viernes. 19.04.2024

IU: la urgente necesidad de certidumbre

El Consejo Político Federal que IU celebra el 28 de junio debe acabar con la conducta errática de la dirección...

La interpretación de los resultados de las elecciones europeas, hace ahora un mes, vino a confirmar los peores augurios sobre la solvencia de la dirección federal para liderar el nuevo tiempo político. Una lectura convulsa del resultado que fabricó acuerdos y coaliciones con la misma ligereza con la que los negó. La irrupción de ‘Podemos’ en el escenario político ha destapado la caja de los truenos en IU, que ha elegido de todos los territorios para el debate, el más irracional e incierto, el de las categorías retóricas y populistas, seguramente contagiada por los nuevos profetas del lenguaje.

Cuando escribo este breve comentario, se hace pública la renuncia a su escaño en el Parlamento Europeo del cabeza de lista y dirigente de IU, Willy Meyer, después de conocerse que era el titular de un plan de pensiones, gestionado por una SICAV con residencia fiscal en Luxemburgo. Un hecho no menor, el de su renuncia, habida cuenta que viene a simbolizar el precipitado agotamiento de un grupo dirigente, excesivamente apegado a análisis, discursos, códigos y modelos de organización con escasa proyección de futuro.

Coincidiendo con la conducta errática de la dirección, o quizás empujados por la oportunidad que aquella les brinda, parecen emerger voces dentro y fuera de la organización, fuertemente empeñadas en vincular el futuro de IU a su acercamiento implacable a la denominada ‘Podemos’, en una especie de aventura incierta, de proyecto político indefinido y estructura de acción y participación desconocida. Eso sí, nadie puede negar que, en este preciso momento, son la salsa de la vida, al menos en el panorama mediático-publicitario.

Un poco de certidumbre

Una organización no asegura su futuro a través de una declaración de fe. Tampoco mediante la reafirmación dogmática de su identidad. Pero si algo ha quedado claro en esta crisis es que no se puede hacer política con la agenda de otros. Desde el mismo instante en el que comparecimos ante los medios de comunicación en la noche electoral no hemos dejado de dar tumbos en una dirección y su contraria. Como un boxeador noqueado. Se olvidó lo esencial: evaluar la campaña, detectar los errores cometidos, analizar nuestro voto y su procedencia, vincularlo al discurso político, compartir un diagnóstico de lo ocurrido, debatir la gestión del resultado, y acordar una estrategia de intervención política.

El despiste de la dirección  fue aprovechado por otros sectores de la organización para animar una operación virtual de bloques, frentes y coaliciones solo existentes en la retórica de la imaginación. Y así, a golpe de espasmos movimientistas y de exhibición audiovisual, seguimos perdidos en la noria de la nostalgia y la melancolía. Los llamados a compartir lugares comunes con IU, activaron sin prisas pero sin pausa su propia hoja de ruta que, inevitablemente, pasó y pasa por reajustar el discurso y construir organización. Unos, de ejercicios espirituales, y otros, haciendo camino al andar.

Izquierda Unida debe evitar por todos los medios la política de la improvisación. Lo que haya que hacer que sea porque obedece a  un análisis compartido del tiempo nuevo que, sin duda, se abre tras las elecciones europeas. Por ejemplo, ¿alguien ha pensado por qué los analistas califican al electorado de ‘Podemos’ de más transversal y moderado que el de IU? La primera respuesta podría encontrarse en su propia naturaleza ideológica: son más reformistas e innovadores que IU. Cierto. Pero yo destaco otra: han llegado mejor a una parte muy amplia del electorado progresista al que también se dirigía IU. Ellos como mucho insultaron a la casta; nosotros espantamos a amplios sectores de la ciudadanía a los que pedíamos el voto con un mensaje antiguo y sectario. Ignoramos el discurso de mayoría, y optamos por el de los elegidos, es decir, por el que no hace amigos, sino más bien lo contrario.

El Consejo Político Federal que IU celebra el 28 de junio debe acabar con esta conducta errática de la dirección. Y debe empezar reconociendo que la actual estructura de dirección no sirve. El grupo dirigente ha tocado fondo y ahora no se trata de sustituirlo por otro grupo; hay que reforzar y cambiar la dirección con la implicación activa de las federaciones; hay que modificar el modelo de dirección. No, no estoy hablando de propuestas que vulneren la norma estatutaria. Sugiero cambiar métodos e incorporar personas directamente vinculadas a sus estructuras de federación.

Y ¿para qué? Para precisar la estrategia política en el próximo periodo –(discurso de programa, sectores a quien va dirigido, prioridades de acción política, herramientas de participación de la gente, máximo consenso interno para preparar las elecciones municipales y autonómicas, decidida vocación unitaria para ensanchar el territorio de las izquierdas…) y enviar a la afiliación de IU, a su entorno y a su real y potencial electorado un mensaje de certidumbre, de confianza en un proyecto, una organización y unas siglas, que siguen teniendo más crédito del que hacen gala sus dirigentes.

IU: la urgente necesidad de certidumbre