martes. 19.03.2024

Malditos sean quienes realmente incitan al odio y los canallas que los apoyan

El ajuste de cuentas entre militantes del PP, que acabó con la vida de la política profesional Isabel Carrasco...

El ajuste de cuentas entre militantes del PP, que acabó con la vida de la política profesional Isabel Carrasco, ha brindado la excusa al gobierno para invadir las redes sociales, único medio que no controla.

Parece ser que el gobierno “ha descubierto” ahora que en internet bulle mucho odio y, aunque esto no constituya delito, le ha servido para orquestar una campaña de amedrentamiento y detenciones contra twiteros con incautación de material informático, agendas, etc, bajo el pretexto de realizar “apología de delitos” o “incitar al odio”.

En realidad, si tanto les preocupara el odio y las apologías de delitos, bien podrían asomarse al foro de la guardia civil en facebook o a cualquier foro policial para leer comentarios incitadores de los más horrendos crímenes. Por no hablar del profuso estercolero de webs de extrema derecha. 

Venciendo la tentación de disertar sobre lo anterior, me gustaría  compartir unas ideas sobre quienes son, en mi opinión, los auténticos incitadores al odio…

Incitan realmente al odio quienes roban a la viuda y al huérfano para repartir el fruto de su botín entre golfos y depravados de traje y corbata, que lo dilapidarán en ropa de lujo, mansiones y áticos frente al mar, viajes, joyas, coches caros, cocaína, putas…

Incitan realmente al odio quienes criminalizan y culpan a los que sufren la tragedia del paro, mientras ellos acumulan cargos,  sueldos y prebendas, sin otro mérito que culebrear en un partido político y urdir inicuas leyes que perpetúen sus privilegios.

Incitan realmente al odio quienes se autodenominan cristianos, porque Cristo curó sin distinción a cuantos se le acercaron, y ellos niegan la sanidad a los inmigrantes y pobres para negocio de especuladores roídos por el cáncer de la codicia, en la podredumbre de sus cuerpos desalmados, en la baba de su inmisericordia macerada de ruindad, como modernos Crasos ahogados en su oro… ¡ojalá sea su final idéntico!

Incitan realmente  al odio los que apelan a “las raíces cristianas” y se dan golpes de pecho en los primeros bancos de los templos mientras escatiman y defraudan sus tributos, mientras comparan a los mendigos con la basura de las calles, mientras humedecen su sandez y colgajosas carnes en algún spá a la misma hora que otros lloran muertes de niños provocados por otros miserables codiciosos.

Incitan realmente al odio quienes fingen piedad en su rostro para recibir la comunión a la vez que estiran sus lenguas embutidas en mentiras, pastosas de falsedades que encubren su avidez de más poder y más dinero.

Incitan  realmente al odio quienes abandonan al dependiente y niegan la medicina al que sufre porque las rameras los superarán siempre en justicia ante ese Cristo al que tanto gustan referirse… pero al cual al diario escupen y vuelven a crucificar con sus diabólicos manejos.

Incitan realmente al odio quienes cierran el conocimiento a los más humildes mediante el portón de hierro del dinero, porque reparten ese latrocinio en colegios para adinerados donde nuevos fariseos recorren mar y tierra para hacer un solo prosélito al que convierten en otro hijo del infierno como ellos.

Incitan realmente al odio quienes emponzoñan las leyes sancionadoras con preceptos jurídicos indeterminados para inocular temor y amordazar la libertad de expresión, malditos aprendices de dictadores que buscan extender el crimental descrito por George Orwell en 1984.

Incitan realmente al odio quienes arremeten contra las pequeñas trampas de los desempleados mientras perdonan a bandas de facinerosos que evaden a Suiza el dinero que otros producen con su trabajo, sudor y angustia.

Incitan realmente al odio los sepulcros blanqueados, que durante la misa dominical, rascan con disimulo sus pestilentes y pegajosos testículos recordando el putí club de la noche anterior, allí donde sus flechas de orín podrido penetraron en carnes desdichadas a cambio de unos euros. La última de aquellas infelices les supera en dignidad ante ese Dios que aseguran seguir pero que a diario ofenden en la totalidad de cada día, de cada hora, de cada minuto…

Incitan realmente al odio quienes claman por “el derecho a la vida”, pero no dejan en paz a los vivos cuando son más pobres… hipócritas que bendicen las campañas de guerra y justifican regímenes genocidas, de oscurantismo y venganza. Malditos incitadores del odio que califican de “chiquillada” la exaltación de esos símbolos dictatoriales.

Incitan realmente al odio los nauseabundos buitres que revolotean sobre las pensiones justamente ganadas tras largos años de trabajo honrado… despreciables carroñeros que siembran la inseguridad entre los ancianos e inválidos para saquearlos en beneficio de canallas de guante blanco y corbata, heces que hasta pisarlas provocaría asco y vómito.

Incitan realmente al odio quienes echan a las pobres gentes de sus casas, para después hozar entre sábanas de seda, descansando sus pies indignos que, horas antes, se apresuraron a derramar sangre en el réquiem de fondo de un cuerpo estrellado contra el asfalto, el suicidio anunciado de quienes perdieron su techo por la codicia despreciable de esta ralea de sanguijuelas del diablo, indignos de vivir porque repugnancia produce respirar el mismo aire que ellos.

Incitan realmente al odio los mercenarios que se dejan azuzar por las llamadas autoridades, que no dudan en golpear y maltratar a quien clama contra los atropellos… bultos de carne anabolizada, valentones en grupo y armados, pero cobardes en el cara a cara solitario

Asco, rabio y repugnancia provoca toda la escoria que ha desfilado por estas líneas. Ellos son los que realmente incitan al odio, así como los canallas que los apoyan.

Malditos sean quienes realmente incitan al odio y los canallas que los apoyan