sábado. 20.04.2024

El canto del ‘Grillo’

Afirmaba el dramaturgo Jacinto Benavente que sólo había que temer a los enemigos cuando empezaban a tener razón. Los últimos comicios italianos, si se trasciende a la epidermis de los epifenómenos retóricos, han supuesto la irrupción de una sugestiva modernidad encarnada en el Movimiento 5 Estrellas.

Afirmaba el dramaturgo Jacinto Benavente que sólo había que temer a los enemigos cuando empezaban a tener razón. Los últimos comicios italianos, si se trasciende a la epidermis de los epifenómenos retóricos, han supuesto la irrupción de una sugestiva modernidad encarnada en el Movimiento 5 Estrellas. Singularmente en lo que se refiere al cambio tecnológico y sociológico con la utilización de las redes sociales, que se han convertido en instrumentos de difusión del poder y, por tanto, en medios democratizadores. La elección de los candidatos por Internet, y el hecho novedoso de que el teórico líder de la formación, Beppe Grillo, no fuera en las listas electorales, inaugura un modelo político más horizontal, menos oligárquico, organizado de forma descentralizada. Es un acercamiento a la tesis de Hannaharent, cuando decía que había que situar la desobediencia civil no sólo en el lenguaje político, sino en nuestro sistema político.

Ha sido poner ante el espejo a las élites que configuran los intereses organizados del empobrecimiento de las mayorías y el absolutismo neoliberal y sus artefactos partidarios y mediáticos, y ante la posibilidad de otra política, para que el populismo, la demagogia y la antipolítica se hayan descubierto en sus hechuras de autoritarismo cada vez con menos rostro humano, no porque no contenga a un Creonte exterminador sino porque Creonte se hace el pudibundo en el trono de una democracia alienada.

No supone una banalidad demoscópica de la ciudadanía italiana, como arguyen las oligarquías económicas y la burocracia de Bruselas, sino un acto de insumisión ética contra la irracionalidad que representa imponer la pobreza, desprender al individuo de los valores de la ciudadanía, laminar derechos y libertades, extender la desigualdad mediante la retórica opresora de lo inexorable y el miedo. Alain Meyer confirma que se sacrifican los sueños a la fuerza de los hechos, pero... ¿qué hechos?: aquellos que los teóricos de la dominación han establecido como tales mediante una limitación arbitraria, los que ellos invocan sin cesar y de los que se aprovechan rechazando toda alternativa al statu quo. “Con un dogmatismo perentorio -escribe Jeanne Parain-Vial- estos ideólogos se presentan como los detentadores del saber, los controladores del orden. Se presentan como grupo que ha pasado irreversiblemente la página de la historia.”

Ya adelantaba premonitoriamente Norberto Bobbio que el Estado burgués supedita su capacidad de respuesta a ciertos límites económicos que presenta como "insuperables": crisis fiscal, inflación, prioridad en obras, falta de recursos, endeudamiento externo, etc, cuya inercia servía al padre del neoliberalismo económico, Milton Friedman, para entender que la atmósfera de crisis a gran escala ofrecía los pretextos necesarios para desestimar los deseos expresados por los votantes y entregar las riendas del país a los tecnócratas económicos.

Sin embargo, el experimento Monti se ha reblandecido como los relojes de Dalí para contrariedad de la política que se fundamenta en una distribución de la riqueza y el poder represiva y regresiva y cuya noción de libertad, como nos aclara Jean-Léon Beauvois, se ha convertido en el argumento por excelencia a la hora de justificar una sociedad en la que los pobres y los “excluidos” mueren literalmente a las puertas de nuestras casas.

El canto del ‘Grillo’