pasar una temporada en el infierno. Por ambos lados se esperan revelaciones formidables antes de los idus de marzo. Empate técnico por consiguiente en el peor de los casos, y en el mejor, ventaja potencial para los socialistas en ese escenario.

Mirando en la dirección opuesta, el adelanto electoral pilla con el pie cambiado tanto a Izquierda Unida como a Podemos. En el primer caso por dudas existenciales, en el segundo por la necesidad de improvisar una candidatura bisoña contra el reloj, y en ambos por el prurito que empuja a una y otra formación a evitar coyundas que podrían desvirtuar sus respectivos y preciados adeenes: cada cual está orgulloso de sus ocho apellidos de izquierdas. En cualquier caso, IU resulta para el PSOE andaluz un socio “a la baja”, del que conviene desembarazarse a tiempo para tener las manos libres con vistas a nuevos horizontes; y los noveles de Podemos, envalentonados por el éxito rotundo de Alexis Tsipras en Grecia, sin embargo no habrán llegado aún en marzo al punto más alto de su trayectoria parabólica previsible. Todas ellas son ventajas comparativas que confluyen en el momento elegido para la convocatoria.

La jugada se completa con la presentación de una candidata en estado avanzado de buena esperanza. ¡Qué mejor augurio para una legislatura idílica, con biberones y cambio de pañales cada cuatro horas!
Y finalmente, queda en cartera la apuntada posibilidad de secuelas. Si la jugada pensada para las autonómicas sale bien o muy bien, y en cambio en otras autonomías y en el conjunto de los municipios del país se produce un retroceso perceptible de las expectativas, siempre se estaría a tiempo de cambiar de montura en mitad del vado y forzar un cambio de liderazgo, apartando a un lado a ese muchacho voluntarioso pero poco hecho políticamente que no acaba de convencer a los estrategas empedernidos de Ferraz.

Cierto que el movimiento sería arriesgado. El/la jinete/a audaz que se atreve a montar Clavileños suele acabar el viaje molido/a a palos y escocido/a. Pero nadie podrá quitarle la gloria del intento. O por lo menos así lo sentenció Don Quijote en casa de los duques.

¡Oh Susana!