viernes. 29.03.2024

Qué es eso de la mediación

spinela

No entiendo eso de andar buscando mediadores en un Estado en el que los ciudadanos de Cataluña están debidamente representados en la sede de la soberanía, que son las Cortes Generales

Los secesionistas catalanes han tenido la gran habilidad de introducir la simulación en el lenguaje, y de lograr que no se llame  a las cosas por su nombre. El último asalto es el iniciado con la palabra “Mediación”. Una palabra aparentemente conciliadora, pero que viene envenenada. Especialmente cuando se apela a ella para introducir a terceros, ajenos al Estado al que todos pertenecemos. Por eso la hábil maniobra en el intento de europeizar el conflicto. Una trampa en la que la Unión Europea no ha caído, porque en las Instituciones Europeas se sabe que la Unión está formada por Estados Soberanos que –si bien han cedido y compartido competencias- no han perdido ni un ápice de soberanía. Por eso pueden abandonar la Unión por voluntad de sus ciudadanos: véase el actual caso del Brexit.

Como todos estamos sedientos de encontrar una solución al problema creado, damos por buena la sugerencia, y nos encontramos gente en los medios de comunicación, y a algunos representantes políticos, buscando y sugiriendo “mediadores”, en algunos casos, por cierto, de lo más variopintos y extravagantes. Pero sería un error lamentable que un Estado de Derecho no puede ni debe cometer.

No entiendo eso de andar buscando mediadores en un Estado en el que los ciudadanos de Cataluña están debidamente representados en la sede de la soberanía, que son las Cortes Generales. Y que en un esquema de autogobierno están representados en el Parlamento de Cataluña. El órgano supremo de representación está funcionando a pleno rendimiento, y en él acaba de constituirse una Comisión para estudiar conjuntamente el futuro de la organización territorial del Estado. En esa Comisión incluso participa uno de los grupos que en Cataluña forman el bloque secesionista.; y el otro no lo hace por propia voluntad. Y el Parlament ha funcionado hasta que el 6 y 7 de septiembre, precisamente quienes ahora reclaman “mediación” rompieron su Reglamento.

Dialoguemos. No necesitamos mediadores, sino la serenidad y la voluntad de ponernos a hablar. Y en medio del diálogo, negociemos entre nosotros las fórmulas adecuadas para salir del atolladero en el que unos y otros (no todos) nos han metido. Nuestro Estado de Derecho acertó al no aceptar oficialmente la mediación de terceros ni siquiera para el difícil diálogo con ETA. Aceptar en este caso esa mediación sería reconocer el fracaso de nuestra Sistema Democrático.

No. Lo de la “mediación” es el último trampantojo que se ha sacado de la manga algún ilusionista asesor del señor Puigdemont. Frente a la mediación está el diálogo y la negociación. Es posible que necesite método. Es posible que ese diálogo tengan que irlo preparando los grupos políticos más templados dentro de este conflicto. Unas conversaciones, en el ámbito del Congreso, inicialmente entre PSOE, PNV y Podemos; siempre que estos últimos abandonen el papel que se auto-asignan de albaceas de nuestro Sistema Democrático, en esa búsqueda de mediadores. Quizá debieran también intervenir en ese espacio, y en alguna medida, los Sindicatos y las Organizaciones Empresariales. Y elaborar alguna fórmula que sea útil para que la Comisión Parlamentaria ya creada tenga un punto por el que comenzar.

Eso es poner en valor nuestro propio Sistema Democrático. Lo de la mediación, por el contrario –tal y como está planteado- es introducir una regla de juego inventada desde una opción rupturista que hoy por hoy representa sólo el 48% de la Sociedad catalana.

Qué es eso de la mediación