viernes. 19.04.2024

Oficios: Minero

Gerardo Iglesias quien, ante la incredulidad general, volvió a la mina tras dejar los cargos de diputado y de secretario general del PCE...

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Soy minero y con caña vino y ron me quito las penas…no me da envidia el dinero…Así cantaba hace mucho Antonio Molina poniendo voz a un barrenero de Sierra Morena. Ahora habla la prensa de un “dirigente histórico” minero que, lejos de pasar penas, se juntó un dineral y lo escondió hasta la amnistía fiscal.

La gran mayoría de los mineros no pueden hacer ahorrillos pero ya no se parecen al de la copla gracias a que desde el siglo XIX crearon sindicatos y lucharon sin tregua para dignificar el trabajo de las minas. A veces salieron derrotados como pasó en la larga y desastrosa huelga de 1984-85 en Gran Bretaña cuando Arthur Scargill cayó en la trampa que le tendió Margaret Thatcher, desde entonces conocida como  “la dama de hierro”.

Juan Lechin si que era un líder histórico, jefe indiscutible del sindicato minero y de la Central Obrera Boliviana. A veces fue perseguido pero también tuvo una enorme influencia política tanto en gobiernos civiles como militares, llegando a imponer una asamblea popular legislativa que “Le Monde” consideró el primer soviet de América Latina. Si el “Che” hubiera contado con la COB su aventura boliviana habría terminado de mejor manera. 

La COB consideraba estatutariamente a los mineros como la vanguardia del proletariado y por tanto a un minero correspondía obligatoriamente el cargo máximo de la Central. Cuando fueron quedando muy pocos mineros en Bolivia, la COB mantuvo su convicción: los mineros y ningún otro gremio son la vanguardia y por tanto suyo y solo suyo era el  liderazgo. Los mineros son muy suyos.

También tenía un fuerte carácter Macario Huízar, comisario sindical minero en el estado de Jalisco, muy famoso por lo que él llamaba “mi manera de administrar justicia”. Tenía una indudable conciencia de clase, al punto de que a su hija le puso de nombre Huelga y a su hijo Sindicato. Esto lo cuenta en sus memorias el pintor Siqueiros quien tuvo con Huízar una conversación sabrosa:

Compañero Siqueiros creo que la señora ya me va a regalar otra criatura. ¿Qué le parece que si es mujercita, como yo lo espero, le ponga de nombre esa palabra tan bonita que dicen en la sala del Sindicato los compañeros más ilustrados…

Esa palabra era “melitancia” y cuando fue a inscribir a la niña, el juez atónito le dijo “En todo caso será mi-li-tan-cia” pero Macario Huizar acomodándose el revolver le respondió “Bueno señor juez, ¿es hija de usted o es hija mía? Años después se encontró Siquieros con la viuda de Huízar que iba a acompañada de una muchacha a quien presentó como su hija. Se llamaba Melitancia.

Como muestra de coherencia militante señalemos a otro asturiano, Gerardo Iglesias quien, ante la incredulidad general, volvió a la mina tras dejar los cargos de diputado y de secretario general del PCE y trabajó de verdad hasta que se lesionó de gravedad.

Al acto de presentación del libro que escribió Iglesias sobre la represión de las guerrillas,  acudió mucha gente en Asturias. No ocurrió lo mismo en el de Madrid pues estuvimos seis personas incluyendo a los dos presentadores, Raúl del Pozo y J.A. Martín Pallin. A éstos no le importó que la sala estuviera casi vacía y hablaron un buen rato sobre la época franquista y lo hicieron con brillantez y tuvieron palabras de afecto y de admiración hacia el autor.

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