jueves. 28.03.2024

Corrupción, no es cierto no todos son iguales

(En recuerdo a Antoni Farres) Las generalizaciones no suelen ser justas, y hoy en día parecen estar de moda en el tema de la corrupción. Se suele decir "todos son corruptos", "todos los políticos son iguales", "no nos representan". Las generalizaciones comportan poner a todos en el mismo saco, y eso ni es cierto ni es justo.

(En recuerdo a Antoni Farres)

Las generalizaciones no suelen ser justas, y hoy en día parecen estar de moda en el tema de la corrupción. Se suele decir "todos son corruptos", "todos los políticos son iguales", "no nos representan". Las generalizaciones comportan poner a todos en el mismo saco, y eso ni es cierto ni es justo. Es cierto que la corrupción es hoy día uno de los principales problemas del país, y es cierto que la actitud de los principales partidos PP, PSOE, CiU no son todo lo correctas que debieran.

No hay duda de que el PP está embarcado en un caso de corrupción generalizada como partido, Valencia, Baleares, Madrid, Bárcenas, Nasseiro, etc, y que la actitud de sus dirigentes no hace más que alimentar esta convicción. También es cierto que en el caso de CiU hay graves problemas de corrupción fruto de la convicción de quien ha creído que Cataluña era suya y numerosos casos afectan a los dos partidos coaligados, tanto Convergencia como Unión y también a destacados miembros de la federación nacionalista. También es cierto que el PSOE tuvo un caso juzgado de corrupción, Caso Filesa, y que ahora está salpicado por casos de corrupción en varias partes del Estado, sin embargo no parece que afecten de forma generalizada al partido. También se han dado casos, como ha ocurrido en Cataluña, de corrupción que afectan miembros de los tres partidos.

Pero una acusación generalizada penaliza mucha gente, miles y miles de personas, que se dedica de forma voluntariosa y honesta a lo quehacer de la política.

Si miramos nuestra historia reciente, la transición a la democracia, vemos que hubo toda una generación importante de gente que luchó por la democracia dejándose una vida en sacrificios y costes personales importantes y sin pedir compensaciones por hacerlo. Algunos dirán que eran otros tiempos y otra gente. Ciertamente eran otros tiempos pero su actitud ha continuado perpetuándose en políticos y en formaciones, hoy minoritarias, que continúan incluyendo la lucha contra la corrupción como uno de sus objetivos.

Cuando hablamos de la corrupción política no podemos obviar el modelo social y económico dominante en nuestro país. Una sociedad en la que durante demasiado tiempo el reconocimiento social ha estado y está vinculado al éxito económico, y donde el dinero y la riqueza han sido el objeto de todo el reconocimiento social. La política y una parte de los políticos son fruto de la propia realidad social. ¿Cómo puede darse sino casos como el de Gil y Gil, en Marbella, que fue elegido por mayorías absolutas repetidas? En estos y otros casos hay que reconocer el grado de culpabilidad de los propios ciudadanos, ya que era la época del enriquecimiento inmobiliario y estos corruptos favorecían la propia acumulación económica de una gran parte de sus votantes.

Es cierto que hay políticos corruptos y política corrupta, pero igualmente habría que tener en cuenta que si hay corruptos es porque hay corruptores, especialmente dentro del ámbito económico y empresarial. Unos y otros son inseparables, el caso Palau no es el caso de Millet y CiU, es también el caso de Ferrovial a la que nadie culpa. ¿Porqué CiU defiende los intereses de los concesionarios de autopistas de Madrid? porqué entre ellos está Ferrovial, que después hace donaciones al Palau, de las que se beneficia Millet y a través suyo CDC.

La corrupción política es una lacra fruto de la corrupción existente en la economía y en la sociedad y por eso es precisa una regeneración. Y para conseguir la regeneración es necesario que toda la sociedad, empezando por los medios de comunicación, que también tienen una gran responsabilidad en esta situación, sepan diferenciar entre los corruptos y los honestos. Es posible que estos últimos estén más presentes en los grupos minoritarios. Quizás deba ponerse en cuestión el sistema de bipartidismo mayoritario existente y que ha permitido a algunos partidos patrimonializar el Estado y / o las nacionalidades o comunidades.

Hay que remarcar que partidos como ICV o el conjunto de la Izquierda Plural son partidos poco afectados por la corrupción. Y que constantemente hacen propuestas contra la corrupción y por la mejora del sistema político sin que sean escuchadas por los partidos mayoritarios, y que en sus filas, como es el caso concreto de ICV no hay ningún caso de corrupción.

Hay que poner ejemplos y contraejemplos. Lo podríamos hacer poniendo casos como el de la ciudad de Sabadell donde el primer alcalde de la democracia, Antoni Farrés (PSUC-ICV), ocupó la alcaldía 20 años, hasta que ya no se presentó. Farrés fue un ejemplo de honestidad y coherencia política reconocida por la mayor parte de la población y que hizo que le votaran incluso gente alejada de sus ideas políticas. Una anécdota ilustrativa fue la de un empresario que le propuso un soborno de millones de pesetas, y la respuesta de Farrés fue presentar de inmediato denuncia en el juzgado. Hoy su personalidad, que nos dejó hace cuatro años, está muy presente en contraposición al actual alcalde Bustos (PSC) imputado por corrupción.

Es evidente que la corrupción es hoy un problema político y social de especial trascendencia. La existencia de la economía sumergida, los defraudadores fiscales, es un problema generalizado que los partidos que han gobernado, PP-PSOE-CIU, no sólo no han combatido sino que la han propiciado. Actuaciones como la Amnistía Fiscal del PP, o el indulto de ZP en Alfredo Saez , Vicepresidente del Banco de Santander, o los que se han dado a otros corruptos, no hacen más que sembrar una sensación de complacencia e incluso potenciación de la impunidad de la corrupción, que está presente en la sociedad y que afecta de forma más importante sus estamentos más privilegiados.

En un momento como éste de fuerte crisis, cuando la población está sufriendo y soporta recortes continuados, la corrupción y la lucha contra todas sus formas, contra los corruptos y los corruptores debería ser una de las bases de una radical regeneración política económica y social, que es cada día más urgente.

La regeneración necesaria no saldrá de culpabilizar socialmente los políticos y la política de forma generalizada sino de regenerarla y potenciarla, y esto a partir de diferenciar entre los que son y los que no son corruptos, y estableciendo nuevas normas de control y de combate de la corrupción, no sólo para los políticos sino para el conjunto de la sociedad y especialmente para los responsables políticos y económicos.

Corrupción, no es cierto no todos son iguales