jueves. 28.03.2024

El PSOE en los tiempos del cólera

El Rajoy ya investido se muestra inflexible; sabe que su fuerza radica en la debilidad de los demás. Sobre todo, en el estado exánime de un Partido Socialista expuesto por algunas de sus baronías a una oquedad política e ideológica que lo sitúa en una  caliginosa fantasmagoría. Pretender que, por facilitar la continuidad de Rajoy en la Moncloa, iba el político conservador a desdecirse de sus planteamientos ideológicos o hacer una enmienda a la totalidad de sus políticas, tan dolosas para las mayorías sociales, se enmarca en ese tipo de simplezas que para Ortega era, en el fondo, no haberse enterado de nada.

El Partido Socialista está inmerso en aquella encrucijada que planteaba Boris Vian en un poema: ¿si hacemos las preguntas de los otros y las respondemos con las palabras de los otros y esos otros  se quedan con todas las palabras cómodas, que nos queda? Singularmente en este período histórico en el que el capitalismo está inaugurando una nueva fase en su esencia sustantiva.  Quienes tienen poder económico y político ya no se responsabilizan de la envergadura de los destrozos que están provocando las desigualdades exponenciales y las fracturas que las acompañan. Cuando el trabajo deja de ser una garantía de realización personal y de vida digna porque es escaso y con salarios insuficientes, cuando la idea de límites desaparece de las élites, las mayorías sociales ya están en condiciones de perderlo todo por la amenaza de ser reducidas a vacíos sujetos cartesianos abstractos, carentes de todo contenido sustancial, desposeídos de su sustancia simbólica.

“Las formas de dominación han cambiado: han llegado a ser cada vez más técnicas, productivas, e inclusive benéficas.” escribe Herbert Marcuse, para concluir: “los individuos sufren y padecen una de las más sofisticadas formas de alienación en las que no pueden ser conscientes de su propia infelicidad.” Es por ello, que el malestar de la ciudadanía necesita instrumentos ideológicos que interpreten las condiciones del poder con una perspectiva emancipadora, la construcción de una verdadera alternativa a las duales políticas de la derecha. Sin embargo, el Partido socialista se aleja de la sociología que le debe ser propia, de su sujeto histórico, de los elementos sustantivos que tendrían que definir su posición y función en la sociedad, en una peripecia autodestructiva de lucha interna por un poder cada vez más insignificante. Desmayada la ideología, adepto el Partido Socialista a un régimen de poder distante de su propia esencia constitutiva que lo convierte en frágil y fugitivo, exiliada la capacidad de establecer vínculos emocionales con la ciudadanía, el acto político queda reducido a una simple lucha por el usufructo del poder desprendido su ejercicio de fines trascendentes. En este contexto, el único planteamiento que observan  los responsables orgánicos socialista para sobresanar la crisis partidaria sustanciada en la incomodidad de los militantes y el desafecto de los electores, es una reordenación nominalista del poder interno, inutilizadas las ideas y las propuestas ideológicas.

El PSOE en los tiempos del cólera