jueves. 28.03.2024

Homenaje a la Comisión Obrera Nacional de Catalunya

Mucho debemos a esa clase trabajadora que en Cataluña ha luchado sin descanso por nuestro derecho a elegir nuestra patria...

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Homenaje a Cataluña. Así se titulaba el libro en el que George Orwell narra su experiencia como voluntario en la Guerra Civil Española. Una obra que inspiró posteriormente la película Tierra y Libertad, de Ken Loach. Es en ese momento cuando en el centro de Orwell se alza una concepción de defensa de la libertad que terminará dando origen a Rebelión en la Granja y, posteriormente, a 1984. Como bien canta Victor Manuel, recordando Asturias, tampoco en Cataluña han faltado las ocasiones para jugarse la vida en una partida.

Fue, hace más de un siglo, en el puerto de Barcelona, donde las familias trabajadores se rebelaron durante el embarque de las tropas que partían a Marruecos. Eran padres de familias trabajadoras los que arrojaron al mar los escapularios que les eran entregados por señoritas de buena familia de la aristocracia catalana. Eran sus mujeres y sus familiares los que gritaban desde los muelles, ¡Abajo la guerra! ¡Que vayan los ricos! ¡O todos o ninguno! Y es que, por aquel entonces, iban a la guerra de Marruecos los reservistas que no podían pagar los 6000 reales que costaba librarse del reclutamiento. Eran trabajadores los que secundaron la Huelga General de 24 horas y se lanzaron a las calles.

Pero fueron torpes gobernantes y capitanes generales, los que declararon el estado de guerra y los que reprimieron las manifestaciones, mataron a trabajadores y desencadenaron la desgarradora Semana Trágica, a caballo entre julio y agosto de 1909. Fueron ellos los causantes de la brutal represión que causa 78 muertos, centenares de heridos, miles de detenciones, 2000 procesos y condenas, 175 destierros, 59 cadenas perpetuas, 5 condenas a muerte. Entre los ejecutados, el educador Francisco Ferrer y Guardia.

Los trabajadores y trabajadoras catalanes se la volvieron a jugar en la Huelga General de 1917. Y una vez más en 1919, en la huelga de La Canadiense, que paralizó el suministro eléctrico de la industria catalana. Y frente a los pistoleros de Martínez Anido, que se estrenó como Gobernador Militar durante la Huelga de La Canadiense y que sostuvo el régimen de terror de los pistoleros de los "sindicatos libres" impulsados por la patronal catalana, vinculada a la Lliga Regionalista. Se jugaron de nuevo la vida y la perdieron decenas de sindicalistas sensatos como Salvador Seguí, asesinado en uno de aquellos atentados.

Un periodo histórico, éste de las primeras décadas del pasado siglo en Cataluña, magníficamente reflejado en novelas como La verdad sobre el caso Savolta, o La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, en las que muchos aprendimos la triste historia de los trabajadores que han luchado por un trabajo decente y una vida digna, cuando se enfrentan al poder y al dinero. A esos personajes corruptos, implacables, que hacen de la riqueza y el manejo de los hilos políticos, todo su objetivo vital. Esos que constituyen la clase capitalista. Esa que no existe, pero que como dicen en gallego, en referencia a las meigas, "haberlas hailas".

Como la situación se les iba de las  manos, el golpe de Estado de Primo de Rivera, en este momento, 1923, Capitán General de Barcelona, vino a poner desorden oficial e institucional y, de nuevo, fueron los trabajadores y trabajadoras catalanes los que sufrieron con dureza la represión, al ser ilegalizada y perseguida su principal organización obrera, la CNT. De hecho, Primo de Rivera nombra Ministro de la Gobernación a... Martínez Anido.

Luego llegó la República y aquellos patronos y sus militones fraguaron la larga y dolorosa Guerra Civil que, como un rodillo, fue aplastando de forma sistemática y despiadada toda resistencia obrera. Y de nuevo, Cataluña, Valencia, Madrid, resistieron hasta el final. Hasta acabar en el exilio, en las tapias de los cementerios, en las cunetas de los caminos, en las cárceles, en la prisión en la que, durante décadas, quedó convertido todo el país. Un partido único, un sindicato vertical, un caudillo, una iglesia, una lengua, un inmenso cuartel.

Son Tiempos de Silencio. Esos tiempos que presentimos cuando vemos La Voz Dormida, las Trece Rosas, Pa Negre, El Laberinto del fauno, Los girasoles ciegos y tantas otras películas. Durante muchos años la libertad política, la libertad sindical, las organizaciones políticas y sindicales, desaparecen. Sin embargo, como la hierba que surge entre las grietas del asfalto, ya en 1947, cerca de 50.000 metalúrgicos se alzan en huelga en Vizcaya. y en 1951 miles de trabajadores catalanes boicotean los tranvías de Barcelona, en protesta por las subidas abusivas de los transportes públicos. Un boicot que acaba en huelgas y manifestaciones en los pueblos industriales de Cataluña.

Comienzan a surgir las primeras comisiones obreras, el PCE enuncia la política de reconciliación nacional, la huelga de La Camocha. Más tarde las huelgas del 62 por toda España, las primeras coordinadoras sectoriales e intersectoriales de las incipientes Comisiones Obreras. Y, en el 64, la Comisión Obrera Central de Barcelona  nace de una asamblea de 300 delegados, celebrada en la parroquia de Sant Medir, que se convertirá en el 66 en la Comisión Obrera Nacional de Cataluña.

Eran ya los años de la emigración masiva de españoles hacia el extranjero y la emigración interior de las zonas rurales a las industriales. Era aquel tiempo de maquetos, de charnegos, de constructores nocturnos de chabolas, allá Donde la ciudad cambia su nombre. Francisco Candel me enseñó estas cosas cuando yo vivía en Villaverde y me sentía protagonista de Hay una juventud que aguarda y también me sentía de la patria y la raza de Los que nunca opinan. Aunque más joven que Paco Candel, bien sabía yo que Ser obrero no es ninguna ganga. Me encantó adentrarme con él en aquel mundo de Els altres catalans. Francisco Candel, primo hermano de Juan Genovés, que convirtió su cuadro El Abrazo en escultura que homenajea a los Abogados de Atocha en la plaza madrileña de Antón Martín.

Cincuenta años se cumplen ahora de aquella primera Comisión Obrera Nacional de Catalunya. Los compañeros de CCOO de Cataluña, de la CONC, celebran este 20 de noviembre los actos centrales que conmemorarán aquella voluntad de ser y de existir de la clase trabajadora, aún en las peores condiciones. No podré acompañarles físicamente en esos actos, pero no por ello dejaré de sentirme uno de ellos, porque mucho les debo. Muchas buenas gentes reconocidas y conocidas, con las que me siento hermanado y de las que me siento discípulo. Comín, Candel, Vázquez Montalbán, Cipriano García, López Bulla, Simón Rosado, Coscubiela, Joan Carles.

Mucho debemos a esa clase trabajadora que en Cataluña ha luchado sin descanso por nuestro derecho a elegir nuestra patria. Yo soy de donde trabajan mis hijos, decía la madre de Serrat. La patria del trabajo, la de los de abajo, la que se construye arrimando el hombro cada día para conquistar derechos. Para defender una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales.

Homenaje a la Comisión Obrera Nacional de Catalunya