jueves. 28.03.2024

Necesitamos un momento estelar

Decía Bruto que un pueblo que antepone los intereses de los individuos a los de la comunidad es un pueblo indigno...

Decía Bruto que un pueblo que antepone los intereses de los individuos a los intereses de la comunidad es un pueblo indigno; que un pueblo que teme a los extranjeros no es un pueblo refinado; y que un pueblo que tolera gobiernos tiranos es un pueblo dormido o, peor aún, un pueblo muerto. Han pasado muchos siglos desde aquellas reflexiones y, sin embargo, en el seno de la misma Europa que alumbró a Bruto, algunos de sus pueblos incurren en los mismos vicios y defectos en que incurrió una República romana decadente y corrompida que dio paso a siglos de gobiernos autoritarios revestidos de potestad imperial.  

Parafraseando la famosa obra de Stefan Zweig (Momentos estelares de la Humanidad), en España necesitamos un momento estelar. La crisis económica ha desvelado actuaciones particulares que promovían intereses corporativos obviando los intereses generales. Así, administraciones públicas y partidos se embarcaron en una vorágine especulativa con ilimitada financiación bancaria que desplegó por España auténticos despropósitos urbanísticos y megalómanas infraestructuras, que engordaron las cuentas de políticos, empresarios y banqueros, y que ahora arruinan para generaciones futuras las cuentas públicas de pueblos y ciudades. Toda esa burbuja infló las expectativas de trabajo en España, atrayendo a nuestro país a algún millón que otro de extranjeros que, con o sin papeles, trabajaron, vivieron y consumieron entre nosotros, facilitando un crecimiento económico y fiscal sin precedentes, del que todos, extranjeros y españoles, nos hemos beneficiado. Ahora, una vez pinchada la burbuja, aumentado el paro hasta cifras irrespirables, y reducidos nuestros derechos, prestaciones y renta per cápita hasta alguna década pasada, nos hemos dado un Gobierno que, alzando la voz sobre los destrozos que causa, miente diciendo que se ha mantenido el Estado del bienestar y que ya comienza la recuperación; un Gobierno que, aprovechando el estado catatónico que causa la crisis, anuncia legislaciones restrictivas de derechos que creíamos ya asentados.

El panorama es desolador: millones de parados, cientos de miles de desahuciados, miles de jóvenes bien formados huyendo de España, gente a las puertas de supermercados para llevar a casa comida casi caducada, gente rebuscando en los cubos de basura algo que cubra alguna necesidad básica, miles de enfermos dependientes despojados de ayudas recientemente concedidas, miles de enfermos crónicos expulsados de la financiación de sus caros medicamentos, miles de extranjeros sin papeles desatendidos en atención primaria, miles de niños desnutridos asistiendo a duras penas a sus colegios, miles de estafados por las preferentes, miles de jubilados recortando sus últimos años de complacencia por tener que ayudar a sus hijos y nietos… ¿Qué bomba ha caído sobre España?

El panorama es más desolador aún cuando a ese escenario de guerra se contrapone el protagonizado por cientos de imputados en procesos de corrupción bancaria, otros cientos de imputados en procesos de corrupción política, un partido que gobierna parapetado tras una trama de financiación oscura, jueces perseguidos por intentar encontrar en las leyes algo de justicia para tanto estafado y olvidado, miembros relevantes de instituciones públicas pillados con las manos en la caja, equipos de fútbol donde se han lucrado directivos y jugadores a costa de evadir impuestos y deber millones de euros a las arcas públicas, infantes consortes e infantas enamoradas lucrándose de presupuestos públicos inflados, cajas y bancos de rapiña rescatados con dinero público que ya no devolverán, kilómetros de autopistas arruinadas a la espera de otro rescate público, prospecciones petrolíferas que anuncian un improbable maná y que arruinarán ecosistemas emblemáticos, cientos de empresas vendiéndose al mejor postor extranjero, dinosaurios urbanísticos a la espera de ocupación foránea elitista, fábricas de la marca España cerrando y anunciando despidos…

Todo el régimen político y socio-económico que diseñó la Constitución de 1978 se cae a pedazos, corrompido y arruinado por culpa de una crisis que ha desnudado las miserias de nuestra clase política, bancaria, empresarial, sindical y judicial. Casi ninguna institución se salva, todas son frágiles ante el asalto de la corrupción. Como defienden algunas formaciones políticas (Podemos, La Izquierda, Equo, Constituyentes, Republicanos, Izquierda Unida…), el régimen nacido de la transición del 78 hay que resetearlo y reformarlo de los pies a la cabeza. ¿Qué mejor ocasión que ésta, aprovechando tres tormentas perfectas: la sucesión a la Corona, el derecho a decidir de Cataluña y los jirones que ha dejado en el sistema político la crisis económica y la corrupción? ¿Por qué nos dicen que son necesarias reformas estructurales en la economía y callan que también serían necesarias en la política? ¿Acaso un nuevo sistema económico puede prosperar sin un nuevo sistema político? Vayamos a un proceso constituyente donde los españoles decidan, primero, si quieren monarquía o república y, después, si quieren Estado autonómico o federal. Únanse todas las formaciones políticas y sociales que demandan ese proceso constituyente y salgamos a nuestra plaza Tahrir o a nuestro Maidán, que está esperando un impulso definitivo.

En contadísimas ocasiones los españoles hemos encontrado en nuestros representantes políticos la misma sintonía y fuerza para impulsar cambios radicales en nuestro sistema político, cambios que trajeron luz, ilusión y prosperidad. Solo en el período de las Cortes de Cádiz (1810-1814), la Segunda  República (1931-1936) y la Transición (1975-1979) nuestros políticos estuvieron a la altura de las circunstancias y concitaron el apoyo mayoritario del pueblo para acometer reformas políticas estructurales. Eso es lo que necesitamos ahora, de nuevo, y la primera batalla debería comenzar en las próximas elecciones europeas, pues hoy, igual quizá que en 1808, España se enfrenta a una pérdida de soberanía, que la une a los países periféricos del euro. Si entonces algunos países europeos se sometían al imperio napoleónico, hoy algunos países europeos se someten al imperio neoliberal del euro-norte.

Nada en la Unión Europea cambiará si los países del euro-sur no hacen un frente común contra la troika (CE, BCE, FMI) y el austericidio. ¿Qué proponen los partidos de izquierda que se presentan a las elecciones europeas en este sentido? ¿Dónde están las propuestas de armar ese frente común del euro-sur en el Parlamento y en el Consejo europeos? No encuentro en la izquierda europea propuestas decididas en este sentido, solo propuestas genéricas que apelan al cambio de mayorías en los países del euro-sur o en el Parlamento Europeo, pero nada con respecto a hacer del euro-sur un frente común contra el euro-norte, lo cual me hace sospechar que la izquierda moderada y progre ha decidido someterse a la dictadura de los mercados y la troika sin hacer mucho ruido. Ahora que me doy cuenta, el momento estelar lo necesita no solo España sino también  el sur de Europa y toda la Unión Europea.

Necesitamos un momento estelar