jueves. 28.03.2024

¿Para cuándo la 'economía real'?

Resulta lacerante que en los últimos años la “economía real” haya crecido un 3%, mientras la economía financiera lo ha hecho en un 70%...

Resulta llamativo y lacerante, en el contexto de la “financiarización de la economía” (desplazamiento de la economía productiva por la economía especulativa o “de casino”) que, en los últimos años, la “economía real” (la que afecta al empleo, a los ciudadanos…) haya crecido un 3%, mientras la economía financiera lo ha hecho en un 70%. De ahí, la urgente necesidad de impulsar un Impuesto europeo a las Transacciones Financieras (ITF) para frenar la especulación y recaudar hasta 200.000 Millones de € al año para políticas sociales y políticas activas de empleo.

En España, esta “receta neoliberal” viene de lejos. En los años ochenta se acuñó la desafortunada frase: “la mejor política industrial es la que no existe” (adjudicada a Carlos Solchaga, durante el primer Gobierno de Felipe González).

Por el contrario, hace tiempo, especialmente desde los desastrosos efectos del “boom inmobiliario”, que los sindicatos CCOO y UGT vienen llamando la atención y realizando propuestas sobre la necesidad de cambiar nuestro modelo productivo [i]. En estos momentos, con los dramáticos datos de destrucción de empleo (cerca de 200.000 en 2013), con un paro insoportable: 5.896.300 personas, (26,03% de la Población Activa) y alrededor de 1.800.000 hogares en los que ninguno de sus miembros trabaja (EPA del 4º ttre de 2013), los sindicatos urgen a un cambio en la política económica, industrial y social por parte del Gobierno.

Los problemas de competitividad vienen focalizándose en la reducción de los costes laborales (“devaluación salarial”, precariedad y obstáculos a la Negociación Colectiva, según la Reforma Laboral de 2012 del Gobierno del PP) que están prolongando la recesión, agravando la crisis y aumentando la desigualdad y la pobreza. Por el contrario, nuestros principales costes y dificultades de nuestra industria, respecto a la UE, están en los altos beneficios empresariales, la falta de acceso al crédito y el coste del dinero (2 veces más que en Alemania) o de la energía (un 30% más cara que el Francia), además de la escasa inversión en Tecnología, en I+D+i y en Formación Profesional.

Así, recientemente, UGT ha promovido una “agenda” económica y social que contiene, entre otras medidas, “cimentar un nuevo modelo productivo”. Igualmente, CCOO acaba de realizar propuestas para la reforma del Sector Eléctrico, una de las principales “rigideces” para el relanzamiento industrial de nuestro país.

También, desde otros frentes, se aborda este problema: Antón Costas, presidente del Cercle d´Economía habla del “retorno de la política industrial” (La Vanguardia, 12 enero de 2014) y Gobierno y empresas asumen que España necesita recuperar vocación industrial para crecer (“La urgencia de reindustrializar la economía”, El País, Negocios, 12 enero de 2014). Según este último artículo, siendo la industria, además del empleo directo, el sector que más empleo indirecto genera (entre 1,6 y 4, según sectores), ésta ha perdido un 30 % de su producción desde el inicio de la crisis en 2007. Igualmente, el peso de las manufacturas en el PIB ha encogido desde el 17 % de 2001 y, después del “boom del ladrillo”, hasta el 13% en 2011, excepto en el País Vasco y, en menor medida, en Catalunya.

Existe consenso entre todos los agentes sociales sobre las alternativas para superar esta “brecha industrial”, conscientes de que la globalización económica ha modificado los fundamentos de la competitividad: Importancia de mejorar la educación e incrementar la formación para el empleo (desarrollo de las políticas activas, olvidadas), impulsar la I+D+i;, aprovechando el potencial de nuestras Universidades; diseñar planes de reindustrialización sectoriales y territoriales; acometer una reforma energética (encaminada a lograr un modelo energético eficiente y sostenible, con condiciones de acceso y  uso  asequible para empresas y ciudadanos);  recuperar un sistema financiero fiable y eficiente que asegure el acceso a la financiación en condiciones adecuadas; reforzar los Sistemas de Protección Social; impulsar desarrollo un desarrollo rural sostenible o la rehabilitación de vivienda urbana, figuran entre las principales propuestas sindicales.

Además de potenciar la participación de los trabajadores (y sus sindicatos) en los cambios tecnológicos y organizativos a través de la Negociación Colectiva y  desarrollar la Responsabilidad Social de las Empresas (RSE), respetuosa con el Trabajo Decente, los DD.HH. y el Medio Amiente, de forma creíble para los ciudadanos.

Pero, sobre todo, es necesaria una verdadera “voluntad política”, concertada con Agentes Sociales y CC.AA., para realizar actuaciones estratégicas sectoriales por parte del Estado (el caso del automóvil es indicativo) y regulatorias (por ejemplo, actuando de forma decidida ante el “oligopolio energético”, promoviendo “empleos verdes”…) o incentivando la reinversión de los beneficios. Incluso promoviendo una Banca Pública de Inversiones que, conjuntamente, con el BEI y el BCE promuevan la inversión productiva con estímulos hacia las PYMES (promoviendo su reagrupación para ganar tamaño) y la economía social, donde se genera más del 65% del empleo de nuestro país.


[i] “El cambio de modelo productivo que España requiere para salir de la crisis”. Madrid, octubre 2011. Informe realizado por la fundación 1º de Mayo (CC.OO) y Fundación Largo Caballero (UGT).

¿Para cuándo la 'economía real'?