sábado. 18.05.2024

El régimen

El PSOE, inmerso en una crisis de identidad que no cauteriza, ha pretendido mediante la conferencia neutralizar la desafección de las mayorías sociales...

La crisis económica que las élites financieras, el gobierno conservador y las capilaridades mediáticas del poder y la usura quieren dar por concluida a golpe de consigna;  hace tiempo que se convirtió en una crisis sistémica en la que el régimen se refunda sobre una realidad impuesta que, a su vez, supone la fines realitas de la ciudadanía como portadora de derechos y libertades cívicas. Esta ciudadanía paulatinamente y como consecuencia, sólo podrá identificarse con propuestas políticas que surjan fuera de un régimen que limita su bienestar material y sus libertades democráticas y sociales. Un sistema que ha llevado al máximo lo que advertía Robert Solow cuando afirmaba que el programa político de los conservadores “siempre ha sido la distribución de la riqueza en beneficio de los más ricos y de poder en beneficio de los más poderosos.” Ya no se garantiza una vida digna ni siquiera a los que tienen un empleo. Nunca las clases medias y populares han estado tan excluidas del sistema; apuntalar al régimen político, por tanto, es sentido, razonablemente, por esa parte de la ciudadanía como una agresión.

En ese contexto, el PSOE, inmerso en una crisis de identidad que no cauteriza, ha pretendido mediante la conferencia política neutralizar la desafección de las mayorías sociales hacia el partido socialista, banalizando en exceso la etiología de una crisis que ya no es posible sobresanar con los estímulos del marketing electoralista. Los reflejos condicionales de la rutina política ya no surten efecto en una ciudadanía compelida por un régimen político cuyo atrezzo ha saltado hecho añicos por la voracidad de las élites económicas y financieras, la falta de ejemplaridad institucional, la corrupción, el retroceso de la calidad democrática, la intolerable desigualdad, la constricción de libertades y derechos en todos los ámbitos que hacen barruntar que es imposible una renovación del partido socialista sin una renovación del régimen político.

Sin embargo, en la conferencia se han eludido los problemas de fondo que desnaturalizan al PSOE y que representan los hechos sustantivos de la crisis de capilaridad con la sociedad que padece; singularmente, la falta de un proyecto auténticamente transformador, la crisis de liderazgo, los graves problemas organizativos, la impotencia ante el discurso ideológico de “no hay alternativa”, los desequilibrios de un régimen de poder económico que resulta tan injusto...

Como afirma Paul Watzlawick "de todas las ilusiones, la más peligrosa consiste en pensar que no existe sino una realidad". En la crisis política e institucional que padece el país, la derecha acomoda las estructuras del Estado a las estructuras clásicas e inamovibles de poder como la única realidad posible y el partido socialista apela a la contemporización, con la misma prontitud con que la sangre acude a la herida, compartiendo el criterio irreversible de esa realidad. No hay nada tan fiel como la sangre a la herida, quizás, y en el caso de estos tiempos de crisis poliédrica, porque los partidos políticos de hogaño en España fueron creados, adaptados o inventados para ser instrumentos ad hoc del sistema nacido de la Transición. Lo que ocurre es que ya no es suficiente decir que el PSOE se ha renovado, que es distinto al PP, sino que hay que demostrarlo. 

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