miércoles. 24.04.2024

Después de las elecciones, a mamarla

A pesar del título farragoso e, incluso, con la utilización de un lenguaje tabernario, es triste que esta sea la realidad de la visión que tiene el Partido Popular...

A pesar del título farragoso e, incluso, con la utilización de un lenguaje tabernario, es triste que esta sea la realidad de la visión que tiene el Partido Popular de lo que es la democracia. Para el partido ultraconservador español el sistema democrático se define entre las delgadas líneas que marcan los encuentros electorales. Una vez fuera de ellos y, por supuesto, si disponen de mayorías absolutas, la democracia deja de existir para dar paso al único modo de gobernar que tienen: el autoritarismo que mamaron durante 40 años en el franquismo y que llevan en sus genes.

Por tanto, y tal y como estamos viendo y sufriendo con los diferentes gobiernos genoveses, el espíritu democrático que preside en el pensamiento político del Partido Popular se puede resumir en la siguiente frase: después de las elecciones, todos a callar y a acatar sin protestar ni cuestionar ninguna de las medidas que aprobemos. En román paladino, el título de este artículo.

Lo estamos viendo en las diferentes declaraciones de los miembros del gobierno central, de los diferentes gobiernos autonómicos, de las agrupaciones municipales o de los dirigentes del Partido Popular. En estas declaraciones se hace una llamada al respeto de la llamada mayoría silenciosa y un elogio desmedido del silencio de muchos millones de españoles que no se movilizan. Dentro del pensamiento limitado de los ultraconservadores se hace una valoración que es errónea pero que para ellos es artículo de fe: todos los que se quedan en casa y no protestan ni levantan la voz están a favor de sus medidas. Son así de limitaditos.

El domingo 29 de septiembre se produjo en las Islas Baleares una manifestación histórica contra las políticas educativas del gobierno de Bauzá que sacó a la calle a más del 10% del total de la población de la Comunidad Autónoma. Ante esta movilización y demostración de que la población está en contra de sus políticas la respuesta del gobierno balear ha sido comparar el número de asistentes con el número de personas que les votaron en las últimas elecciones de 2011. Son así de limitaditos y de analfabetos democráticos. ¿Acaso pretenden que salga a la calle el 100% de la población para que se enteren de que hay mucha gente que no soporta más las políticas neoliberales de este partido? Imagino que sí. ¿Deben juntarse más de 11 millones de personas en Madrid para que el Partido Popular rectifique sus políticas destructoras del Estado del Bienestar? Debe ser que ese sería el único modo para que cambien de políticas.

Como cualquier partido político que basa su ideología en el autoritarismo, en el ordeno y mando, y que utiliza la democracia como coartada para implantar un modo de gobernar cercano a una dictadura pero bajo la pátina de un Estado de Derecho, el Partido Popular está cercenando las libertades y los derechos cívicos de los españoles al minimizar las movilizaciones de los ciudadanos, por más que el pueblo español se esté destacando por una pasividad alarmante. El ensalzamiento de que la mayoría silenciosa, es casi obsceno y roza la provocación hacia la ciudadanía. De igual modo es una forma de criminalizar a aquellos que salen a la calle para demostrar su indignación y su oposición a las políticas de involución perpetradas por Mariano Rajoy y por todos los gobiernos que están bajo las alas ponzoñosas de la gaviota genovesa.

Esta criminalización la vemos en las descalificaciones hacia aquellos que se movilizan en serio aplicando medidas fuertes de presión sobre los gobiernos autoritarios del Partido Popular. Lo vemos en las Mareas. En la Comunidad de Madrid la Marea Blanca se movilizó a través de grandes manifestaciones contra la privatización de la Sanidad Pública, pero estas manifestaciones estuvieron apoyadas por otras medidas de fuerza como huelgas de los médicos que paralizaron prácticamente la actividad de los centros sanitarios, como la convocatoria de un referéndum sobre el proceso de privatización y un largo etc. La respuesta a estas movilizaciones por parte del Partido Popular fue una criminalización de los médicos en huelga echándoles en cara que los males de la sanidad madrileña eran culpa de esas movilizaciones legítimas de los trabajadores. Su mentalidad autoritaria les hizo seguir adelante con el proceso de privatización haciendo oídos sordos de las movilizaciones. Pero los trabajadores continuaron con su lucha y, de momento, están ganando el pulso al paralizar, vía tribunales, este proceso que sólo busca la apertura de un nuevo nicho de negocio que les asegure un futuro lucrativo a través de la puerta giratoria de la política hacia la empresa privada, tal y como se demostró con las actividades privadas de Lamela y Güemes, antiguos Consejeros de Sanidad de la Comunidad de Madrid, y los sustanciosos contratos conseguidos de la Sistema de Salud Madrileño.

Lo mismo ha ocurrido con, por ejemplo, los funcionarios. En el año 2012 el gobierno de Mariano Rajoy aprobó a través de un Real Decreto, es decir obviando al Parlamento e imponiendo la medida tal y como Franco lo hubiera hecho, la eliminación de la paga extra de Navidad a todos los funcionarios, tanto de la Administración Central del Estado como de cualquier otra Administración. Los funcionarios se movilizaron con paros parciales o aprovechando su media hora de descanso para cortar la Avenida de la Castellana en Madrid reivindicando lo que les correspondía por derecho laboral. El gobierno respondió amenazando con la apertura de expediente y sanciones a quienes se movilizaran y alabando a aquellos que no se pronunciaban.

En el país hay descontento, hay ganas de sacar de la Moncloa a esta panda de neoliberales, mucha más de lo que se creen Mariano Rajoy, su partido y sus palmeros mediáticos. El PP está llevando a los españoles a una situación de país en desarrollo, con bolsas de pobreza que ya superan el 20% de la población, con un paro desbordado que supera el cuarto de la población activa, con españoles pasando hambre, con españoles que son víctimas de las políticas que el mismo PP implantó en la primera legislatura en que gobernaron con la creación de la burbuja inmobiliaria y son echadas a patadas de sus casas por la voracidad de la banca y un largo etc. Sin embargo, el Partido Popular alaba a quienes se quedan en casa y no pían. Es un modo de dar la espalda a quienes lo necesitan que son los que se manifiestan. Es un modo de negar la realidad y vivir en ese Matrix Genovés por el que la economía está mejorando cuando todos los indicadores muestran lo contrario.

El pensamiento ultraconservador español es reducir la democracia a las semanas de campaña electoral y al día de las elecciones. Una vez los resultados les dan mayoría absoluta se olvidan de la democracia e implantan su modo de gobernar autoritario. Nos votasteis, ahora no protestéis, es el mantra. Pero se olvidan de una cosa que en su mentalidad cerril no cabe: el pueblo tiene el poder siempre y tiene el derecho de expresar el descontento porque así lo dictan las leyes y la Constitución Española, por mucho que haya dirigentes genoveses que pidan la regulación de los derechos de reunión, opinión y manifestación. Tal vez sea que en su lenguaje eufemístico la palabra regulación signifique derogación. No es de extrañar teniendo en cuenta que son un partido autoritario con un disfraz de demócratas. Tal vez el pueblo tenga que enseñarles que la democracia también es eso, también es la movilización y la confrontación de opiniones.

Tal vez sea que el Partido Popular tiene alergia a la democracia y sólo la ve como un partido de fútbol, de ese fútbol que tanto gusta a Mariano Rajoy. 

Después de las elecciones, a mamarla