jueves. 18.04.2024

Mentiras y postverdades electorales

cabalasEn busca de la modernidad del siglo XXI, Albert Rivera, una vez dejada atrás la frontera del desnudo integral con hoja de parra, ha viajado frenéticamente hacia el pasado hasta alcanzar la mímesis con el ‘fundador’ (primo de Rivera). Ahora no logra ya salir del círculo universal de la unidad de destino, mientras ‘exige’ la convocatoria de autonómicas via 155. ¡Esta es la mía!, parece pensar.

Apenas un cuarto de hora después de finalizados los apaleamientos de Catalunya que, también en círculo universal, se han trasladado con escándalo a las primeras páginas de los grandes rotativos, comenzó a extenderse la voz de los augures de las tertulias: si Rajoy convoca elecciones ahora, el PP ¡arrasa!

Empecemos por Catalunya. Las pasadas autonómicas– las así llamadas plebiscitarias- antes de celebrarse consumieron cientos de horas de tertulia e hicieron  correr ríos de tinta, para dar cauce al escándalo por parte de quienes rechazando ese carácter, una vez realizadas, no han parado de recordar que sí lo eran, reivindicando además la superioridad del voto popular frente al de la representación parlamentaria obtenida.

Pudorosamente callan al respecto, como siempre han hecho, cuando su mirada apunta hacia el Parlamento nacional y no digamos hacia el Senado.

En aquellas elecciones, ya un poco lejanas, la mayoría parlamentaria que todavía sostiene al Govern sumó, en conjunto, 1.952.482 votos y obtuvo un total de 72 escaños sobre los 135 que integran el Parlament.

Las papeletas depositadas en las ‘urnas chinas’ el domingo pasado sumaron según cómputo oficial algo más de 2,2 millones de voto (de intenciones, si se prefiere).

Eso sí, contando algunas seguramente duplicadas -en autocumplido experimento analógico para acreditar la invalidez de los resultados- y sin contar, en cambio, las depositadas en las urnas que se llevaron ‘los cuerpos y fuerzas’, antes de que pudieran recontarse; ni tampoco las que se quedaron en el bolsillo de quienes, sin poder entrar, formaban cola ante colegios que no llegaron a abrir.

Así pues, empate técnico con la ‘consulta participativa’ del 9N de hace ya tres años. Cifra coincidente por otra parte con la que resultaría en caso de sumar a la de la actual mayoría parlamentaria los 364.823 votos obtenidos en las anteriores por la coalición Catalunya Si Que Es Pot (muy inferior –recuérdese- a los 848.526 obtenidos por Catalunya en Comú en las generales de hace año y medio).

Todo ello pues, queda dentro de lo que los sondeos del CEO estimaban en julio pasado.

Por consiguiente, mayoría reforzada de 83 diputados en el caso de formación de un nuevo Govern apoyado (y circunstancialmente formado tras hacer crisis el actual) no solo por quienes hasta ahora lo habían hecho, sino además por quienes parecen ser la más genuina representación de la izquierda catalana tradicional (la herencia del viejo PSUC, por simplificar). Cifra absoluta y escaños de representación sensiblemente superiores a esa cuarta parte (tanto en votos como en escaños) que consigue reunir en Catalunya la derecha igualmente más genuina y al mismo tiempo más hermanada con la española (PP+C´s).

En medio, que no en el centro, el PSC con sus 16 escaños de los 135 y su casi 13% de apoyos electorales.

En suma, ¿gobierno y mayoría inestables?;¿gobierno, en ese caso sin suficiente legitimación parlamentaria para negociar con el del Reino, esté en éste quién esté?

Veamos ahora el conjunto formado por Catalunya y el “resto de España”.

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Los sucesivos sondeos de MyWord para la SER señalan una tendencia declinante para el PP desde junio del pasado año, compensada una vez más –pero no del todo- por el trasvase hacia C’s, con saldo positivo para la formación naranja. Idéntica tendencia se verifica en los análisis y estimaciones promedio llevados a cabo por Kiko Llaneras (El País 12/07/2017) sobre más de 200 sondeos.

A falta de lo que en los próximos días podamos saber a partir del CIS, cabe suponer, es cierto, que a una buena parte de los electores del ‘resto de España’, les pone ver como en Catalunya recibe hostias ‘todo quisqui’ del espectro demográfico electoral, desde el que se inicia en el ritual de la vida democrática votando por primera vez, hasta el que con bastante probabilidad ya no tendrá ocasión de volverlo a hacer.

Mal concepto de los compatriotas, sin duda alguna, pero, aun suponiendo que esa percepción no anduviera descaminada ¿sería tan grave, respecto a lo que disfrutamos, que el dúo PP-C’s consiguiera algún escaño más en el Congreso y una mayoría algo menos apabullante en el Senado que la que ahora le proporciona el tramposo sistema electoral?

El riesgo, en el supuesto de cumplirse pronto el interesado vaticinio, no cambiaría demasiado las cosas respecto a lo que ahora hay. Es más, en orden a celeridad en la formación de gobierno alguna ventaja traería consigo, entre otras no precisar de la ‘abstención colaborativa’ que, como ya se ha visto, tanto mina a quien la práctica y tanto cuesta al contribuyente cuando para conseguir la mayoría es preciso acudir al mercadeo de votos que atesoran en régimen de monopolio las más ínfimas minorías

Ese hipotético riesgo respecto a la posibilidad de romper la mayoría de bloqueo en el Senado, mediante la oportuna formación de coaliciones circunstanciales con ese exclusivo fin, en mi opinión merece la pena correrse y por tanto la ocasión no debería desaprovecharse.

Sobre todo por quienes dicen estar convencidos de que alguna reforma de la CE78 va a resultar imprescindible para restaurar y lograr un nuevo equilibrio social y territorial.

Mentiras y postverdades electorales