jueves. 28.03.2024

La ley de represión ciudadana del PP haría las delicias de Hitler y Stalin

El gobierno ha dado a conocer, bajo el orweliano apelativo de “seguridad ciudadana”, una recopilación de sanciones contra las protestas...

El gobierno ha dado a conocer, bajo el orweliano apelativo de “seguridad ciudadana”, una recopilación de sanciones contra las protestas ciudadanas no domesticadas.

Lejos del sosiego y debate que ha de preceder a cualquier norma que incida en el ámbito de las libertades, con nocturnidad y a escondidas, la derecha ha presentado un elenco de medidas punitivas contra los ciudadanos que no estén dispuestos a dejarse saquear y que, desde luego, no se resignen a rumiar su indignación en casa (en el supuesto de tener vivienda, obviamente).

Impropia de un sistema democrático, el ejecutivo se ha limitado a recopilar las últimas acciones de protestas sin otro objeto que aplicar unas sanciones exentas de garantías jurídicas y, a todas luces, desproporcionadas. Sin perjuicio de su anticonstitucionalidad, pues los jueces se han negado a castigar variadas conductas que este engendro legislativa tipifica.

UNA LEY QUE BUSCAR ELUDIR GARANTÍAS

Por ello, el desgobierno del PP pretende utilizar la vía administrativa toda vez que es mucho menos garantista que la penal. En esta vía, la Administración puede ejecutar unas multas brutales provocando un perjuicio casi inmediato en el denunciado a quien los tribunales tardarían años en restituir. Esto a la Administración, libre de pagar las costas, le saldría gratis.

Al ciudadano, aunque declarado “inocente” pasados unos años, se le irrogaría un daño brutal inmediato. Buscan el amedrentamiento ciudadano, el miedo, el terror. Es el único modo que, hoy, les permite mantener su política de saqueo, del fluir de la riqueza de todos hacia el bolsillo de unos pocos, los suyos.

Particularmente no me extraña este arranque dictatorial del Gobierno. La derecha española no es democrática. Se viste con ropajes democráticos, pero el gen de la democracia no circula por sus venas. Se han adaptado al actual sistema, llamado democrático, pero su mimetismo es similar al sacerdote que oficia misa sin creer en Dios, pertrechado tras un hábito y un ritual. De este modo, la derecha es democrática, solo en el aspecto externo, ritual. Y en ocasiones como la anterior, cuando se despoja de la careta, tampoco.

LOS INCONFESABLES MOTIVOS DE LA LEY DE REPRESIÓN CIUDADANA

Cabe preguntarse el motivo de esta ley de represión ciudadana. Y la respuesta no es muy difícil… vivimos en una sociedad donde una minoría (grandes empresas y entidades financieras) se valen del esfuerzo ajeno y de lo público para acumular unos beneficios obscenos, millones de euros, cientos de millones de euros, miles de millones de euros.

Pero esos ríos de oro no fluyen desde el talento empresarial, el riesgo de una idea, la innovación. Muy al contrario, las ganancias de esa oligarquía de privilegiados (no pocas veces simples criminales de corbata) se nutre y mantiene a costa de los demás. Especulación del suelo, construcción inmobiliaria desaforada, grandes contratos con la Administración han supuesto montañas de dinero a esta casta parasitaria.

Pero eso se les ha acabado. Como quieren seguir manteniendo su lujoso tren de vida pero les falta talento y capacidad, nos roban a nosotros. Ya sea mediante privatizaciones ruinosas (salvo para ellos) o recortes en sanidad, educación, pensiones… Poco habla la banda que gobierna sobre las amnistías y regalos fiscales a las grandes fortunas. O acerca de los miles de millones entregados a la banca y que tendremos que pagar quienes no robamos. Y poco se ocupa este desgobierno de indagar cómo han podido evaporarse miles de millones, ¡total lo pagarán los trabajadores con su futuro, su angustia, el sudor…!

Si el planeta no revienta a causa de la maldad y estupidez humana, dentro de un par de siglos los manuales de historia se referirán a nuestro tiempo como el de la estafa y los miserables…

Así, narrarán cómo una minoría parasitaria, codiciosa, sin escrúpulos, saqueaba a la mayoría. La mayoría debía despojarse de lo esencial para que la minoría pudiera seguir manteniendo su vida de vicios y lujos caros cuando los negocios le fracasaban. Algo muy habitual, pues casi todos carecían de talento y solo les espoleaba la depravación y la avidez.

A su vez, una casta de políticos inmorales servía los intereses de los anteriores a cambio de una pequeña tajada del botín.

Se permitía protestar a la mayoría, pero siempre que las protestas se canalizaran mediante las normas elaboradas por los inmorales servidores de aquella minoría parasitaria. Normas que, huelga aclararlo, se confeccionaban para evitar la efectividad de las protestas y conferir apariencia de legitimidad a aquella colosal estafa. Por eso, cuando la mayoría decidía protestar de forma eficaz, se la sancionaba y reprimía con total dureza, vulnerando los principios de aquel sistema que llamaban “democrático”.

La minoría parásita y los inmorales a su servicio reclutaban miembros para labores de matonismo contra la mayoría. Procedían de esa misma mayoría, pero se vendían barato a los intereses de los impúdicos y los parásitos…

No tengo la menor duda, dentro de unos siglos el devenir de nuestro tiempo se narrará del modo que ustedes acaban de leer. Queda por escribir el fin de toda esta historia… pero escribirlo o, más exactamente, reescribirlo, nos corresponde a personas como usted y como yo.

La ley de represión ciudadana del PP haría las delicias de Hitler y Stalin