sábado. 20.04.2024

"Tú la llevas"

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En su Ensayo sobre la ceguera, José Saramago escribe:“…creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven…”

Es lo que pensamos muchos ciudadanos sobre la cerrazón de los diputados del partido popular después de la merecida derrota en la fallida sesión de investidura al no entender cómo la “ciega” bancada popular mantiene esa inquebrantable adhesión a Mariano Rajoy. En la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del pasado día 3 el apoyo a su gestión y continuidad fue unánime: hubo un cierre de “prietas y marciales filas”; “de haber terceras elecciones, -sostenía la señora “finiquito en diferido”- el culpable no es otro que Pedro Sánchez y el partido socialista”; los populares -en expresión de Saramago- están demostrando ser como ciegos que, viendo, no ven que el fracaso anunciado de esa derrota no se debe a nadie más que al propio Mariano Rajoy. Y como insulto a la inteligencia de los ciudadanos en general y la de Ciudadanos, en particular, que en sus pactos con el PP, se han fiado del impulso regeneracionista sobre la corrupción, mientras se celebraba la sesión de investidura, nos enteramos que de tapadillo el gobierno había designado al corrupto ex ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, para representar a España en el Banco Mundial, retribuido con suculentas mamandurrias. Una vez más dejan patente que ni son creíbles ni fiables. Hace pocos días el bufón portavoz popular declaraba, en la firma de los 150 puntos del pacto con Ciudadanos: “asistimos al inicio de un futuro amor entre nosotros y Ciudadanos”; en su agria intervención en el parlamento, en cambio, declaraba haber roto esas relaciones ¿de amor?. “Quantum mutatus ab illo”! ¡Cómo ha cambiado el pollo!, cantaba el poeta.

En el pensamiento occidental, y más en el marco de la política, con frecuencia se da esta constante: creer que existe una sola respuesta verdadera para cada problema ya económico, político o social y que una vez hallada esa respuesta, todas las demás deben ser rechazadas por erróneas. Una creencia complementaria de la anterior y tan antigua como ella, es que lo nobles ideales y los programas que animan a los políticos son incompatibles unos con otros. Considero que ambas creencias son falsas, de ellas se han derivado gran parte de las tragedias y fracasos de la sociedad. Así como en la historia para explicar “nuestra mundana realidad” han existido distintos sistemas de pensamiento filosófico, para construir y organizar democráticamente la sociedad deben y pueden existir proyectos diferentes, que, con voluntad de acuerdo pueden llegar a armonizarse y pactar entre ellos, sin que su resultado sean “pactos frankestein”, como los han calificado con sorna despectiva e indecente los populares; negarse a aceptarlo es “jugar a la política del avestruz”.

Los que nacimos en los inicios de la dictadura franquista, inocentes niños de la postguerra, en una sociedad sin apenas medios para juegos infantiles, tuvimos que ser creativos; nuestras lúdicas tecnologías consistían en el juego “del gua” con canicas, en recortar las tapas de las cajas de cerrillas como moneda de cambio en el juego de los tacos y en construir chapas recortando cristales en los tornillos de las farolas para cubrir la imagen de los cromos de los ciclistas con algo de masilla… y, por supuesto, los juegos de “guardias y ladrones” y el “tú la llevas”; consistía éste en elegir a uno de la pandilla, mientras, dándole entre todos un manotazo y diciéndole “tú la llevas”, se le responsabilizaba de hacer eficaz el juego.

Hoy casi toda la sociedad, especialmente el Partido Popular, los medios de comunicación -(¡qué vergüenza el papelón de El País!)-, incluidos algunos diarios internacionales, un sinfín de “tertulianos” que pontifican de todo como “cotorras sin púlpito”, algunos de los funcionarios de las Instituciones Europeas “excesivamente bien pagados” y hasta algunos barones del propio PSOE, aquellos que son los que más tenían que respetar el sentir de ciudadanos que les votaron entonces y que aún continúan votándoles…, como en ese juego infantil, con un nuevo “tú la llevas” le están cargando a Pedro Sánchez y al partido socialista (¡qué inmerecidas críticas están teniendo que soportar por el simple hecho de ser coherentes con sus millones de votantes!) con la responsabilidad de que el fracasado Mariano Rajoy no haya sido investido presidente. ¿Pretendía Rajoy conseguirlo contando con que aquellos que no le han votado le regalasen la mayoría que él ha sido incapaz de construir, bajo el chantaje de ir a unas terceras elecciones, y encima éstas en Navidad? ¿Desde cuándo una sociedad decente puede culpar a un político o a un partido por ser coherentes con sus declarados principios y cumplir el programa con el que se presentaron ante los ciudadanos y por él les han votado? A todos ellos (partido popular, Rajoy, medios de comunicación, tertulianos, funcionarios comunitarios, barones socialistas…) es necesario explicarles la transparente teoría del politólogo británico Ernest Barker. Al analizar los partidos o grupos políticos y en ellos a los seguidores de sus líderes en relación con la noción de representación, Barker plantea una clara alternativa: o bien el líder representa la voluntad de sus seguidores, o bien los seguidores representan la voluntad del líder; en una democracia que debe ser lo más transparente posible -sostiene-, el líder tiene la obligación de transmitir lo más fielmente posible la voluntad de aquellos a quienes representa: sus seguidores o votantes. Si se quiere hacer creíble la política, no se puede defraudar a aquellos que, porque se han fiado de ti, te han dado su voto. Considero que esta es, y no otra, la explicación del NO de Sánchez que Rajoy por fin ya ha entendido.; y ¡cuánto -“pardiez”- le ha costado!.

La mente de Rajoy y la del Partido Popular son porosas al olvido. No recuerdan o no quieren recordar que no han hecho otra cosa durante estos casi cinco años con su “rodillo parlamentario”, que crear una importante fractura ente ellos y los demás partidos políticos, entre los casi ocho millones de ciudadanos que les han votado y los más de veinte millones que pudiendo votarles no lo han hecho. ¿Consecuencias?: nadie, (excepto Ciudadanos y Coalición Canaria, con gran pesar y sin resultados), nadie les ha querido apoyar. Incluso Ciudadanos, apenas firmados los pactos de investidura, se han arrepentido de haberlo hecho. En la frustración creada entre la ciudadanía por sus desastrosas políticas de gobierno tienen la respuesta. ¿Necesitan mejor y más contundente razón para no haberles apoyado? Pensar que cuanto han deteriorado en estos años no les iba a pasar factura equivale a vivir en la inopia y en la irrealidad.

Este esperpéntico proceso de investidura ha supuesto una perversión del sistema democrático al instrumentalizar y manipular la verdad, retorciendo los argumentos a conveniencia, utilizando el chantaje, la amenaza, las presiones, las mentiras y falacias y una verborrea sin contenido para conseguir los propios fines, sin importarles lo que el ciudadano piensa y quiere. Por dramática que sea, esta realidad le debe valer al partido popular para sacar lecciones de futuro: en la posthistoria de la transición otros partidos han mostrado mayor aptitud y capacidad para entender estos procesos y han sabido estar a la altura de las circunstancias: dimitiendo. ¿Ejemplo?: Adolfo Suárez.

Pero me temo que Rajoy ha tenido y tiene sólo un objetivo ocultando, bajo razones “de alta y generosa política”, sus verdaderos deseos: mantenerse en el poder, a pesar de la corrupción que le ha rodeado y él ha amparado; pero las urnas, aunque en su partido lo nieguen, no le han blanqueado. No ha sabido lidiar con los corruptos. Mantenerse en el poder no sólo es el objetivo primero y principal de Rajoy, también el de los miles de populares (“la familia”) que están ocupando cargo en las distintas administraciones del Estado: porque fuera del poder, ¡qué frío hace! Y sin el partido, ¿quién sería Rajoy?: un ciudadano en entredicho, registrador de la propiedad nada brillante, elevado por un partido “palmero”, sin democracia interna y nula autocrítica, que le ha otorgado excesivo poder y puesto al frente del mismo por el dedo de Aznar, “ese” señor, de retórica banal que, para decir mentiras y vaguedades y argumentar con falacias, se pone hierático o histérico, o ambas cosas, franquicia del rencor, de grandilocuencia impostada, presidente de FAES y “amigo de Bush”: ¡valiente aval!

La obstinada petición de abstención “patriótica” que Rajoy y el PP le están exigiendo a Sánchez tendría sentido si hubiera tenido reflejo previo en otra renuncia patriótica “de altura de miras”: la suya; si el presidente en funciones cree que unas nuevas elecciones son un desastre, para evitarlas lo tiene fácil: ¡que renuncie él y permita con su generosa renuncia que otro lo intente! ¿Por qué pide a otros lo que, según muchos españoles, debería hacer él? Sabemos que ha sido el más votado en dos elecciones sucesivas y eso le autoriza moralmente a reclamar un reconocimiento; nadie se lo niega. Pero lo cierto es que también es el político que representa a un partido que debe pagar un precio por la corrupción. En su discurso de investidura dejó bien claro que, de seguir gobernando lo haría como lo ha hecho hasta ahora. Se presentó en la tribuna ofreciendo continuidad en sus políticas y economías y un cerrado inmovilismo en el tema catalán. “A España le conviene que continúen nuestras políticas, que se conserve todo lo bueno que hemos hecho y que preservemos en el camino emprendido”, dijo textualmente. Pocos ciudadanos creemos que (hipótesis que no deseo), de gobernar de nuevo, lo haría sin cambio alguno importante: en todo caso, puro maquillaje. No vale ese falaz, repetido y cansino argumento de que a él le avalan “137” votos. ¿Conocen bien Rajoy y el partido popular lo que dice la Constitución?: nuestro sistema no es presidencialista, es parlamentario. Banaliza o miente cuando pasa por alto que en una democracia parlamentaria el 67 por ciento que no le quiere es mucho más que el 33 por ciento que todo le perdona. Razón tenía el polifacético Friedrich Dürrenmatt al afirmar: “Tristes tiempos estos en los que hay que explicar lo evidente”.

Mientras, los ciudadanos llevamos ya casi 300 días con un gobierno en funciones. Pablo Neruda en uno de sus 20 poemas de amor escribió: “Andan días iguales persiguiéndonos... Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos”. Es razonable, pues, que en estos momentos, en los que “andan días iguales persiguiéndose”, muchos ciudadanos estemos hartos y hastiados y hayamos comenzado a desconfiar de aquellos políticos incapaces de entender que son los propios ciudadanos los que les hemos delegado el poder y que no queremos manifestar nuestra voluntad solamente en tiempo de elecciones. ¿En dónde han aparcado su vocación de servicio?

¿Y ahora qué? se preguntaba el diario El País en su editorial del día 1; como respuesta ofrecía una pobre e interesada disyuntiva: O Sánchez sale de su incoherencia o será responsable de repetir elecciones. Parecida línea mantenían otros diarios nacionales. Es decir, juagando todos con Sánchez al “tú la llevas”. ¿Estamos condenados al fracaso? ¡NO!, hay salida. Existe una alternativa por el cambio o alternativa de progreso. Alternativa que muchos ciudadanos consideran la más inteligente y democrática y muchos nos sumamos a ella. La han presentado en un MANIFIESTO un inmenso y diversos colectivo de ciudadanos con distintas y plurales profesiones.

En su texto destacan que de las elecciones del 26J hay tres fuerzas (PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos), con diferente signo político que recibieron una gran parte de apoyos: suponen 13,6 millones de votos y 188 escaños, bastantes más que los obtenidos por el PP y 137escaños. Esto demuestra que en la sociedad española son mayoría quienes exigen cambio y regeneración democrática, cambio y regeneración democrática que el Partido Popular no representa. “No debemos permitir -enfatiza el texto- cuatro años más de un gobierno del PP que ha traído el empobrecimiento y el incremento de las desigualdades; el retroceso en importantes conquistas sociales; la pérdida de libertades que ya dábamos por consolidadas; el avance de la corrupción y la degeneración de la democracia. Necesitamos otro gobierno que revierta los recortes, defienda la sanidad y la educación pública, los derechos laborales, la cultura, la ciencia y el medioambiente, que proteja a los autónomos, ayude a las pymes y cree empleo. Necesitamos otras políticas que acaben con la desigualdad, castiguen ejemplarmente la corrupción y pongan fin al deterioro democrático”.

“Estas tres fuerzas que han abogado por el cambio –concluyen-, pueden y deben sentarse a dialogar para acordar unos mínimos que satisfagan las demandas ciudadanas”. ¿Cómo?: formando un gobierno que represente la voluntad de la mayoría social, con la forma que consideren adecuado, y abriendo la posibilidad de recibir apoyos de otras fuerzas parlamentarias. No pueden dejar pasar esta segunda oportunidad que significa una opción concreta de progreso. Es necesaria una mayoría parlamentaria que puede cambiar el rumbo del país. Esta oportunidad sólo depende de su voluntad política. No hacerlo, significaría ir en contra de lo manifestado ya en dos ocasiones en las urnas por los ciudadanos que les han votado. Y llaman a PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos a hacer los esfuerzos necesarios para hacerlo viable. SE PUEDE, SI QUIEREN.

Dentro de una escrupulosa limpieza moral, como analista independiente en el “fair play” (juego limpio) no tengo otro interés que el de hacer más persuasivo el contenido de este MANIFIESTO. Con los firmantes, y en este voluntarioso artículo, me sumo a convocar a todos los ciudadanos y ciudadanas a unirnos a esta exigencia democrática en todos los rincones del país.

"Tú la llevas"