jueves. 16.05.2024

Izquierda y cuestión nacional

Este año se celebra el centenario del inicio de la I Guerra Mundial. Este hecho fue el detonante que provocó la ruptura en los partidos...

Este año se celebran 100 años del inicio de la I Guerra Mundial. Este hecho fue el detonante que provocó la ruptura dentro de los partidos que conformaban la II Internacional, entre los partidarios de priorizar los intereses de los estados-naciones, y los que creían que había que poner los intereses de clase de los trabajadores por encima de los intereses estatales de los países de los que formaban parte.

Fue la ruptura del socialismo y la aparición del socialismo revolucionario, los partidos comunistas encabezados por el Partido bolchevique de Lenin. Mientras muchos partidos socialistas apoyaron al belicismo de sus respectivos gobiernos, otros creyeron que era el momento de aprovechar y transformar la guerra imperialista en una guerra de clases dentro de cada estado. Fue un enfrentamiento entre una concepción "chauvinista" y una internacionalista. Posteriormente, durante los años 30 del siglo XX, se produce en varios países como España, Italia y Alemania, la aparición de concepciones ultranacionalistas, el fascismo en todas sus diversidades, cuyo objetivo era contraponer los intereses de "la patria" a los conflictos sociales promovidos por los partidos de izquierdas. Así el supuesto interés superior y abstracto de la "patria" se utilizaba ideológicamente para detener y golpear los movimientos revolucionarios de los trabajadores y de los partidos de clase.

La posición clásica de la izquierda sobre el problema nacional es la que parte del principio de que "los trabajadores no tienen patria". Sin embargo ya desde el inicio, Marx y Engels, interpretaron siempre la defensa de los derechos nacionales como vinculada al objetivo principal de la emancipación social. Desde el inicio se plantea que la mejor solución a las cuestiones derivadas de conflictos nacionales "es llegar a soluciones de acuerdo basadas en federaciones o confederaciones entre naciones a partir de relaciones libres e igualitarias" en contraposición a las soluciones de "separación total". Siempre bajo la premisa de la unidad de los intereses globales de los trabajadores y las clases populares.

La izquierda consideró nación a "una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida bajo la base de la comunidad de la lengua, de territorio, de vida económica y de comunidad cultural". 

En el caso del Estado español y de la cuestión catalana se puede mantener que las demandas nacionales catalanas tienen un carácter democrático, no de izquierdas. Pero desde el socialismo marxista se ha defendido siempre que la lucha contra una determinada forma de opresión nacional ha de ser defendida por la izquierda, pero siempre bajo el principio de la primacía del conflicto social. La izquierda debe ser partidaria del derecho de autodeterminación lo cual no quiere decir de la independencia. Siempre la defensa de los derechos nacionales debe plantearse desde la óptica y los intereses de los trabajadores y las clases populares, no los de un nacionalismo "per se". Como ya decía Andreu Nin "la lucha de las nacionalidades es una lucha por los derechos democráticos" y añadía "en todo movimiento de emancipación nacional hay un contenido democrático al que hay que apoyar" pero "el problema nacional debe quedar supeditado a la cuestión social y los intereses de los trabajadores y las clases populares".

Durante la II República en Cataluña, en el año 1936, las izquierdas plurales de Cataluña (Federación Catalana del PSOE, Unión Socialista de Cataluña, Partido Comunista de Cataluña y Partido Catalán Proletario) se unificaron y crearon el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), adscrito como partido independiente en el seno de la III Internacional, como partido que era portador de una representación nacional.

Durante la lucha contra el franquismo las fuerzas democráticas de izquierdas catalanas defendieron en sus propuestas el derecho a la autodeterminación, que siempre se valoraba de acuerdo con el futuro Estado democrático español. Uno de los puntos programáticos de la Asamblea de Cataluña, organismo unitario de oposición al franquismo decía: "Restablecimiento en Cataluña del Estatuto de Autonomía de 1932 con todas las instituciones implícitas, como paso previo para la autodeterminación". A la llegada de la democracia toda la izquierda defiende el derecho a la autodeterminación no sólo en los partidos de izquierda sino incluso en el mundo sindical. El principal sindicato catalán, la Comisión Obrera Nacional de Cataluña, lo plantea en sus estatutos, y lo que es más importante el conjunto de las CCOO de España, incluso ahora, defienden el derecho de autodeterminación si bien se inclinan por el estado federal.

La izquierda, decía Manuel Sacristán, debe saber distinguir entre el "hecho nacional" y el "fetichismo de la patria". Esto conllevaba "analizar la situación histórica concreta, especialmente los intereses de las clases trabajadoras, distinguiéndolos claramente del concepto de intereses generales de la nación que son los de las clases dominantes. Asimismo planteaba la necesidad de establecer la diferencia entre “naciones dependientes no soberanas (a las que había que apoyar) y los de las naciones dominantes soberanas".

El PSUC, fuerza hegemónica en la lucha contra la dictadura defendió: "frente al catalanismo instrumental de la derecha opondremos un catalanismo popular de progreso... haremos avanzar Cataluña por la vía de un catalanismo popular que evite las divisiones de nuestra colectividad". Este catalanismo popular parte del hecho de que en Cataluña la clase trabajadora es una sola clase; que en Cataluña hay un solo pueblo; y que la vertebración cultural es la manifestación de la memoria y vida colectivos en continua evolución y por lo tanto incluyendo tanto el pasado como el presiente.

En todo caso se trata de que la izquierda y los trabajadores no dejen el tema nacional en manos de la derecha sino que deben liderar la lucha a partir de sus propios intereses de clase. Como decía Rafael Ribó: "el movimiento obrero, como expresión de una determinada clase obrera, no debería olvidar los planteamientos nacionales. Primero de todo porque la misma clase obrera es nacional, en el sentido de que se mueve y se desarrolla en un determinado ambiente histórico, en una estructura nacional que caracteriza la formación social. Tiene un marco y una especificidad que la rodean y que forman parte de su existencia".

La defensa de esta posición clásica de la izquierda es la que hoy plantean ICV, y la propia IU en el ámbito del Estado. La defensa del "derecho a decidir" del pueblo de Cataluña, no sólo en cuanto a la cuestión nacional sino a todo el modelo de sociedad, que es inseparable de la lucha contra un modelo de sociedad basado en la desigualdad que defienden las derechas catalanas y españolas. Su posición apuesta claramente por la voluntad, si es posible, de establecer una nueva relación con el Estado a partir del reconocimiento de la realidad nacional plena de Cataluña. Es decir volviendo a los clásicos planteando que la mejor solución sería la basada en "relaciones libres e igualitarias, en lugar de las de separación total".

Lamentablemente otras fuerzas de la izquierda reformista, como el PSOE, no sólo han abandonado ya todo ideario de transformación social, basta recordar la reforma "exprés" de la Constitución pactada con el PP, sino que ahora defienden, con planteamientos oportunistas, una supuesta reforma federal de la Constitución con el fin de oponerse y negar el derecho a decidir de Cataluña, e incluso arrastran al PSC a esta posición, negando la posibilidad de articular un "polo" fuerte de la izquierda y abandonando el "hecho nacional "al dominio y hegemonía de la derecha. Poniendo por delante la defensa de la unidad de la nación soberana, España, al derecho a la defensa de los nacionales, lingüísticos y económicos, de Catalunya, cada día más limitados por una política recentralizadora de la derecha españolista del PP.

Izquierda y cuestión nacional