viernes. 29.03.2024

La forja de Giner de los Ríos (I)

Cada generación tiene la obligación de dar respuesta a los problemas que se encuentra, afrontar los retos propios de su momento y ellos lo hicieron con responsabilidad generosidad y con creces.

A finales de octubre participé en un Homenaje a Francisco Giner de los Ríos en Colmenar Viejo, con motivo del unnamedcentenario de su fallecimiento. El proceso electoral, durante el cual he ido publicando diversos artículos sobre las propuestas sindicales dirigidas a los partidos políticos, me ha hecho retrasar la publicación del contenido de aquella conferencia.

Ahora, cuando ya conocemos los resultados de las elecciones del 20 de Diciembre, me parece más imprescindible aún poner de relieve la labor pedagógica y el esfuerzo regeneracionista, de una figura como la del creador de la Institución Libre de Enseñanza, que cobra especial actualidad en estos momentos.

Me invita Vicente Puerta, desde su Colmenar Viejo, a hablar a Francisco Giner de los Ríos, en compañía de Isabel Galvín, Secretaria de la Federación de Enseñanza de CCOO de Madrid y de José Luis Pazos, Presidente de la Federación de Madres y Padres Giner de los Ríos de Madrid, con motivo del Homenaje que Izquierda Unida de Colmenar organiza para conmemorar el centenario de su muerte.

No soy un experto en Giner de los Ríos. Me parce un arduo divertimento. Decido recurrir a aquel viejo método de Francisco Gutiérrez, que desentrañaba la realidad recurriendo al lenguaje total. Intentar entender a Giner de los Ríos desde los hechos que lo definieron, los sentimientos que provocó y provoca, en otros, en mí. Sentir que parte de Giner de los Ríos es mía, parte de mí.

Y para encontrar estas claves recurro a la estructura del libro “La forja de un rebelde”, al que García Márquez considera uno de los mejores diez libros del exilio español. Arturo Barea divide el libro en tres grandes capítulos: La Forja, la Ruta, la Llama. Me parece que estos tres grandes capítulos pueden servir también para definir las etapas que marcaron la vida de Giner de los Ríos.

La Forja: Nació Giner en 1839, pocos años después de la llegada de Isabel II al trono. Siendo una reina-niña, menor de edad, era su madre María Cristina, quien actuaba como Regente, afrontando la primera Guerra Carlista, que cuestiona que la niña Isabel llegue a reinar.

Durante este reinado se forjará Francisco Giner de los Ríos. Nace en Ronda, pero se forma en Cádiz, estudia el Bachillerato en Alicante, inicia estudios de Jurisprudencia en Barcelona, pasante en Madrid y obtiene la Licenciatura de Derecho y Bachiller en Filosofía en Granada, donde tomará sus primeros contactos con el krausismo y conoce a Nicolás Salmerón, que llegará a ser Presidente de la I República Española y diputado, desde 1886 por circunscripciones como Madrid y Barcelona, hasta su fallecimiento en 1908. La formación de Giner cuenta con personas como el también Presidente de la República de 1873, Emilio Castelar, o Gumersindo de Azcárate.

Algo mayores eran Francisco Pi y Margall, también futuro Presidente de la República, o el introductor del krausismo en España, Julián Sanz del Río, aunque formaban parte del núcleo intelectual que, desde la defensa de la libertad de enseñanza, construyeron un modelo de educación que quería reformar España, con la convicción de que, ni las revoluciones, ni la violencia, aportan soluciones reales a los problemas.

Cada generación tiene la obligación de dar respuesta a los problemas que se encuentra, afrontar los retos propios de su momento y ellos lo hicieron con responsabilidad generosidad y con creces.

En 1863 Giner de los Ríos ya está en Madrid y, al tiempo que trabaja, obtiene un Doctorado en la Universidad Central, accediendo en 1866, con 27 años, a la Cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional. Es aquí donde desarrolla su amistad con Sanz del Río y se adentra en el krausismo, como pensamiento inspirador de su acción.

Pero pronto, en 1867, el Ministro de Educación conservado, Manuel Orovio, publica un decreto contra la libertad de cátedra. Julián Sanz del río, Fernando de Castro, Nicolás Salmerón y otros, son separados de sus cátedras. Giner se pronuncia en solidaridad con ellos y en mayo es suspendido como catedrático.

Poco después estalla La Gloriosa. Isabel II abandona un trono acosado por las divisiones, las fuerzas carlistas y la corrupción generalizada, en torno al desarrollo de infraestructuras como el ferrocarril. Prim, toma el mando de la situación y el decreto de libertad de enseñanza repone en sus cátedras a los separados de las mismas.

Se inicia, de esta manera, el “sexenio democrático” que, tras diferentes intentos, desemboca en la designación como Rey de Amadeo de Saboya, el cual parte hacia España el mismo día que su mentor, el general Prim, es asesinado.  Un periodo marcado por la inestabilidad política impulsada por la iglesia, los carlistas, los unionistas, los progresistas, los republicanos, o por la aristocracia borbónica.  Muerto Prim, el único capad de poner algo de orden en la confusión del momento, el reinado de Amadeo nace herido de muerte, incapaz de frenar el independentismo cubano, la guerra carlista y las tensiones en torno a la definición del modelo de Estado.

Amadeo renuncia al trono y en 1873 se proclama la I República, que pronto tiene que hacer frente a tres guerras. La carlista, la cubana y la desencadenada por las tensiones entre federalistas y centralistas, que desemboca en la proclamación de cantones independientes, maravillosamente reflejada, años después, por Ramón J. Sénder, en su novela Mr. Witt en el cantón. La República, como bien sabemos, acabó con la entrada del general Pavía, a caballo, en el Congreso de los Diputados y dando paso a la Restauración Borbónica, con el hijo de Isabel II, Alfonso XII, en el trono.

Acaba con esta experiencia la forja de Francisco Giner de los Ríos y serán los primeros actos del nuevo gobierno de Cánovas del Castillo los que inaugurarán su nueva ruta vital.

La forja de Giner de los Ríos (I)