jueves. 18.04.2024

Una petición a quien haya de asumir el Gobierno en España

Acabamos de vivir unas elecciones complejas, que no serán fácilmente conjugables para constituir Gobierno. 

Acabamos de vivir unas elecciones complejas, que no serán fácilmente conjugables para constituir Gobierno. Ojalá lo sean, pues habremos aprendido a caminar en la pluralidad y en el diálogo, lo que hacía falta. En esta enredada situación, se explicitan diversos valores y objetivos, todos necesarios para construir una sociedad más justa y cohesionada. Deseo incluir un aspecto nuevo, especialmente para quien no lo tuviera integrado en sus preocupaciones o programa de gobierno. Es el fomento de la economía social. Afortunadamente me apoyo en unas recomendaciones que ha elaborado recientemente el Consejo de la Unión Europea, el pasado 7 de diciembre de este año, titulado “La promoción de la economía social como motor clave del desarrollo económico y social en Europa” [1]

Me atrevo a hacer esta petición precisamente porque la Economía Social (ES) es motor de desarrollo, lo    que en nuestro país constituye una necesidad, a pesar de los “triunfalismos” escuchados en algunas zonas de la campaña electoral alardeando de empleo y camino por la “senda del crecimiento”. El Consejo Europeo reconoce que “la ES desempeña un papel importante en la transformación y evolución de las sociedades contemporáneas, los sistemas de bienestar social y las economías y, por ende, contribuye sustancialmente al desarrollo económico, social y humano de Europa, y más allá de Europa, y es complementaria a los sistemas de bienestar social existentes en muchos Estados miembros”. Se necesitan (necesitamos) empresas que tengan integrado en su estrategia el interés de una sociedad que ha de crecer de forma equilibrada en el  bienestar social, donde todas las personas tengan su espacio y la exclusión comience a ser eliminada.

El Consejo de la UE afirma que “la economía social contribuye, además, al logro de varios objetivos clave de la UE, a saber: un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, empleo de alta calidad, cohesión social, innovación social, desarrollo local y regional, y protección del medio ambiente. También constituye una herramienta importante que contribuye a garantizar el bienestar de las personas. Y algo aún más relevante, la economía social es un sector que ha capeado la crisis económica mucho mejor que otros sectores y cada vez se reconoce más su papel a nivel europeo”, con lo que se está reconociendo que la amenaza de crear una sociedad del “riego global”, como afirmaría Ulrich Beck, que traslada a la persona el riesgo de la precariedad generada por el sistema y ante la que la víctima se queda aislada, debe dejar de ser una amenaza real. Las empresas y los actores económicos deben asumir la responsabilidad de la repercusión de sus acciones de forma que no vayan contra la sociedad, donde ellos mismos viven y de la que se alimentan esas mismas empresas.

Reconoce, también,  el Consejo que “en los últimos años, la economía social ha aumentado su visibilidad política como un sector que constituye un pilar importante, sobre todo en términos de empleo y cohesión social en Europa, y que es además clave para lograr los objetivos de la estrategia Europa 2020”. Ya afirmó el Comité de las Regiones Europeo que “las organizaciones de la economía social son los socios naturales de los entes locales y regionales a la hora de elaborar estrategias” [2]  precisamente por su aportación y contribución en la cohesión social. Esto se dijo en 2002, pero aún no se ha realizado con la contundencia con que se afirma. Va siendo hora de que se acepte esta forma de hacer empresas y de crear economía colectiva como un agente económico que necesariamente se ha de tener en cuenta en el diálogo institucional. Ya en 2010 “la Comisión indicó claramente que, en esta primera década del siglo XXI, se ha observado en Europa, y en el resto del mundo, la existencia de un enorme potencial de innovación en el ámbito de la economía social y subrayó la contribución de este sector a la búsqueda de soluciones innovadoras a los principales problemas socioeconómicos, muchos de los cuales surgen de la exclusión social y del envejecimiento de la población”[3].

El Consejo de la UE, en las conclusiones que se citan,  afirma que las empresas de ES “pueden ser consideradas vectores de la cohesión económica y social en Europa, ya que sirven para crear una economía social de mercado pluralista y resiliente. Actuando en el interés general, las empresas de economía social crean puestos de trabajo, aportan productos y servicios socialmente innovadores, facilitan la integración social y promueven una economía más sostenible y anclada a nivel local. Se basan en los principios de solidaridad y emancipación”. Lo que es cierto, pues esta forma de hacer empresa defiende el interés común antes que el privado y se basa en el empeño colectivo de emprendedores que se comprometen con un proyecto empresarial en el que todos ganan si el éxito les acompaña. Lo que siempre será más factible si, en el empeño, las fuerzas colectivas y la creatividad van en la misma dirección. No es vano reforzar estos valores cuando se han sufrido las consecuencias de una crisis que ha elevado a la categoría de precariado estructural lo que tan solo debía de ser excepción anómala.

El Consejo de la UE, sigue afirmando en sus conclusiones que “el conjunto de medidas sobre inversión social de 2013 [4] dio una orientación a los Estados miembros sobre el modo de lograr que las políticas sociales fueran más eficaces, y efectivas y reafirmó que la inversión social consiste en invertir en las personas para potenciar sus competencias y capacidades y ayudarlas a participar plenamente en la vida laboral y social. En un momento histórico en que Europa se enfrenta a retos gigantescos por lo que respecta al desempleo y la exclusión social, así como a cambios demográficos, las empresas de economía social tienen que desempeñar una función fundamental en la mejora de las perspectivas actuales y futuras de las mujeres y hombres tanto en la sociedad como en el mercado laboral”. Voy a repetirlo, como diría Saramago, no porque crea que ustedes no lo entienden, sino porque me gusta repetirlo: “En un momento histórico en que Europa se enfrenta a retos gigantescos por lo que respecta al desempleo y la exclusión social, así como a cambios demográficos, las empresas de economía social tienen que desempeñar una función fundamental en la mejora de las perspectivas actuales y futuras de las mujeres y hombres tanto en la sociedad como en el mercado laboral”. Y me gusta porque estos mensajes se olvidaron en quienes gobiernan al admitir que la precariedad era un presupuesto incuestionable para asumir unas políticas de austeridad (austericidas) que la realidad ha demostrado que tan solo han conducido a la conformación de un “precariado” que, en lenguaje de Zigmunt Bauman[5], está unido por “la condición de extrema desintegración, pulverización y atomización. Independientemente de su procedencia y denominación, todos los precarios sufren y cada cual sufre solo… esa extraña mezcla de ignorancia e impotencia y una inagotable fuente de humillación”.

Es, pues, necesario fomentar las oportunidades de creación de estas empresas para su extensión y desarrollo, así como potenciar a las entidades ya existentes para que, realmente, esta forma de emprender sea eficaz y eficiente en su colaboración y aportación para construir unas políticas sociales realmente creadoras de cohesión y equidad social, si es que estos valores en la construcción de la sociedad tienen peso en la agenda de quienes gobiernen. La Conclusiones del Consejo dicen que “la Hoja de ruta de la Presidencia luxemburguesa sobre la promoción de las empresas de economía social en Europa[6] se centra, en particular, en el desarrollo de las empresas de economía social, pero al mismo tiempo destaca la importancia de un «ecosistema» global para la economía social en Europa. Hace especial hincapié en la necesidad de crear un ecosistema financiero adecuado capaz de proporcionar un apoyo eficaz a la innovación social… El debate internacional sobre el desarrollo de la economía social y solidaria se hace cada vez más potente, y podría contribuir a conformar la agenda 2030 sobre desarrollo sostenible”. Acaban estas Conclusiones lanzando una larga lista de acciones y políticas que los gobiernos de la UE deberían realizar.

Ojala que a quien le corresponda gobernar este país se tome en serio estas recomendaciones.


[1] Conclusiones del Consejo sobre la promoción de la economía social como motor clave del desarrollo económico y social en Europa, adoptadas por el Consejo EPSCO en su sesión n.º3434 celebrada el 7 de diciembre de 2015.
[2] Dictamen del Comité de las Regiones sobre el tema «Asociaciones entre las autoridades locales y regionales y las organizaciones socioeconómicas: contribución al empleo, al desarrollo local y a la cohesión social» (2002/C 192/13)
[3] «Hacia un Acta del Mercado Único – Por una economía social de mercado altamente competitiva -– Cincuenta propuestas para trabajar, emprender y comerciar mejor todos juntos » COM(2010) 608 final.
[4] COM(2013) 83 final.
[5] “Ceguera moral: la pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida”. Paidós, Estado y Sociedad
[6] Resolución del Parlamento Europeo de 30 de julio de 2015 (2014/*2236 (INI)).

Una petición a quien haya de asumir el Gobierno en España