viernes. 29.03.2024

Ojo con las encuestas

Las encuestas son útiles, pero tienen muchas limitaciones que hay que hacer patentes ante la población y los medios.

Las encuestas electorales son un instrumento útil para conocer las tendencias de voto y los previsibles resultados de las elecciones. Ahora bien tienen una serie de limitaciones que deben de conocerse para evitar excesivas decepciones y descalificaciones,  y que muchas veces pasan desapercibidas ente la opinión publica por motivos “mediáticos” y por supuesto por intereses corporativos (a los que viven de las encuestas como a cualquier otro grupo profesional les resulta complicado aceptar sus deficiencias). De una manera resumida estas limitaciones son de tres tipos:

La primera es el denominado “error muestral”, que es bastante relevante y que es desconocido más allá de los expertos, aunque suele aparecer en la letra pequeña de la ficha técnica que pocos/casi nadie lee. La mayoría de las personas no son conscientes de que la elección de una muestra para la encuesta supone escoger un grupo reducido de la población objeto del estudio y luego hacer inferencias de los resultados sobre la población general, lo que conlleva una imprecisión que se puede calcular, son los conocidos como intervalos de confianza (IC) habitualmente calculados al 95%, pero a veces al 98% (nótese que incluso estos IC tienen una zona de sombra, un margen de error no cubierto del 5 o el 2%). Así por ejemplo un 23% de estimación de voto a un partido en una población de 47 millones de habitantes y una muestra de 1000 personas en realidad, calculando los IC al 95%, se convierte en un valor entre el 20,42 y el 25,73%, lo que, como se comprenderá, puede suponer unos resultados muy distintos en unas elecciones, especialmente si estas están muy reñidas. Los IC pueden estrecharse al aumentar el tamaño de la muestra, pero nunca desaparecen.

Por este motivo las encuestas deberían de ofrecer una horquilla de resultados, para ser más fiables para los no expertos, y para evitar esa sensación de fraude y de manipulación que muchas veces sienten los ciudadanos. Hasta en temas tan incontrovertibles como la edad, las publicaciones biomédicas exigen que se incluyan los IC, no digamos en aspectos tan volubles como las opiniones.

La segunda es la 'cocina' de las encuestas que no es neutral en muchos casos. Cuando se hace una encuesta electoral hay un grupo de personas que se muestra indecisa sobre si votara y sobre a quién va a votar. Este grupo incluye dos tipos de personas, las verdaderamente indecisas que dudan lo que harán, y las que ocultan su voto (generalmente porque estiman que “está mal visto”), la 'cocina' pretende establecer el voto final de estas personas teniendo en cuenta las tendencias, el voto anterior, las simpatías y/o antipatías a los lideres, etc. Si el número de indecisos “verdaderos” es numéricamente importante la capacidad de predicción de las encuestas disminuye claramente. Pero también la 'cocina' puede utilizarse para sesgar la información. El mejor ejemplo de que esto es así son las realizadas antes del referendum en Grecia donde el resultado de mas de 20 puntos de diferencia ni de lejos se vislumbraban en unas encuestas que auguraban un empate y/o una diferencia mínima, y eso que se trataba de una variable dicotómica y una única circunscripción (ahí no hay IC que valgan para explicar una tan abultada diferencia entre la realidad y las encuestas), pero los hay más cercanos, como una encuesta publicada recientemente por Metroscopia en la que con una muestra de 1.400 personas se pretendía predecir el reparto de escaños que depende de 52 circunscripciones, lo que obviamente entra en el terreno de la adivinación (habría un promedio de 26,92 encuestados por circunscripción). Es obvio que con frecuencia las encuestas sirven, o se pretende utilizarlas, para orientar/influir el voto porque hay grupos de población que a la hora de votar utilizan el criterio del “voto útil”, y otros el denominado “efecto rebaño” (la tendencia de las personas a hacer o imitar lo que hace el resto).

La tercera limitación son las circunscripciones electorales (en España las 50 provincias y las 2 ciudades autonómas) y el sistema de asignación de escaños (en nuestro caso la Ley d´Hont), que propician una mayor representación de los partidos mayoritarios, especialmente del que obtiene mas votos, y casi excluyen la presencia de otros partidos en las circunscripciones con pocos escaños (las provincias con poca población como Soria, Teruel, etc) y solo son proporcionales en las grandes como Madrid o Barcelona (donde una vez superado el 5% los problemas de la ley d´ Hont prácticamente desaparecen). Es una limitación bien conocida, distinta para cada país en concreto, que añade una variable de mayor complejidad a la hora de predecir los escaños.

Ser conscientes de las limitaciones de nuestros trabajos es bueno y enriquecedor porque nos permite buscar vías para superarlas, por eso hay que evitar las posiciones autojustificativas. Esta perspectiva se recoge bastante bien en una frase de un reciente Informe sobre encuestas que inicia el texto: “Juzgar las encuestas por sus resultados puede no ser una buena idea. Una encuesta puede ser buena y predecir erróneamente los escaños”, yo que soy médico he oído decir con alguna frecuencia, “todo se hizo según el protocolo” para justificar unos malos e inesperados resultados. Esto no tiene sentido, si todo se hace según el protocolo y las cosas no van bien, es porque o realmente no lo hemos hecho según el protocolo o bien este tiene fallos que deben de revisarse, y eso es importante para evitar problemas futuros. Lo mismo puede decirse de las encuestas, si estas tienen por objetivo predecir los escaños, y eso no se consigue, es porque algo no se ha hecho adecuadamente, o porque se ofrecían unos pronósticos para los que había poca certeza, claro que siempre cabe otra opción, los que se equivocaron fueron los ciudadanos que no votaron como debían.

Por supuesto las encuestas son útiles, pero tienen muchas limitaciones que hay que hacer patentes ante la población y los medios, y con frecuencia se utilizan para justificar las propias posiciones, por lo que deben ser vistas con prudencia. En este sentido sería deseable, cuando menos, que ofrecieran los resultados acompañándolos de una horquilla con los intervalos de confianza, para mejorar, valga la redundancia, la confianza de la población en las mismas.

Ante las próximas elecciones es muy probable que suframos una intoxicación de encuestas, sobre todo si tenemos en cuenta la gran diversidad y volatilidad que se refleja en lo hasta hora publicado. Por eso hay que verlas con prudencia, votar de acuerdo a nuestras opiniones y preferencias y no dejarse llevar por las manipulaciones más o menos interesadas.

Ojo con las encuestas