sábado. 20.04.2024

Sí a la gran coalición

No piensen que me estoy volviendo loco y que apoyo la Gran Coalición de la que hablan los medios afines al Régimen de Mariano Rajoy, es decir, todos los medios tradicionales...

No piensen que me estoy volviendo loco y que apoyo la Gran Coalición de la que hablan los medios afines al Régimen de Mariano Rajoy, es decir, todos los medios tradicionales, salvo escasas excepciones, esa coalición en la que se unirían el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, esa coalición que sería el fin del PSOE si desde este partido se tomara una decisión así de irresponsable. Los partidarios de esta unión entre los ultraconservadores y los socialistas son precisamente aquellos que se benefician con la fragmentación de la izquierda y los que quieren perpetuar el gobierno del Partido Popular con la disolución electoral del único partido de izquierda que puede hacer frente al neoliberalismo si siguiera escrupulosamente con sus principios fundacionales y no se entregara a ciertas políticas más propias de la derecha, tal y como ocurrió en la última legislatura de Rodríguez Zapatero tras la llegada de Elena Salgado, una liberal de los pies a la cabeza, al Ministerio de Economía. La banca, las élites empresariales  y la Iglesia ven bien y promueven esta Gran Coalición. ¿A quién beneficiaría? A ellos mismos porque dicho acuerdo llevaría al PSOE a su extinción.

Aunque los resultados de las Elecciones Europeas no son extrapolables a unas generales está claro que los comicios para elegir a los representantes españoles en el Parlamento Europeo dejaron claro que España había girado su voto hacia la izquierda, hacia las opciones más progresistas. Un claro castigo a las políticas de Rajoy, ya que también se sustanció una caída de electores del partido ultraconservador español, a pesar de que aún es la fuerza más votada. Ante esta situación yo soy partidario de que se haga una Gran Coalición, pero una Gran Coalición de izquierdas. En otros escritos ya he defendido esta necesidad de la izquierda española, antes con la unión de PSOE e IU, ahora con la inclusión también de PODEMOS.

Los ciudadanos progresistas hemos visto a lo largo de la historia cómo la izquierda se ha autodestruido por los constantes enfrentamientos entre ellas. Perdimos una guerra por dicha división. Si las fuerzas leales a la II República se hubieran unido desde el primer momento, no se hubieran dedicado a realizar acciones por separado o se hubieran puesto bajo el mando del gobierno, la rebelión de Franco, Sanjurjo y Mola no habría prosperado más allá de los primeros días. Ya en democracia el enfrentamiento entre los principales partidos de izquierda fue casi encarnizado. Lo vimos en las discrepancias constantes entre Felipe González y Santiago Carrillo en la Comisión de los 9, lo vimos en la pinza provocada por Julio Anguita contra el gobierno del PSOE, cosa que hizo más daño a éstos que a la derecha. La gestión de la crisis por parte del gobierno de Zapatero y las políticas económicas tomadas por la liberal Elena Salgado provocaron que IU se hiciera con el copyright de la «verdadera izquierda», eso sí, defendiendo el Estado del Bienestar que introdujo el PSOE cuando gobernó. Enfrentamientos y más enfrentamientos. En estos últimos meses ha irrumpido PODEMOS que ha elevado al nivel de «casta» a los miembros del PSOE. Esta situación de lucha constante entre las fuerzas progresistas hace que parezca que el verdadero enemigo político de IU y PODEMOS sea el PSOE y no el PP. Por eso es necesaria la Gran Coalición, para luchar como uno solo contra el neoliberalismo, contra la claudicación de la política a la economía que quiere imponer la derecha. Tanto comunistas como socialistas tenemos un himno común, La Internacional, cada una con una letra distinta, pero que coincide en dos versos:

Agrupémonos TODOS
En la lucha final

Ahí lo tenemos: agrupémonos todos. En estos tiempos en que el pueblo se debe de haber dado cuenta que depositar la confianza en la derecha es sinónimo de miseria, los partidos de izquierda tienen casi la obligación moral de presentarse a las próximas generales como una única fuerza y para eso es necesario que, una vez elegido el nuevo líder del PSOE se comience a negociar para ello. Habrá quién me diga que qué ocurre entonces con las primarias abiertas de los socialistas para la elección del candidato a las generales de 2015. Será quien tenga el liderazgo electoral del PSOE y quien busque las líneas de acción de esa candidatura conjunta. En caso de que no se pueda producir una candidatura única de las tres fuerzas, se tienen que cerrar acuerdos sólidos de gobierno, no la chapuza improvisada de las elecciones de 2.000 de frutos y Almunia. Estos acuerdos sólidos se ha demostrado que funcionan, tal y como ocurre actualmente en Andalucía o en muchos ayuntamientos.

Los partidos de izquierda española, por mucho que haya matices, por mucho que algunos traspasaran líneas ideológicas que jamás deben ser traspasadas, por mucho que la visión de gobierno sea diferente dependiendo de quién ha gobernado este país y quién aún no lo ha hecho. Somos hermanos y el enemigo está en la derecha no entre nosotros. ¿Seremos capaces de llevar a cabo esa Gran Coalición? Yo creo que sí y somos muchos ciudadanos los que la reclamamos, ahora la voluntad la tienen los partidos, sobre todo si partimos de lo que nos une y no nos echamos a la cara aquello que nos pueda separar. Juntos ganaremos, juntos devolveremos al pueblo lo que el enemigo del pueblo le ha quitado. Separados, el PP volverá a gobernar. 

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