martes. 23.04.2024

Susana cogió su fusil

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Después de tanto tiempo haciendo sin hacer campaña, el domingo pasado, Susana Diaz nos regaló a la vista y al oído un gran acto de lanzamiento de su, al fin, candidatura a la Secretaría General del Partido Socialista Obrero Español y, aunque su explicitación pública deberá esperar, su candidatura a la Presidencia del Gobierno en las venideras elecciones generales.

Por si el título de este artículo pudo alarmar a algún lector, permítaseme aclarar que es ajena a mi intención imaginar a la compañera Susana en pie de guerra, sino que me ocurrió recordar la novela y el film “Johny cogió su fusil”. El personaje, soldado en la Gran Guerra, arrancadas sus extremidades y privado de todos los sentidos, inicia una desesperada lucha contra la guerra y en defensa de la eutanasia.

La imagen de Johny, verdadero desecho de la guerra y limitado hasta el extremo para cualquier tipo de comunicación, se me asoció a la situación actual del PSOE y  a ello atribuyo la carga dramática de la intervención de Susana Diaz en ese acto.

Debo admitir, pensándolo mejor,  que esa asociación de imágenes no tiene una fácil correspondencia. Primero porque Johny encarna  una crítica a la guerra y al sistema que desemboca en los desastres de aquella, mientras Susana escenificó un canto de alabanza a los pasados cuarenta años del Partido y sus protagonistas principales. En segundo lugar porque Susana anuncia un futuro de victoria como continuidad lineal y acrítica del pasado, mientras  Johny ve como única salvación el suicidio a través de la eutanasia.

Pero veamos las tesis principales del discurso de Susana Diaz para ver si descubrimos argumentos convincentes que nos permitan creer en ese futuro de gloria y de gobierno.

Se propone liderar el PSOE “para volver a las victorias y a los logros”. Pide ayuda y compañía porque:  “Quiero un PSOE que vuelva a ganar”.

Es evidente el valor asignado a la voluntad de triunfo para el logro de los objetivos perseguidos, por encima de todos los otros elementos que se entrelazan en los procesos políticos y que se concretan en determinados resultados electorales.

La siguiente anécdota puede venir al caso. Concurríamos a las elecciones municipales en Madrid con Miguel Sebastián a la cabeza y tuvimos una reunión, en Ferraz, con José Luis Rodriguez Zapatero. Allí nos dijo que si teníamos voluntad de ganar lo lograríamos. Perdimos otra vez. Por falta de voluntad y empeño no pasó.

La candidata se propone ganar las elecciones  para gobernar “no a cualquier precio”, porque “vamos a gobernar desde la victoria”, es decir como primera fuerza política (¿mayoría simple o absoluta?) y no quedar en manos de otros partidos.

Algún lector se preguntará si la lectura que hace  Susana Díaz del mapa político español es el que está en los parlamentos o sí piensa que se producirán cambios sustanciales que reduzcan drásticamente la pluralidad partidaria actualmente existente.

Por suerte nos ofrece una aclaración y, de paso, nos pone en guardia ante graves riesgos: “Una cosa es pactar y otra entregar el PSOE o imitar a otro partido”.

Lo malo es que la candidata siga aferrada a esquemas del pasado bipartidista que incluso en Andalucía ya no existe y el PSOE-A ha debido adecuarse a la nueva realidad de acuerdos parlamentarios  de variado cuño. Lo peor es la acusación velada de entreguismo a compañeros que estarían orientados a la subordinación o imitación de otros partidos. Desde estas humildes líneas le agradeceré que se lo haga ver, pues el señalamiento a “traidores” o “vende patrias” es uno de los recursos clásicos de todo populismo.

Afirmar tan enfáticamente que “Más allá del PSOE no hay una izquierda transformadora” y denostar cualquier planteamiento de búsqueda de acuerdos con organizaciones de izquierda (transformadoras o no) y de otras fuerzas progresistas o de cambio, que deberían ser consideradas como los aliados naturales en los escenarios más realistas de posibles gobiernos socialistas, es condenar al PSOE al aislamiento o a su subordinación a las políticas e intereses de la derecha española.

A la hora de fijar las prioridades de su futuro gobierno tampoco ha sido muy generosa, parece que señaló tres: “lucha contra la desigualdad, el populismo y el nacionalismo”. Pido disculpas por la ironía, pero me parece haber escuchado a responsables del PP en la misma sintonía. No quisiera cansar al lector, enunciaré algunos temas: la lucha contra la desigualdad es el combate de los socialistas contra el sistema de producción, apropiación y concentración del excedente y todo el andamiaje jurídico, político, económico, ideológico y cultural que lo sustenta; es la defensa y desarrollo de la Sociedad del Bienestar. Al populismo se lo enfrenta no olvidando a todos aquellos millones de personas atropelladas por el sistema que asisten descreídas a la falta de respuestas de los socialistas, desde gobierno u oposición.

Y al nacionalismo (parece que la candidata sólo se refiere a los nacionalismos periféricos), a ambos, se los enfrenta trabajando por una reforma constitucional de corte federal que permita superar los sueños imperiales de la derecha posfranquista y las utopías insolidarias del separatismo.

Por no hablar de la Unión Europea, prioridad de prioridades.

La candidata pide ayuda a los militantes socialistas, “para que el PSOE vuelva a liderar un proyecto que se haga cargo de España” aunque no explicita que tipo de partido quiere para poder  ser un partido ganador y los convoca “A Ganar por España. Por el PSOE. Por los ciudadanos. A ganar”

Les dice también que: “Quiero el voto del que no tenga odio, del que no tenga rencor, para volver a ser lo que fuimos. Juntos.”  Parece no darse cuenta que para que haya quienes tengan odio o rencor, alguien tuvo que ocasionar daño y producir dolor.

Susana cogió su fusil