jueves. 28.03.2024

El miedo pudo más que la ilusión por el cambio

Estamos asistiendo al “cuento” interesado  de todo tipo de valoraciones para explicar el supuesto fracaso electoral de Podemos.

Y miren, déjenme empezar por negar la mayor. La del fracaso electoral. Porque, obtener más de cinco millones de votos y 71 diputados, tras la campaña de acoso y derribo desatada contra Podemos por todos, considero que es no sólo algo muy meritorio sino un gran triunfo si se  valora el recorrido.

Que finalmente, el miedo, con la ayuda inestimable del resultado del Brexit del Reino Unido;  y por qué no decirlo, del despliegue que de forma interesada y sesgada  se proyectó por parte de toda la prensa española durante  “el sábado de reflexión” contra el populismo. Actitud que solo puede tener una explicación y un propósito: hacer daño a Unidos Podemos en el envite electoral.  Porque,  no hablaban de que era la extrema derecha  quien celebraba el resultado de forma eufórica…, ni de que había sido la irresponsabilidad del primer ministro Cameron (al no establecer ninguna norma para el referéndum, como porcentaje de participación y porcentaje de votos a favor necesario para la validez de la consulta…, por ejemplo) quienes habían provocado esa situación. Por cierto, que son los socios del Partido Popular en el grupo del Parlamento Europeo…

Pero  no,  porque lo que  interesaba era aprovechar para cargar las tintas en lo de “los populistas” para incluir a Podemos en los miedos que sembraba la noticia. Y no era algo casual. No lo era porque sabían que un 1,4% del electorado había decidido cambiar su voto ya el viernes en la noche, y que otro 3% adicional no lo descartaba ante las graves consecuencias que se anunciaban con el resultado del Brexit.

No, no me lo invento. Son los datos que arrojaba el sondeo de Metroscopia  ya  el viernes en la noche. Tal y como reconocía recientemente su presidente José Juan Toharia, para explicar el por qué fallaron las encuestas.

Así pues, es un hecho que el miedo finalmente, pudo más que la ilusión por el cambio.

Pero aún así, interesa conocer para el futuro, qué otras cuestiones han podido influir. Los demás por qué,  para que el miedo haya brillado más que las ilusiones por el cambio que se veía al alcance de la mano según todos los sondeos.

Porque  no fue sólo el miedo, que sin duda influyó de manera determinante, para que el PP mejorara sus resultados del 20 de Diciembre. Desde mi criterio, también determinados errores, han hecho que la ilusión por Podemos se haya resentido. Hay varios aspectos que no han ayudado o han podido influir negativamente para que ese millón de votos y de personas cambiaran su destino.

La primera ha sido infravalorar la influencia del todos contra Podemos. Situación que arranca de la negativa a votar el gobierno de Sánchez. Quizás, y solo digo quizás, no se tuvieron en cuenta todas las consecuencias que el hecho entrañaba. Entre ellas ésta de que un sector de los apoyos conseguidos, pudiera no verlo tan claro y posteriormente sucumbir ante el todos contra Podemos.

La segunda cuestión a valorar, sin que ello suponga renegar  que fuera necesaria la alianza, es no haber previsto y preparado la respuesta, para lo que  anunciaban las votaciones para la confluencia, en el seno de Izquierda Unida. Con una participación alarmantemente baja (20% de su militancia) que no anunciaba precisamente entusiasmo. Como se pudo comprobar acto seguido, con los episodios de Almería, Asturias, Alicante…, donde toda España pudo ver “las miserias” más antiguas de la vieja política: el sectarismo y las peleas por un puesto.

El Podemos más transversal fue también confundido  con abrazos y emociones “al pasado”; en una imagen que fue portada interesada en los medios. No puedo saber si fue algo espontáneo contra el análisis racional de lo que necesitaba la realidad política y un análisis más riguroso.

El pragmatismo de Podemos ya había salido tocado por la estrategia del PSOE de pactar primero con Ciudadanos y luego someterlo al trágala de los hechos consumados. Y Podemos había pecado  de bisoñez y de una cierta soberbia  comprensible, sin darse cuenta quizás, que estaba dando pié a resucitar de un plumazo “la pinza y el sorpasso”, las dos cuestiones que hundieron a IU en su mejor momento hace ahora veinte años.

El abrazo emocionado con quien fue protagonista directo de aquella pinza y situación, no ayudaba nada, fue un claro error. Y si hubiera sido buscando o un efecto calculado para atraer el voto de IU hacia la coalición Unidos Podemos, no funcionó y además hizo daño al voto de Podemos.

Debe analizarse con tranquilidad la necesidad de que esa confluencia se acote para que pueda sumar en el futuro y no sea objeto de confusión para un sector de votantes que, por ambas partes, no han comprendido o no han aceptado, la suma de ese acuerdo.

Podemos sigue estando en una magnífica situación para seguir sumando y creciendo, y haría muy mal en entretenerse (más allá del análisis para corregir los errores) en flagelaciones absurdas que no corresponden con el éxito electoral en el que se encuentra.

Podemos está en el camino de ser una fuerza relevante y llamada a encabezar la nueva política de la sociedad española. Pero está en ese “tiempo” en el que tiene que ser con trabajo y consecuencia como certifique que no son una ilusión efímera. Que han venido para quedarse y para ser útiles en la nueva política, en esa que antepone la ética a cualquier otra consideración.

Ese es el reto que para Podemos comienza hoy.

El miedo pudo más que la ilusión por el cambio