jueves. 28.03.2024

Conteste usted, Sr. Rajoy

lenguaje

“Derrotando al PP  sería posible  empezar a imaginar la España del siglo XXI donde prime la democracia”
JORGE  MORUNO .Sociólogo y escritor .Público 13 julio 2017


Decía en artículo inmediatamente anterior a éste que en el conflicto institucional con Catalunya mientras la inacción de los unos obedece a la creencia de que “el tiempo todo lo sana“, el ferviente deseo de los otros no les permite admitir que siguen atascados en la primera de las “pantallas”. En medio nos hallamos los que seguimos esperando la conquista de, al menos, el “derecho a saber”.

Naturalmente, quienes detentan los medios de los que dispone el Estado para satisfacer ese elemental ‘derecho’ no están por la labor. Conscientemente sin duda, no lo están los que directamente los controlan; de modo inconsciente quizás, y como puro reflejo ideológico, tampoco lo están quienes disponen y diseñan los instrumentos para proporcionar ese conocimiento.

Y es que en torno a esta cuestión las preguntas no son inocentes. Solo el hecho de preguntar, cualquiera que sea el procedimiento por el que se haga – parece como que trajera consigo una concesión al contrario y por tanto un debilitamiento de la propia posición y una pérdida del terreno conquistado.

Sobre la “cuestión territorial”- el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), con ocasión de las encuestas que periódica y puntualmente realiza, incluye invariablemente la que reza “¿con cuál de las fórmulas alternativas de organización territorial del Estado en España está Ud más de acuerdo ?“.

De las siete respuestas cerradas que contempla el cuestionario, dos corresponden a los que no saben (N.S.) o no quieren contestar a esa pregunta (N.C.).

La primera de esas supuestas fórmulas alternativas dice: “Un Estado con un único gobierno central sin autonomías”. En las antípodas de ésta, el cuestionario del CIS sitúa la última fórmula de las otras cuatro posibles respuestas, la que dice literalmente ”Un Estado en el que se reconociese a las comunidades autónomas la posibilidad de convertirse en estados independientes”

Esta última alternativa formulada a modo de respuesta a una misma pregunta dirigida así indistintamente a un catalán o a un ciudadano de la Rioja, deja sin resolver, en su aparente inocencia, el problema de saber cuántos catalanes ( o cuántos vascos) son partidarios de decidir por sí solos la modalidad de relación con el Reino y cuántos dentro de ese mismo grupo soberanista estaría incluso por la formación de un Estado independiente (en forma de República, por ejemplo, tal y como se les piensa preguntar a los catalanes el próximo 1-O).

Esa última alternativa diseñada por el CIS, en su concreta formulación como cierre de todas las supuestas preferencias de los entrevistados pertenece al mismo universo mental del inventor de aquél café para todos’.(Manuel Clavero Arévalo)

Porque ¿cuál es la intención y el alcance de esa concreta respuesta en pregunta dirigida a quien no tiene ni la más remota posibilidad real, ni el más mínimo interés en convertir el territorio en el que habita en un Estado independiente?.

Con su más que predecible contestación -en que cada fórmula elimina a las demás- nos quedamos sin saber ni siquiera lo que el entrevistado de La Rioja (o de Murcia, o de Aragón , etc ) opina acerca de que en aquellos territorios donde por el contrario sí existen condiciones materiales para tal posibilidad y donde una parte muy importante de quienes los habitan parecen decantarse por alguna suerte de soberanía, puedan decidir de modo autónomo, bien sea para asociarse de otro modo con el resto, bien sea para que las relaciones que en cualquier caso persistirían se establezcan a partir de la formación de otro Estado independiente.

No es casual que en cambio otro Instituto, el Centre d’Estudis d’Opinió, dependiente éste de la Generalitat formule la pregunta (aparentemente la misma) de una manera ‘algo’ distinta pero mucho más precisa en su precodificación de las respuestas alternativas. La pregunta (número 30 de un cuestionario de más de 60)  exclusivamente dirigida a los catalanes dice ¿Qué cree que debería ser Catalunya?. Y las cuatro posibles respuestas (además del N.S y el N.C ) son:

  1. Una región de España.
  2. Una comunidad autónoma de España.
  3. Un Estado dentro de una España federal.
  4. Un Estado independiente.

Aquí sí estamos ante una correcta aproximación al ‘derecho a saber’ (al menos sobre lo que los catalanes dicen cuando se les pregunta), aunque naturalmente quepan no pocas variantes y matices en cada uno de esos cuatro grandes grupos de respuestas.

Ventaja adicional es que ese conocimiento cuantificado abarca ya un periodo suficientemente prolongado (desde marzo de 2006) y por tanto nos permite examinar con mucho detalle, gracias a la periodicidad de esos sondeos (3 o 4 por año), cómo han ido variando las actitudes que las respuestas reflejan.

Puede comprobarse así que el 13,9% que en aquel primer registro (de hace 11 años) se inclinaba por el Estado independiente ha pasado a casi triplicarse en la actualidad (34,7% en el último de este mes julio) y eso que desde la punta de noviembre de 2013 (48,5%) ha seguido una curva descendente pese a su perfil oscilante.

Por su parte la opción ‘soberanista’ que cabría equiparar no sin ciertas cautelas con la suma de las respuestas 3 y 4, aunque se muestra permanentemente mayoritaria a lo largo de todo el periodo, pasa desde su punto más bajo al inicio, con el 47,3 % de los entrevistados (lo que equivaldría  aproximadamente a algo más de la mitad de los que contestan) al actual 56, 4 % (equivalente al 61,5% de los que se decantan por una de las cuatro opciones), y ello con un perfil igualmente declinante desde finales de 2013, en que la suma de los dos últimos grupos ascendía a las tres cuartas partes (‘abrumadora mayoría’) de los que optaron por alguna de esas mismas cuatro opciones.

Por su parte las encuestas del CIS, con todas las limitaciones que antes se indicaron sobre el conocimiento de las actitudes respecto a la cuestión territorial, proporcionan también pistas útiles sobre ‘el estado de la cuestión’ y esta vez en referencia a la totalidad del territorio, con registros desagregados por Comunidades en algunas ocasiones (diferentes sondeos pre o post electorales)

Lo más destacable de los resultados de esos sondeos es sin duda el ‘abismo’ que separa las respuestas: entre las que por un lado dan los catalanes y, por el otro, las correspondientes al ‘resto’ de España. Distancia que en las encuestas de mayor periodicidad, con resultados tabulados para el conjunto del Reino, se obscurece y desfigura al no tener presente el peso de Catalunya en cada una de las diferentes formulaciones alternativas.

Así una vez descontados los que no saben o no quieren contestar a esa pregunta (o no se decantan por ninguna de las otras 5 respuestas cerradas), la más que ambigua respuesta -“Un Estado en el que se reconociese a las comunidades autónomas la posibilidad de convertirse en estados independientes”- recibe un muy fuerte apoyo únicamente en Catalunya (en el último sondeo desagregado de 2015 un 46,1% , equivalente al 47,6% de los que se decantan por alguna) mientras que en el resto del territorio del Reino (unido) de España solo lo recibe de una exigua minoría: menos del 4% o del 2,4% de media (coincidente con el de La Rioja…) si se excluye también al País Vasco (28% en 2012) y a Navarra (15,8%)

Sin detenernos más en esta ocasión en las variantes que ésta y las demás respuestas presentan cuando se atiende a situaciones tales como grupos de edad, nivel cultural, estatus socioeconómico, voto o preferencia por partido, etc –las cifras agregadas son de por sí expresión de diferencias muy señaladas entre Catalunya de un lado y el ‘resto’ del Reino por otro, y por consiguiente de un agudo conflicto que no por ser potencial deja de ser real y verdadero.

Tendría interés conocer las contestaciones que cada uno de los principales líderes políticos daría a la pregunta de esos dos cuestionarios comentados (CIS y CEO).

La contestación de Rajoy resulta bastante predecible.

Para el cuestionario del CIS podría elegir entre el N.S (no sabe) y el N.C (no contesta), cláusulas ambas que, como hemos visto hoy mismo, maneja alternativamente con pericia; eso sí con la ayuda de un tan solícito e indulgente moderador como ha demostrado ser el presidente del Tribunal ante el que ha estado declarando como testigo en la causa de corrupción del partido que él sigue dirigiendo.

Para el cuestionario del CEO, en cambio, lo más probable es que declinase la respuesta, remitiéndoselo directamente al obsecuente TC para que, en su lugar, actúe como considere más oportuno. 

Conteste usted, Sr. Rajoy