jueves. 28.03.2024

La Cumbre Europea, una oportunidad para el crecimiento económico y el empleo

En el contexto de las medidas de austeridad establecidas en la Unión Europea, junto a la ya extrema situación socioeconómica española tras dos años de recesión...

En el contexto de las medidas de austeridad establecidas en la Unión Europea, junto a la ya extrema situación socioeconómica española tras dos años de recesión, se ha logrado un buen consenso político que debería ser duradero y mucho más extenso.

Este inicio de los pactos de Estado no es ideal pero tampoco deja de ser una buena noticia. Sin embargo, no debe ser un mero lavado de cara sino una alianza legislativa de utilidad pública que ha de ampliarse a otros ámbitos estratégicos (educación, sanidad, I+D+i, fiscalidad, reforma de las administraciones públicas).  En esta etapa tan dura hace falta mucha política de Estado, sumar fuerzas para contribuir no sólo a la resolución de la pésima situación del país, sino además para restaurar la confianza ciudadana en sus instituciones y en el gran potencial de nuestro modelo social, y sobre nuestras propias capacidades individuales y colectivas. Pero este consenso, dada la extrema gravedad de la situación, ha de emprenderse sin hipotecas, y extenderse al concurso de las organizaciones empresariales y sindicales.

Tanto la situación española y como la de otros socios comunitarios es muy delicada. Pero puede empeorar si persisten las políticas de mera reducción del déficit público, si se siguen recortando los derechos y prestaciones sociales, si se vuelven a cargar sobre la ciudadanía el pago de los excesos ajenos, los del mundo financiero y los mercados. La situación será insostenible pronto si se persiste en devaluar nuestra democracia, exigiendo más sacrificios a cambio de perder la esperanza en recuperar una vida decente. Una generación joven sacrificada y más de 25 millones de personas desempleadas en Europa, hablan por sí solos del fracaso de la política impuesta por la troika, que insiste en devaluar servicios públicos y atender prioritariamente las estrategias del poder económico y los intereses del capitalismo salvaje. Un trágala que en los países afectados es un fracaso. No sólo no se sanean las deudas soberanas sino que tratan de doblegar la dignidad de la ciudadanía, sometiéndola a marchas forzadas hacia un modelo claramente tercermundista.

Esta Cumbre es una ocasión para dar un giro desde las meras políticas de ajuste fiscal hacia actuaciones de estímulo al crecimiento económico y a la creación de empleo. Para ello es de suma importancia que nuestro Gobierno presente en Bruselas una posición clara y firme a favor de la salida de la crisis –gracias a un amplio respaldo parlamentario obtenido in extremis–  apoyando un fuerte plan de inversiones así como una verdadera unión económica, bancaria y fiscal. Asimismo, es muy necesario que pactemos con otros países afectados por la crisis, para implementar en la Unión Europea otra política posible, más sensible con los problemas ciudadanos y que especialmente ataje el grave deterioro del empleo y la creciente exclusión social. Es el momento de las alianzas para presionar a los países más reacios a dicho giro, y para que se sumen a una verdadera política europea común, más solidaria y reequilibradora. Existen instrumentos, recursos, potencial humano y tecnológico de sobra para relanzar la actividad económica, pero falta sumar voluntades políticas. La mayoría sigue evidenciando su sometimiento al interés de los lobbies y las multinacionales.

Ojala que de la reunión salgan soluciones que instauren con urgencia inversiones públicas suficientes para recomponer el Estado del bienestar. En particular, en los países más afectados por la crisis, hay que recuperar el nivel de derechos, libertades y protección social que se venía gozando. No obstante –no nos engañemos– no cabe esperar mucho de los gobiernos que siendo democráticos, como el nuestro, primordialmente atienden y satisfacen los intereses del gran capital, que siguen las recomendaciones sin escrúpulos de la OCDE, del BCE o del FMI –bajas salariales, menos derechos laborales, reducción de pensiones, ampliación de la edad de jubilación, etc…– atentatorias contra los derechos humanos, que representan al neoliberalismo aunando fuerzas en su respaldo a políticas antisociales que abundan en la miseria y la exclusión social. Son actuaciones que clarifican mucho sobre la legitimidad y la propia base democrática de esos organismos internacionales, y que desde el sindicalismo confederal internacional vamos a seguir denunciando y combatiendo. En este sentido, desde la Confederación Europeas de Sindicatos (CES) –organismo en el que CCOO participa activamente– planteamos, no sólo resistencia con movilizaciones de reivindicación y de protesta a nivel europeo, sino también exigiendo medidas importantes y concretas de inversión, tal es el caso del Ingreso Social Mínimo Garantizado que contribuiría a paliar el destrozo social causado por los recortes sobrevenidos de mano de las reformas estructurales y la austeridad imperante; también con un plan de inversiones –sobre el 2% del PIB comunitario– a cargo del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Asimismo, urge recuperar a esa generación casi pérdida de jóvenes con una inversión extraordinaria que en CCOO estima bastante superior a los 6.000 millones de euros convenidos por Bruselas y, desde luego, librados en un plazo mucho más corto, en los próximos dos años.

Es hora de establecer un calendario concreto para rescatar a la ciudadanía de la desigualdad y la resignación, y ayudar a las verdaderas víctimas de una crisis tan compleja y extensa como artificial. La ocasión es propicia para empezar a restaurar e impulsar no sólo servicios públicos sino para abordar el mismo modelo económico y  emprender actuaciones de reindustrialización en  las regiones más deprimidas. La Cumbre debe, en definitiva, contribuir a recuperar la propia legitimidad democrática  de los organismos comunitarios y el mismo proyecto europeo. Una Unión Europea verdaderamente unida, más equilibrada, más solvente y con mucha mayor sensibilidad social, pero con hechos y no con más promesas, parcheos o infumables recomendaciones que atentan contra la justicia y el bien común.

La Cumbre Europea, una oportunidad para el crecimiento económico y el empleo