sábado. 20.04.2024

El trabajo y la felicidad

Leo a Thoreau y me maravillo ante la extraordinaria vigencia de sus palabras del siglo XIX, de su discurso en defensa de la sencillez de la vida.

Leo Walden, de Thoreau, y me maravillo ante la extraordinaria vigencia de sus palabras del siglo XIX, de su discurso en defensa de la sencillez de la vida frente a los complejos convencionalismos impuestos por la, entonces incipiente, sociedad de mercado. Esa concepción de la vida que, más de siglo y medio después, hemos llevado al extremo, confirmando los peores augurios de quienes ya entonces alertaban de los peligros del capitalismo, de la trampa que supone reducir la existencia a un mero valor productivo, donde el individuo acaba atrapado en la paradoja de verse obligado a emplear todo su tiempo (su vida) en trabajar, con el único fin de poder satisfacer sus múltiples y artificiales necesidades de consumo. Para Thoreau, el tiempo es el verdadero valor de las cosas, no el dinero. El tiempo para uno mismo, para disfrutar de la vida y buscar la felicidad, como diríamos con la jerga de nuestros días, de una forma sostenible. “La idea de dedicar la mejor parte de la vida a trabajar y ganar dinero, y disfrutar sólo más tarde de una dudosa libertad durante la peor parte de la misma, me recuerda a la historia de aquel inglés que se fue a la India a hacer fortuna para volver después y llevar una vida de poeta. Debería haberse subido directamente a la buhardilla”.

En estos tiempos en los que, para tanta gente, tener un empleo ni siquiera es garantía de una digna supervivencia, las reflexiones de Thoreau cobran si cabe mayor relevancia, porque hemos llegado a un punto en el que esa sana intención de ganarse uno la vida, como se suele decir, o la excusa más frívola de nuestra mentalidad consumista, ya no justifican (si es que alguna vez tuvieron justificación) las largas y arduas jornadas laborales que devoran el tiempo (la vida) de millones de personas. Thoreau entiende la sumisión al trabajo como una forma de esclavitud (el trabajo basura que hoy pretenden vendernos -a granel ¡pero sin populismos! en tiempo de promesas electorales- con ese “¡Mejor esto que nada!”, sin duda lo es), y su receta para recuperar la libertad consiste en un acercamiento a la naturaleza, en la búsqueda del placer y del ocio en las cosas sencillas de la vida y en un cambio de mentalidad respecto a la función social del trabajo, “Según he observado, el objetivo principal de la industria de la moda no es que la humanidad pueda vestir bien y de forma honesta, sino que las empresas se enriquezcan cuanto sea posible”. ¿Les suena de algo?

El trabajo y la felicidad