sábado. 20.04.2024

Respuesta democrática a la crisis económica, política e institucional

La profunda crisis económica que nos sacude está provocando un impacto hasta ahora imprevisto en el conjunto del sistema social, político e institucional del país. La crisis abarca aspectos que van mucho más allá de los puramente económicos.

La profunda crisis económica que nos sacude está provocando un impacto hasta ahora imprevisto en el conjunto del sistema social, político e institucional del país.

La crisis abarca aspectos que van mucho más allá de los puramente económicos. Sus efectos, con los profundos recortes de derechos sociales y laborales, han puesto en cuestión las bases del Estado del bienestar en que se basaba nuestra sociedad desde la llegada de la democracia.

Aspectos esenciales de la sociedad como un marco de relaciones laborales basado en la negociación colectiva han sido dinamitados por la Reforma Laboral, a la vez que los recortes han afectado temas básicos de nuestra realidad social como son la sanidad y la educación pública o los sistemas de protección social.

Todo ello ha generado un grado muy alto de crispación social que han sido canalizados por el movimiento sindical y los movimientos sociales como el 15M y que han llegado a cuestionar la legitimidad del actual sistema de representación política y por lo tanto ha afectado al terreno institucional.

A la vez, la crisis económica ha puesto también en cuestión los equilibrios territoriales del llamado "estado de las autonomías" poniendo en evidencia temas durante mucho tiempo aplazados y que ahora estallan en un momento ya de por sí bastante delicado.

Lo que está claro en estos momentos que la política, en el sentido de representación política establecida hasta ahora, ha entrado en una situación actualmente insostenible. La Ley electoral que establecía un bipartidismo imperfecto es hoy un problema que provoca cada vez más desafección de la política. La regeneración política precisa de un cambio del sistema representativo que hoy se encuentra tan agotado como en el tiempo de la Restauración, donde todo se basaba en escoger a Cánovas o Sagasta, como dos caras de la misma moneda. Esta situación ahora se reproduce ante la única alternativa de poder que representan PP y PSOE. Se precisa un cambio y la aparición de nuevos actores políticos, pero la actual ley impide esta renovación al perjudicar a los partidos minoritarios. Esta es una necesidad básica de un cambio: Establecer en la práctica el principio de que todos los votos valen igual. Pero con eso no hay suficiente, se debe garantizar sistemas de participación ciudadanos dando más facilidad a la presentación de Iniciativas Legislativas o introduciendo la petición popular de Referendums vinculantes.

Sin embargo, el problema es más profundo. Es necesaria una segunda Transición. Ya es hora de que los ciudadanos elijan qué sistema de Estado quieren si monárquico o republicano. Pero también si Estado unitario, federal o confederal. La Constitución de la Transición no sólo ha envejecido, sino que se han dado pasos atrás tanto en su lectura interpretativa como en su articulado. La reforma "express" de Zapatero provocó una profunda modificación, la de permitir sólo una lectura derechista del desarrollo económico al establecer la prevalencia de la limitación de la deuda.

Hoy en día, fruto en parte de la crisis, una parte importante de la sociedad se moviliza pidiendo cambios políticos en profundidad. La movilización de la calle está entrando en una profunda contradicción con la actual realidad institucional. Y el agravamiento de esta contradicción sólo puede conllevar, sino se afronta de verdad, más conflictividad y un profundo enfrentamiento de inciertas consecuencias.

Por ello más que nunca se hace preciso conformar una alternativa política desde la izquierda que permita la confluencia de todos aquellos interesados en llevar adelante y canalizar políticamente toda la indignación, rebeldía y necesidad de cambios en profundidad en la política y en las normas constitucionales. En este esfuerzo hay que contar con todos aquellos interesados, pero debe haber mucha voluntad de acuerdo y actuar sin los sectarismos, primacías ni exclusiones que tan arraigados están en algunas organizaciones. Ya se han dado pasos pequeños pero significativos, desde el Grupo Parlamentario de la Izquierda Plural, como el surgimiento de opciones como Equo, o Compromís del País Valencia, el CHA en Aragón, Iniciativa de las Illes, o últimamente Alternativa Galega de Esquerda, Izquierda Abierta, así como otros movimientos de gente desencantada procedente del PSOE. Y muchos movimientos autónomos y todavía no suficientemente coordinados pero que deben ser los embriones de un Frente Amplio de Izquierdas o alguna alternativa tipo SYRIZA, o como se quiera decir. Pero vuelvo a repetir habrá que excluir el sectarismo y tener mucha generosidad y voluntad de renovación y acuerdo. Y aquí es donde puede haber el gran problema de la izquierda alternativa.

La situación de crisis económica pero también política e institucional es urgente de afrontar en nuestro país, pero sin olvidar que debe ser forzosamente parte de un cambio más amplio en el ámbito de la Unión Europea.

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