viernes. 29.03.2024

Catalunya: Las cosas en su sitio

lusimari

Si oportuno es depurar responsabilidades de lo que pasa en Catalunya, no lo es menos alertar que estas se reparten más allá de la derecha española, y en la actualidad cabe decir que no vale solo la excusa del PP

Las derechas españolas parecen dispuestas a utilizar Catalunya para seguir ganando votos en el resto de España. Las derechas catalanas y asimiladas han descubierto que el mundo de los vivos solo se salvará con la independencia. Las izquierdas españolas llevan dando tumbos en el debate territorial del país demasiado tiempo. Y las izquierdas catalanas, todas las izquierdas, la social y la política, han sido esencialmente engullidas por el discurso independentista. Ha habido excepciones, sí, pero han sido muchos años de ausencia de debate sobre políticas públicas, solidaridad, igualdad, corrupción en Catalunya y federalismo como para sorprenderse ahora.

Soy consciente de quien prendió la mecha. El recurso presentado por el Partido Popular contra el Estatut y la sentencia de 2010 del Tribunal Constitucional (con 5 votos particulares) declarando inconstitucionales 14 artículos y sujetos a interpretación otros 27, fue el principio del disparate que estos días vive su esplendor. Y si oportuno es contextualizar responsabilidades, no lo es menos alertar que estas se reparten más allá de la derecha española, y en la actualidad cabe decir que no vale la excusa única del PP. El nacionalismo identitario  ha construido una red política, social y mediática de exclusión y sectarismo, solo al alcance de las voces y proyectos más autoritarios. De manera que al PP lo suyo, pero a las fuerzas políticas nacionalistas y a las instituciones catalanas, lo que les corresponde.

Política, referéndum e independencia

La política es la gran ausente del debate en Catalunya. Con frecuencia se afirma que el debate identitario trasciende a la política porque se trata de emociones, de sentimientos. Pero esto no pasa de ser una torpe y vulgar excusa. ¿Por qué las izquierdas no han llegado a preguntarse por las razones que llevan solo a ciertas comunidades ricas a defender su independencia? ¿En qué tradición cultural y/o ideológica de la izquierda europea se contempla el derecho a decidir (derecho de autodeterminación) fuera del proceso de descolonización? ¿Cómo se puede fundamentar el discurso de la igualdad y la solidaridad en el conflicto social a partir de un proyecto corporativo de ruptura? ¿Por qué si el referéndum de independencia es ilegal, sin efectos jurídicos, diseñado de forma excluyente y sectaria no se exige de forma explícita que sea desconvocado y en última instancia, que no se participe? ¿Por qué la reforma constitucional para un estado federal y un nuevo cuadro de derechos sociales (por cierto, España es uno de los  estados más descentralizados de Europa) ha quedado en tierra de nadie?

Habría muchas más preguntas, pero he querido resumir estas para evitar entrar en el grado de intensidad con que descalificamos cada cual al “enemigo de Madrid”. Ofrecer una propuesta política para Catalunya desde la izquierda exige algo más que medir nuestra agitación antipopular (la mía es alta), y por eso va siendo hora de poner las cosas en su sitio. A las preguntas citadas, que como todas las que se hacen desde una convicción política acusan un innegable matiz retórico, yo respondo con una secuencia de respuestas más o menos categóricas: 1.-porque nos hemos rendido en este debate; 2.- en ninguna; 3.- no es posible; 4.- porque la agenda nacionalista nos ha engullido; 5.- porque nos ha faltado decisión y coraje.

Sé, como dice la declaración de CCOO del 20 de septiembre, que habría que suspender el referéndum y las acciones judiciales y policiales para abrir un escenario de diálogo y negociación. Pero también habría que evitar, como se advertía en un diálogo de la película SEVEN, creo que en boca de Morgan Freeman, aquello de “Qué títeres tan ridículos somos y que vulgar es el escenario en el que bailamos”.

Catalunya: Las cosas en su sitio