viernes. 29.03.2024

El PCE prepara el Good Bye IU

Izquierda Unida camina a la perdición. Sus actuales dirigentes, principales responsables del desvarío, serán los que conduzcan a la formación a su harakiri.

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  • Las mismas siglas (no el mismo partido) que impulsaron la creación de Izquierda Unida se preparan ahora para certificar su defunción. Acompañarán la decisión de discursos huecos y elogios retóricos de su trayectoria. Será el prólogo del entierro.
  • Las negociaciones del nuevo gobierno

Aquí no pasa nada, salvo el tiempo, recordó Ángel González. Así son las cosas. Las personas y grupos que llevaron a Izquierda Unida al peor resultado electoral de su historia, a la situación más calamitosa de su existencia, en lugar de aplicarse aquel nuevo derecho que exigió Baudelaire, el derecho a marcharse, nos han marchado a los demás. En el caso de Madrid, cinco mil afiliadas y afiliados, 3.500 de los cuales siguen ‘en paradero desconocido’. Y para completar la faena, el actual PCE, o al menos la mayoría de sus dirigentes, se preparan para dar el último adiós: su Good Bye IU.

He de decir, para no engañarme a mí mismo, que llevo mucho tiempo alejado del discurso político del grupo dirigente de IU, aunque seguí enganchado a la organización y a sus siglas porque allí estuve cuando se fundó y me costaba hacerme a la idea de que vayan a ser, precisamente, los principales responsables del caos, los que se dispongan a poner orden. Ya se sabe que, con frecuencia, funciona en el ser humano la irracional tendencia, según la cual cuando la realidad no coincide con tus análisis, pues… cambiamos la realidad. Y así hemos llegado al momento actual, en el que uno anda huérfano de izquierda partidaria –no de izquierda ideológica-, violentando las leyes y la historia, que siempre nos ubican en partidos, reuniones y cuotas.

Pero no siempre es posible prolongar la irracionalidad. Si el discurso político del principal portavoz de IU, Alberto Garzón (con el apoyo de los principales dirigentes del PCE y de algunos que no son del PCE) me advierte que la transición fue un apaño de las élites, que urge romper con el régimen del 78, que ya es hora de un nuevo proceso constituyente, que el movimiento sindical y sus organizaciones CCOO y UGT están entregados al capitalismo, y que Izquierda Unida ya no es una herramienta útil para canalizar las demandas de la ciudadanía y de las trabajadoras y trabajadores, ¿quién soy yo para corregir el rumbo de los dioses? Amigos y compañeras/os míos inmolaron sus ideas y diagnóstico de lo que ocurre en IU y se enfangaron en la heroica tarea de “pelear desde dentro por la IU que necesitamos”. Allá cada cual con su conciencia. Pero la IU que necesitamos se aleja rauda mientras crece la extravagancia y el desatino en IU, eso sí, con solemne apoyo mediático, aunque este (el papel de los medios de comunicación) es harina de otro costal.

La enmienda del PCE

Algunas de las más importantes delegaciones del PCE, con el apoyo de su secretario general, José Luis Centella, plantearán en el congreso que este partido celebra el próximo fin de semana que el PCE recupere su condición de partido electoral y su capacidad plena de intervención en la vida pública, competencias que había delegado en Izquierda Unida. Paralelamente estos ideólogos de la nueva política, creen que el tiempo de IU se ha evaporado, y solo a partir de la Unidad Popular se podrá reconstruir “la alternativa anticapitalista, radical, feminista y revolucionaria”. Lo primero que llama la atención es que el perfil, las ideas y el lenguaje del mensaje y de sus mensajeros, más que en la nueva política se pierden en el túnel del tiempo, aquél que nos conduce al estalinismo más rancio. Si a alguien le chirría esta expresión, que se detenga en la sostenida y rotunda depuración que están llevando a cabo en el interior de IU para eliminar las opiniones críticas. En la asamblea constituyente de la nueva IU de Madrid (me alegro de que no intentaran apropiarse de las siglas IUCM porque, pese a la infamia y la calumnia, la trayectoria global de esta organización no es compatible con la reciente aventura que ahora comienza IU-M) se negó la entrada a la “asamblea abierta” a históricos dirigentes del PCE y de IU por supuestos problemas burocráticos con su reafiliación. Unas cuantas horas más tarde abandonaron el esperpento y permitieron su participación en la misma. Conocido el resultado de esta asamblea constituyente, celebro mi ausencia.

Izquierda Unida camina a la perdición. Sus actuales dirigentes, principales responsables del desvarío, serán los que conduzcan a la formación a su harakiri. Son los mismos, básicamente, que han decidido en el PCE subirse a lomos del voto de IU y sacrificarlo en aras de la unidad popular. ¡Habrase visto semejante desfachatez! En democracia cuando uno es responsable de un mal resultado electoral y además no cree en el proyecto de IU, ejerce su derecho a marcharse y se marcha. Que sean otros los que piloten la regeneración de IU. Pero no, se quedan, dicen a los demás que, si no están contentos,  se marchen y gestionan el resultado con la fe del converso. En este contexto, colaborar a este simulacro (participando en él) es un triste y vulgar ejercicio de aparente voluntad crítica que, en realidad, se transforma en un romántico trayecto de melancolía.

Las izquierdas a la intemperie

Son tiempos de zozobra para las izquierdas. Quienes aparecen como sus nuevos representantes (Podemos) o se ubican en este mismo territorio de radicalidad, populismo y críticas al régimen del 78 (la IU de Garzón y Centella), han hecho gala a velocidad de vértigo de excesiva fragilidad e impostura en su actuación política. Leyeron los resultados del 20D con tanto entusiasmo como vedetismo, en un intento desmesurado por sustituir la propuesta política por la espectacularización de los gestos. Se resistieron al diálogo y la negociación con los otros, y cuando evaluaron cómo eran vistos por la ciudadanía reivindicaron con más formalidad que convicción su presencia en la mesa…, en la mesa a cuatro, claro, aquella que Garzón definía como la mesa para un Gobierno de resistencia, que nadie, salvo los dos diputados/as de IU-Unidad Popular, reclama. Unas semanas después y consumado el fracaso de la primera investidura, en este mundo de ocurrencias e imágenes, Pablo Iglesias se sienta con Pedro Sánchez, le regala un libro de basket y se muestra dispuesto a reunirse con los firmantes del único acuerdo hasta ahora alcanzado, Sáchez y Rivera. ¿Cambio de actitud o cambio de gesto? Yo me inclino por esto último, si bien no desprecio el impacto que tiene en el núcleo dirigente de Podemos el hastío ciudadano ante su posición en particular y ante la terca insolvencia de los principales dirigentes políticos, en general.

¿Y el PSOE? Su secretario general y candidato empezó haciendo lo que debía: intentar formar gobierno, abriendo el diálogo a derecha e izquierda; pero evidenció una fuerte debilidad al exhibir una sobreactuación con Ciudadanos. Soy de los que piensan que el gobierno de progreso debe trabajarse a tres bandas, y que las propuestas de frente ideológico ignoran la composición de la cámara. Ahora bien, si la convicción de Pedro Sánchez era esta, lo escenificó de la peor manera posible; porque siendo verdad la hostilidad, agresividad y torpeza de Iglesias en las primeras semanas tras las elecciones, no es menos cierto la grosería de importantes dirigentes del PSOE, convirtiendo al líder de Podemos en un peligroso radical bolivariano, presiones que hipotecaron la estrategia negociadora de Sánchez. Si unos y otros, como recordó Toxo en el Encuentro del Activo Sindical de CCOO, no se sientan a negociar hasta la extenuación para evitarle a este país nuevas elecciones y lograr un gobierno de centro izquierda que imprima un giro social a las políticas públicas, lo acabaremos pagando todos.

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