martes. 16.04.2024

La resistible ascensión de los mediocres

turull

Si la operación, definida en los medios nacionalistas como Opción C, se consuma finalmente, el ansiado viaje a Ítaca será patroneado en esta nueva etapa o avatar por el último de la fila

Es posible que Jordi Turull, el político curtido en las complejidades de la administración municipal de Parets del Vallés, sea el próximo candidato a presidir la Generalitat de Cataluña, por acuerdo consensuado del independentismo militante. El hecho es bastante asombroso en sí mismo, pero existen antecedentes. Incitatus (Impetuoso), un caballo de carreras extraordinario en su género, fue el candidato in pectore de Calígula para sucederle al frente del Imperio Romano.

Corrían otros tiempos, en verdad. Calígula no disponía de dos millones de votos con los que abonar su elección, y la guardia pretoriana zanjó el asunto con la punta de la espada. Calígula perdió literalmente la cabeza eIncitatus siguió, se supone, ocupado en lo suyo; era un caballo veloz en el hipódromo, pero sin ambiciones ulteriores de gobernante.

El caso de Turull parece ser distinto. Sus características son más las de perro guardián que de caballo de carreras. Cuando algunos/as dirigentes del procès optaron por retirarse, disconformes con el cariz que iban tomando las cosas tras la sustitución de la hoja de ruta del referéndum pactado por la de la declaración unilateral, fue Turull quien acuñó la frase inolvidable de que el momento catalán no era apto para hiperventilados ni tiquismiquis.

Nadie le ha agradecido oficialmente aquella grandilocuencia; pero las defecciones han seguido a ritmo acelerado hasta convertirse en un tourbillon que ha acabado por depositarle en soledad ante las gradas del templo. Clara Ponsatí ejerció de hiperventilada hace pocos días, y se marchó a Escocia a dar clases de lo suyo; antes Joaquim Forn se había puesto tiquismiquis para pedir la excarcelación, y muy recientemente también ha arrojado la toalla Jordi Sánchez, que tenía para salir elegido todos los números excepto el del juez Llarena.

No importa entonces que la preparación de Turull para ejercer el posgobierno de la Posgeneralitat sea tan minimalista que dé pie a los peores presagios; que su hábito de obediencia a piñón fijo y en vuelo rasante lo convierta en previsible titella (marioneta) de los poderes fácticos con marchamo indiscutible de catalanidad (y existen). Es el único capaz de dar el paso al frente en las filas diezmadas de los gladiadores con gen convergente. El único inmune, al parecer, a la hiperventilación y los tiquismiquis.

Si la operación, definida en los medios nacionalistas como Opción C, se consuma finalmente, el ansiado viaje a Ítaca será patroneado en esta nueva etapa o avatar por el último de la fila. Harían bien los patrocinadores de la odisea en preparar adecuadamente la partida de la nave con sacrificios propiciatorios y contratar a augures y adivinos que sepan leer el futuro en las entrañas de las bestias. De otro modo, la navegación inexcusable entre los escollos de Escila y Caribdis podría degenerar en un ejercicio de alto riesgo, tanto para la tripulación en pleno como para los inocentes pasajeros.

La resistible ascensión de los mediocres