viernes. 29.03.2024

Niños candidatos a maltratadores

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Niños candidatos a maltratadores y niñas en riesgo inconsciente de ser caldo de cultivo de la sumisión y el terror sin temor a ser sometidas para ser aceptadas en el clan

Los padres aterrorizados acuden al centro escolar donde su hija de 12 años estudia. La niña, en pánico, no entiende lo que pasa, no comprende lo que pasó. Acaba de confesar que está embarazada y que no sabría decir quién es el padre. No es una pesadilla, no es una obscenidad, es una realidad enmascarada tras mil visillos que nos impiden mirar de frente una realidad social que se abre camino entre los más desprotegidos.

En un centro escolar de una pequeña ciudad del noroeste, alumnas y alumnos al salir de clase hacen “una quedada” en tal o cual lugar, plaza o descampado, tampoco se crean que se esconden en exceso. Una niña, aquella niña, se presenta voluntaria para ser la protagonista de un juego, de una macabra rotación sexual, en la que varios alumnos hacen uso de la menor, sin el menor recelo por su parte, resultando perdedor aquel muchacho que no supo contenerse y dejó su identidad en la pequeña. La felicitación de sus amigas y amigos hace, incluso, que se crea la hembra alfa del grupo. No pretendo extender este macabro paisaje. Por si tienen curiosidad, les aconsejaría que acudan a las cercanías de algún lugar donde se practique el “botellón” de fin de semana y podrían ser testigos de una apuesta en la que pierde aquel joven que no soportó la felación de “otra voluntaria” y acabó pagando las bebidas, por incontinencia sexual.

No se crean que hablamos de familias desestructuradas en barrios marginales, no se vayan tan lejos, quédense por cerca, no hay que caminar demasiado. Niños candidatos a maltratadores y niñas en riesgo inconsciente de ser caldo de cultivo de la sumisión y el terror, sin temor a ser sometidas para ser aceptadas en el clan. Esto está sucediendo en nuestro entorno. Unos dicen que son casos aislados -así comienzan las pandemias- otros miran para otro lado, al tiempo que el desamparo de  las jóvenes mujeres reclama justicia y atención.

Podríamos inundar de estadísticas hojas en blanco, que nos deberían sonrojar. Asistimos a un retroceso galopante de valores y comportamientos que ponen en riesgo los avances conseguidos en igualdad de género. Sin más ambages: se está involucionando hacia un perverso sistema de sometimiento de unas por otros. Más del 30 % de los chicos reconocen, con naturalidad,  que utilizan las nuevas tecnologías para controlar a sus parejas. Es aterrador comprobar que el mismo porcentaje de chicas valoran y asumen con normalidad esa situación de sometimiento. Incluso pueden llegar a justificarlo como un acto de “amor”, cuando amar es incompatible con la sumisión. No es un problema de biología, el sexismo y la violencia de género son ruidos de fondo procedentes del principio de los tiempos, fruto de modelos sociales, violentos y basados en la asimetría y la supremacía como modo de vida.

Es violento quien impone su voluntad sobre la razón del semejante. Asistimos aterrorizados a ISIS lejanos que usan a las mujeres como intendencia, como seres inferiores. No es necesario mirar al horizonte, debemos prestar atención a nuestras casas, a nuestras calles, en lugar de asistir impasibles al emerger de sociedades carentes de valores. Tenemos el antídoto entre nosotros: LA EDUCACIÓN. Seamos intransigentes con la intransigencia. Convirtamos la violencia machista en anormalidad, arrinconemos a los cobardes, que desfilen delante, atentos a su estupidez.    

Niños candidatos a maltratadores