jueves. 28.03.2024

El enemigo lo tienen dentro

Los dos grandes partidos se equivocan cuando actúan contra Podemos como si fuese el enemigo de la democracia.

La respuesta que el PP y el PSOE están dando a todo lo que sucede en España muestra que los hasta ahora grandes pilares de nuestro sistema político han perdido completamente el norte.

Ambos han sido quienes aplicaron las políticas que destrozaron la economía, los que cambiaron las leyes para facilitar el endeudamiento generalizado en beneficio de los bancos y los que alimentaron una burbuja inmobiliaria que nos estalló después en las narices. Los que luego se sometieron sin más a los dictados de poderes extranjeros simplemente interesados en recobrar su deuda y los que así han destruido docenas de miles de empresas y millones de puestos trabajo. Los que han convertido a España en el segundo país con mayor desigualdad de Europa y en el tercero de la OCDE con más pobreza infantil, y los responsables de que tengamos dos millones de personas necesitadas de ayuda alimentaria mientras que cada día se descubren tramas asquerosas de corrupción urdidas por dirigentes de sus organizaciones.

Y la única respuesta que saben dar a todo esto es atacar a Podemos, asociándolo con todo tipo de peligros, por cierto, con casi los mismos argumentos con que la derecha rancia amenazaba en los años setenta si el PSOE llegaba a gobernar en España.

Los dos grandes partidos se equivocaron cuando creyeron que la indignación del 15-M era flor de un día, se equivocan ahora al minusvalorar el atractivo electoral de Podemos y al considerarlo como simple radicalismo inmaduro y, sobre todo, cuando actúan contra Podemos como si fuese el enemigo de la democracia.

Por poca simpatía que se tenga hacia el partido de Pablo Iglesias resulta casi grotesco que quienes han provocado una situación tan calamitosa como la actual culpen de todos los males presentes y venideros de España a quien llega de nuevas.

El enemigo de la democracia no puede ser quien expresa la indignación y reclama transparencia y decisión para acabar de raíz con la corrupción sino quien la ha alumbrado, la tiene en su seno y día a día demuestra que es incapaz de erradicarla.

La amenaza no viene de quien denuncia los escándalos sino de quien los provoca. El peligro para la democracia es que haya concejales como el del PP que pide un tiro en la nuca de Pablo Iglesias sin que pase nada. Y lo que debilita a las instituciones es que algunas actúen tan claramente al servicio de los corruptos o que ya se sospeche hasta de nuestros expresidentes de Gobierno, aunque sea en medio de procesos tan irregulares como los de Alaya que hacen pagar a justos por pecadores y que la gente ya no crea ni en la administración de justicia.

El enemigo lo tienen dentro