jueves. 18.04.2024

Al filo de la reindustrialización

La imperiosa reindustrialización que necesita España tropieza con un doble obstáculo: la escasa inversión en investigación y la nula coordinación entre las distintas comunidades autónomas.

La imperiosa reindustrialización que necesita España tropieza con un doble obstáculo: la escasa inversión en investigación y la nula coordinación entre las distintas comunidades autónomas, cada una de las cuales hace ‘la guerra por su cuenta’ en materia de I+D+i. Por otra parte, la gestión de las instituciones centrales introduce duplicidades y más desconexión. A la postre, el problema es que los gestores de programas de I+D+i de otras comunidades  no colaboran con el resto y que los recursos de la Administración Central no se vuelcan en incentivar esa colaboración para favorecer economías de escala dentro de la especialización regional.

Entre las autonomías españolas, el modelo de Euskadi es más equilibrado. A partir de iniciativas como Tecnalia, que están al nivel de los modelos alemán o los países nórdicos, o impulsando alianzas entre centros tecnológicos de investigación, a través IK4, el País Vasco ha desarrollado un modelo completo que prolonga y enlaza con una red de universidades (UPV, Deusto, Mondragón, Tecnun) que actúan como centros de producción de conocimiento. Sin embargo, como señala Guillermo Dorronsoro, decano de Deusto Business School, “el nivel de recursos dedicados por Euskadi a la investigación de carácter más básico es comparativamente escaso”. Y así es, efectivamente, si tenemos en cuenta que en España invertimos un 1,24% del PIB, cuando en Alemania es 2,94%, EEUU 2,81%, Israel 3,93% o Corea del Sur (4,04%).

Pero hay otra comparación más expresiva aún de nuestras carencias: el hecho de que ni el País Vasco (2,09% de su PIB) ni Cataluña (1,51%) dedica a políticas de innovación el nivel medio de la vecina Francia (2,23%). O sea que ni siquiera nuestros territorios aventajados, nuestros referentes industriales, están al nivel promedio de las regiones francesas ¿Cuál es la razón de ese fracaso? ¿Es algo singular de esas comunidades gobernadas en buena parte de los últimos 30 años por formaciones nacionalistas? ¿Es parte y consecuencia de la carencia de un diseño de reindustrialización?

Esa ineficiencia está conectada con nuestro modelo territorial, que en las políticas de innovación se comporta como un híbrido confuso que bascula entre un sistema centralizado (con aportaciones de casi 4.000 millones de euros de la administración central) y otro descentralizado, con 17 sistemas autonómicos que operan desde sus propias instituciones y planes específicos que aportan otros 2.150 millones de euros a I+D+i. ¿Es eficiente, por ejemplo, que la Administración Central destine 640 millones de euros a deducciones en el Impuesto de Sociedades por actividades genéricas asociadas a I+D+i, cuando los inspectores de Hacienda avisan de que son meros trucos contables para acceder a las desgravaciones?

¿Por qué no cooperan más entre ellos? Porque, en contra de todas las evidencias que aconsejan el federalismo cooperativo, el entramado institucional español está construido desde la desconfianza, la cual impide federar esfuerzos horizontales y alimentar un proyecto común. No hace falta más que acceder al artículo 145 de la Constitución para recordarlo.

Es evidente que hay que implantar un sistema de innovación adecuado a la realidad empresarial e institucional, que descanse en las PYMES y fomente la cooperación entre los planes de innovación de las diferentes CCAA. Ignacio Muro recomienda que se profundice en un modelo descentralizado, a la manera del prototipo federal alemán de la Sociedad Fraunhofer, en el que el principal rol de las instituciones centrales es aportar fondos federales para incentivar los programas compartidos. Solo así se darán las condiciones para la reindustrialización de España. De lo contrario, también en este aspecto seguiremos asistiendo a la descomposición social, territorial y, lo que es peor, a la pérdida de confianza.

Con este panorama los gobiernos locales adquieren un mayor protagonismo, porque en los espacios más limitados se pueden buscar soluciones más realistas implementando políticas, programas y proyectos públicos que fomenten la construcción de una nueva sociedad desde la ciudadanía. No es tarea fácil, pero se hace imprescindible establecer nuevos planes que generen confianza, empatía y solidaridad. Es preciso, en definitiva, idear fórmulas y actuaciones concretas que tengan como objetivo específico “crear” plataformas locales en investigación, desarrollo e innovación.

Al filo de la reindustrialización