jueves. 28.03.2024

Pedro, Susana, El País… y otros

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Partidarios de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, crecidos tras su contundente victoria, han  arremetido contra El País, por el apoyo a Susana Díaz…

Fue así. El mismo periódico que pidió el voto para Pedro Sánchez en las elecciones de 2015 y 2016, dejó de hacerlo tras las elecciones de junio del pasado año. ¿Qué pasó? Pues es una pregunta para los responsables de El País, pero puestos a interpretar yo apunto una razón: la propuesta política de Sánchez fue una en marzo de 2016 y otra, tres meses después. Al rotativo no le gustó esta última y decidió apoyar en el debate interno del PSOE a Susana Díaz. En su día escribí que Díaz no era la candidata adecuada para pilotar el cambio en el PSOE, de la misma forma que consideré que el proyecto improvisado de Pedro Sánchez para llegar a la militancia de su partido, reunía una fuerte dosis de impostura. Lo ocurrido en las primarias trasciende, no obstante, a este debate menor y apunta a una tendencia social que  está haciendo añicos una larga tradición cultural y partidaria en la política española. Por cierto, Pedro Sánchez fue denostado por El País, pero dispuso de una larga nómina de medios de comunicación, con directa influencia en la militancia socialista, que le apoyaron. ¿Por qué se silencia este hecho, mientras se ensalza el otro?

Es también verdad, que la prensa más conservadora (ABC, La Razón…) alabó, con más artificio que oficio, a la candidata andaluza, no sin perder de vista que el verdadero objetivo de estos medios es reforzar el ideario conservador y, por tanto, el PP. Diría más, su vulgar operación de apoyo a Susana Díaz le reportó un caudal de argumentos a los portavoces de la candidatura de Pedro Sánchez para llegar a las tripas de la militancia socialista, como se ha visto, con gran éxito. En cualquier caso, dejemos claro un principio elemental en democracia: los medios de comunicación toman partido habitualmente en los procesos electorales, y lo harán ahora en las primarias de las formaciones políticas. Algunos lo negarán, pero con escasa capacidad para demostrarlo.

Poder mediático: ¿buenos y malos?

A tenor de los resultados de las primarias socialistas, unos medios de comunicación parecen haber acertado; otros no pueden decir lo mismo. Sorprende, no obstante, la terquedad de El País en ahondar la crisis interna del PSOE al día siguiente de las primarias, con un editorial de trinchera aderezado de lenguaje de campaña, en lugar de asumir con responsabilidad crítica la realidad e indicar el camino de la imprescindible reconciliación interna, si de verdad se busca reforzar una alternativa de cambio y modernización en España. Pero, insisto, el discurso editorial de un medio de comunicación en democracia lo deciden sus ‘patrones mediáticos’.

Y sorprende también la pretendida candidez de otros jerarcas del progresismo mediático, empeñados en trasladar a la ciudadanía la ‘malvada operación de Prisa’ para cargarse a Pedro Sánchez, mientras ocultan su desprendida generosidad en la sistemática descalificación de Susana Díaz. Si la democracia es, entre otras cosas, la libre circulación de  ideas, ¿qué diferencia conceptual observan los directores de la prensa alternativa entre ejercer un derecho en una u otra dirección? He leído tribunas y escuchado opiniones en prensa, radio, televisión, redes, agencias, y en este mundo aparte de las tertulias, con un saldo muy favorable al candidato ganador. Incluso, cuando estas opiniones no le fueron muy favorables por su origen en la comunicación conservadora, dada su zafiedad, se convirtieron fácilmente en dardos contra Susana Díaz.

A mi juicio, estos comunicadores siguen disciplinadamente aquella máxima de Groucho Marx, según la cual “el secreto de la vida es la honestidad y el trato justo. Si puedes fingir eso, lo has conseguido”. Y no sé por cuanto tiempo, pero doy fe de que lo han conseguido.

¿Y ahora qué?

Tras el triunfo irrebatible de Pedro Sánchez, las reacciones de las tres familias socialistas están siendo, en general, prudentes. Y es que la socialdemocracia europea no está para tirar cohetes. Bueno, sería mejor decir que los tira pero le caen encima. Por eso, o reconstruyen desde la unidad el ideario socialista y afrontan con coraje el debate en torno al papel del centro izquierda en España y en Europa, en una sociedad en profunda mutación, o su futuro será desdichado.

Y la pregunta es ¿cómo administrará Sánchez los resultados, después de una campaña en primarias bastante preñada de populismo? Pues me arriesgo a un diagnóstico: cumplirá los compromisos básicos de su programa, pero una vez al frente del aparato del partido, reafirmará el discurso esencial de los socialistas e incrementará la autonomía frente a la derecha y las tentaciones de exhibición publicitaria de Podemos. No tiene otra. Y es que aquí encontrará la complicidad de la inmensa mayoría del partido, trascendiendo a la envenenada campaña de las primarias. Quedará un poso de dogmatismo entre la militancia, porque las heridas siguen abiertas, pero se impone la secularización, si no quieren caminar raudos a la irrelevancia.

Lo he dicho en anteriores artículos, las izquierdas han de entenderse a partir del respeto a la autonomía cultural y política de sus proyectos. La idea de dirigirse al otro, emplazándole a que acepte la lógica de su discurso o será acusado de traidor a la revolución, solo puede derivar en fracaso. Es el programa el que determina los pactos, y si hay voluntad, estos pactos pueden ir más allá de las estrictas fronteras ideológicas. Aunque si he de ser sincero, no veo en el actual Parlamento, ni voluntad ni números para un gobierno de progreso; y las pocas posibilidades que podría haber se evaporarán tras la moción de censura de Podemos.

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