jueves. 28.03.2024

Fondo de reserva: ¿gastar hasta agotar?

El nivel máximo del Fondo (que llegó a ser de 65.830 millones en 2011) se ha reducido a 41.634 millones a finales del 2014.

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Una de las decisiones políticas más inteligentes de los últimos años fue la constitución del Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Es hijo de unos tiempos en que la concertación social y el diálogo político guiaban las políticas a largo plazo de la Seguridad Social. 

Ahora todo el mundo lo ve como lógico y se apropia de su paternidad, pero para constituirlo, las organizaciones sindicales tuvieron que vencer la resistencia de una CEOE cortoplacista como siempre que, ante unos superávits temporales de la Seguridad Social, presionó mucho para rebajar cotizaciones sin atender al medio plazo.

Gracias al Fondo de Reserva se ha podido afrontar la tormenta perfecta, provocada por la confluencia en el tiempo de retos a medio plazo y un déficit muy importante fruto de la crisis económica y de una Reforma Laboral que primero destruyó empleo y luego lo ha precarizado. 

Usar el Fondo de Reserva para afrontar esta situación tiene toda la lógica, porque para eso se creó. Pero el Gobierno Rajoy parece haberse instalado en una estrategia peligrosa y perversa de "usar hasta agotar". 

Desde 2012 se han utilizado en diferentes momentos cerca de 34.000 millones de euros, a los que sumar 5.350 millones provenientes del Fondo de Prevención y Rehabilitación de las Mutuas. O sea, cerca de 40.000 millones de euros para cubrir el déficit. De manera que el nivel máximo del Fondo (que llegó a ser de 65.830 millones en 2011) se ha reducido a 41.634 millones a finales del 2014. Con el agravante de que a corto plazo no va a contar ni con más aportaciones ni con la rentabilidad de sus inversiones, sino al contrario: en 2015 y en próximos años se necessitará disponer de más recursos del fondo.

Ante esta situación es urgente adoptar medidas a corto y medio plazo para evitar que en el 2018 el Fondo de Reserva haya desaparecido. Algunos grupos parlamentarios hemos hecho propuestas, pero el PP actúa como una pared de frontón que las devuelve, cada vez de manera más enrevesada. 

Lo primero es constatar que los problemas de la Seguridad Social no son de gasto (entre 2011 y 2015 han aumentado en un 12,91% en total, en términos nominales) sino sobre todo de ingresos (en ese mismo período las cotizaciones han aumentado solo un 4,29%). 

Para abordar este desequilibrio se necesitan políticas que van en la dirección contraria a las adoptadas durante esta legislatura. 

Comenzando por revertir la Reforma Laboral. A pesar del aumento de afiliados, los ingresos por cotizaciones no mejoran significativamente. Porque la apuesta de la reforma laboral de PP y CIU por el empleo temporal, a tiempo parcial y precario, y por la depreciación de salarios tiene efectos perversos. Un mercado de trabajo precario, lleva a una Seguridad Social en precario. 

Deben mejorarse los ingresos por la vía de aumentar las bases máximas de cotización o de transferir la responsabilidad de los costes de gestión de la Seguridad Social a los Presupuestos Generales del Estado. En todo caso, cabe reconocer que en este aspecto el margen de maniobra es ya escaso. 

Lo que sí debería estudiarse es la creación transitoria y puntual de una contribución social generalizada, como se ha hecho en otros países europeos. Hay diferentes propuestas encima de la mesa, pero en mi opinión, la más equilibrada para no penalizar el empleo, es que el origen de estos recursos deberían ser fiscales. Hay margen para ello, sobre todo si se tiene en cuenta que España tiene cada año unos ingresos fiscales el 8% del PIB (80.000 m€), menos que la media de la zona euro. 

Por supuesto hay que acabar con la política de bonificaciones generalizadas a la contratación, que está más que demostrado que no sirven para crear empleo. Y prohibir expresamente las exenciones a la cotización, que en 2014 han supuesto una reducción de ingresos de 1.200 millones de euros y en 2015 se prevé supongan entre 1.500 y 1.650 millones de euros menos para la Seguridad Social. Son medidas que solo obedecen a la política de marketing de los viernes de Consejo de Ministros, y que deterioran los ingresos de la seguridad social a costa de pensionistas actuales y futuros. 

Estas medidas, acompañadas de una utilización prudente del Fondo de Reserva, nos deberían permitir disponer del tiempo necesario para implementar una de las reformas estructurales que necesita la Seguridad Social. 

Se trata de la reforma de las pensiones de muerte y supervivencia - viudedad y orfandad- para hacerlas más dignas y equitativas. También para transferir paulatinamente la responsabilidad de su financiación a ingresos de origen fiscal, como corresponde al hecho de ser prestaciones de naturaleza no contributiva, es decir no ser contrapartida a cotizaciones realizadas por el que las percibe. Para llevar a cabo esta reforma se necesita un período amplio, como el que se ha usado para la separación de fuentes de financiación que se acordó en 1996 y se ha culminado casi plenamente en 2014. 

Los retos de la Seguridad Social española (como los de otros países) no son fáciles, pero hay alternativas. Como siempre en la vida, las ideas para avanzar necesitan fuerza. Y en política la fuerza la dan los votos. Es importante que lo sepan los ciudadanos en el momento de ejercer su derecho al voto. Sin harina no se hace pan, sin votos no se construyen alternativas.  

Fondo de reserva: ¿gastar hasta agotar?