viernes. 26.04.2024

Sraffa y la metafísica de la economía

A propósito  de una nota de Antonio Mora Plaza aparecida en la Revista digital Nueva Tribuna – Madrid el 4/11/2011.  -  A.M.

A propósito  de una nota de Antonio Mora Plaza aparecida en la Revista digital Nueva Tribuna – Madrid el 4/11/2011.

 -  A.M. Plaza plantea la necesidad de desarrollar “nuevos y alternativos esquemas de   pensamiento para modificar para bien esa cosa que llamamos realidad económica”

 - Propone “… el desarrollo de unos nuevos fundamentos a partir de Sraffa y, en concreto, a partir de su corto pero singular y extraordinario libro “Producción de mercancías…”.

 - Sostiene que “Sólo a partir de lo escrito por el turinés –porque su obra no es suficiente per se para una alternativa a los esquemas marginalistas y/o prekeynesianos actuales- es, en mi opinión, una semilla saludable para unos nuevos fundamentos de una nueva teoría y política económica”.

I - Fundamentos del análisis de Sraffa en su obra “Producción…”

1º) La realidad como fuente de datos.

      “Sraffa parte de la realidad, de toda la realidad… no sólo parte de toda la realidad sino que toma los datos de ella directamente ¡No puede haber mayor realismo en un modelo! ¿Cuál es esa realidad de la que parte Sraffa? “… el conjunto de todos los medios de producción, de todos los productos finales, de todos los precios y de todos los inputs de trabajo. Hace excepción con las dos variables que son, en realidad, objeto de su trabajo: salarios y ganancias, es decir, del conjunto del excedente”  Estos son los datos de los que parte Sraffa y que son “los mismos –agrupados o agregados de otra forma- de los que parte Leontieff y sus tablas Input-output”.

2º) El excedente económico es el centro de su sistema

¿Qué es el excedente en Sraffa? “…es lo que le queda de la producción tras reponer los medios de producción en un período para volver a comenzar el ciclo productivo siguiente”.

Sraffa “No se para a definir exactamente los sujetos sociales a los que se destina (el excedente); tampoco las relaciones sociales que hay establecidos entre ellos. Esta tarea “…ya lo hicieron sus predecesores clásicos y Marx. Ese trabajo ya estaba hecho, para qué repetirse”.

3º) Interdependencia entre sectores

“En el modelo de Sraffa la interdependencia es fundamental para establecer relaciones entre las variables monetarias del sistema: precios, ganancias y salarios, y no siempre un aumento de una lleva necesariamente a la disminución de la otra, precisamente porque resultan fundamentales las relaciones entre medios de producción y trabajo de los diversos sectores objetos de comparación, de los que suministran medios a éstos y de todos los sectores de la economía trasladados en el tiempo; también porque resultan determinantes estas relaciones para el sector cuyo producto tomamos como numerario”.

4º) Formación de los precios.

Para Sraffa los precios se forman a partir de lo que hacen “… todos los comerciantes y empresarios de todo el mundo: añadir un margen a los costos para obtener los precios de venta. Esa es la tasa de ganancia para Sraffa”.

5º) Supuesto sobre rendimientos.

Sraffa no hace ningún supuesto sobre ningún tipo de rendimiento. Pero esto no es algo meramente técnico “… forma parte del núcleo duro de la pretendida fundamentación del análisis económico de raíz sraffiana”. El no hace ninguna hipótesis sobre rendimientos “…supone que el modelo sraffiano trabaja con una libertad sobrecogedora, porque no considera vital para esos fundamentos las relaciones reales e insoslayables entre los medios de producción que se emplean y los productos finales que se obtienen”.

6º) El capital como trabajo fechado.

¿Qué es el capital para Sraffa? “El capital es el conjunto de los medios de producción que alguna vez han sido producidos, lo ha sido por obra de la mano del hombre. Ningún extraterrestre ha hecho el trabajo por nosotros, nadie nos lo ha regalado. Es algo tan de sentido común que cuesta explicar lo evidente, al igual que no hay que dar demasiadas explicaciones a las hipótesis en la geometría o, en general, en las matemáticas: las hacemos porque queremos, porque avizoramos finales interesantes, significativos, útiles, bellos estéticamente”.

7º) Distribución del excedente y conflicto social.

¿Qué determina la distribución del excedente entre salarios y ganancias?

Sraffa no dice nada al respecto, pero está implícito: “… la lucha de clases. Por supuesto que el italiano no menciona esa expresión en toda su obra ni nada que lleve a ella, pero permanece implícita”.

8º) Inexistencia de decisiones de maximización.

“No es sustancial al modelo de Sraffa la optimización en las decisiones de los consumidores y de los productores”.

9º) Producción conjunta.

“… una empresa puede producir múltiples mercancías –hoy diríamos bienes y servicios- y donde un mismo producto puede ser producido por cualquier número de empresas”.

 

II – Sraffa versus Marginalismo.

1º) Ni A. Marshall, con su equilibrio parcial de corto y largo plazo, ni los modelos explicativos marginalistas previos a Walras, parten de la realidad.

2º) Los marginalistas no reconocen excedente alguno producido por la economía. Operan con lo que denominan asignación eficientes de los recursos y la determinación de los precios por los mercados en su movimiento de oferta y demanda.

3º) No hay en Sraffa escisión entre micro y macroeconomía como en los marginalistas, describiendo la primera la empresa y el mercado, ocupándose la segunda de las variables agregadas: Consumo, inversión, exportaciones, ingreso público, gasto público, salarios, empleo, etc. 

4º)  Para el marginalismo los precios son formados por los costos marginales incorporados a los costos totales. Nada de esto hay en Sraffa.

5º) El marginalismo concibe rendimientos constantes a escala.  Sraffa se desentiende de este presupuesto.

6º) Para el Marginalismo el capital es un “factor” de producción equiparado a los otros dos: tierra y trabajo. 

7º) Lo que determina la distribución de lo producido entre los sectores sociales son sus productividades marginales. Para Sraffa no existe tal cosa.

8º) Para el Marginalismo es sustancial la conducta maximizadora de los “agentes” en la toma de decisiones: consumidores maximizan funciones de utilidad, y productores maximizan funciones de ganancias (producción). En Sraffa no hay funciones para maximizar.

9º) No existe tal cosa como: una empresa que produce sólo un producto o servicio tal como lo presenta el Marginalismo con sus costos y productividades marginales.

Es a partir de estas bondades y ventajas de la obra de Sraffa, en relación con las deficiencias de todo tipo que muestra el Marginalismo, que A.M.P. sostiene la necesidad de desarrollar “nuevos fundamentos” para una nueva teoría y una nueva política económica descartando definitivamente a la economía vulgar neoclásica.

III - Sraffa y Marx

Economía Política: tiene por objeto el análisis de las formas sociales de la producción de mercancías (K. Marx,  “Grundrisse”, Siglo XXI, Bs. as. 1971, II, p. 425)

“El proceso capitalista de producción no es meramente producción de mercancías. Es un proceso que absorbe trabajo impago, que convierte los medios de producción en medios para succionar trabajo impago”  (K. Marx, “Capítulo VI inédito”, Ediciones Signos, Bs. As. 1971,p. 84).

…los economistas burgueses, enredados en las ideas capitalistas, ven sin duda cómo se produce dentro de la relación capitalista, pero no ven cómo se produce esta relación…”  (K. Marx, “Capítulo VI inédito”, p. 106 y “ Miseria de la Filosofía”, S. XXI, p. 85).

1º) “Sraffa parte de la realidad, de toda la realidad… El modelo de Sraffa no sólo parte de toda la realidad, sino que toma los datos de ella directamente ¡No puede haber mayor realismo en un modelo!

a) No parte de la realidad;

b) No parte de toda la realidad;

c) No toma los datos directamente de ella;

a) Sraffa no parte de la vida activa y dinámica de los individuos que se relacionan y producen en la sociedad burguesa; no parte ni se propone penetrar e indagar ese movimiento histórico de las relaciones de producción dominado por el capital, del que las categorías no son sino la expresión teórica. Desde el momento en que sólo se quiere ver en esas categorías el aspecto puramente formal y cuantitativo, no hay que extrañarse, pues, que se caiga  en un mundo abstracto. ¿Qué otra cosa es este modo lógico de proceder que borra a cada instante aquello que constituye las especificidades de un objeto hasta culminar en un concepto amplio, general, supuestamente vacío de sus “accidentes” y rasgos peculiares sin referencias sociales, históricas, particulares? ¿Qué otra cosa son “medios de producción”; “productos finales”; “precios”; “inputs de trabajo; “excedente”, etc.?”. Parte Sraffa, pues, no de las relaciones reales del capitalismo sino de sus expresiones teóricas que  para él constituyen el resumen condensado de la “depuración” de los accidentes y rasgos que lo caracterizan, de modo que le permiten alcanzar su objetivo de una “economía como ciencia estricta”. 

b) No parte de toda la realidad. Parte de sólo el proceso de circulación del capital como reproducción y se dedica a un tema: el de la distribución del excedente como plusproducto entre salarios y ganancia. No examina lo determinante de la sociedad del capital: el proceso de producción a partir de la relación entre Tw/K, trabajo vivo/trabajo inerte, que no es sólo producción de mercancías, sino producción en una relación específica entre trabajo asalariado y capital, que en su movimiento produce y reproduce las relaciones sociales que lo sostienen y a sus portadores como clases antagónicas. (Cfr. Azcurra, F.H. “Plusvalor y Excedente”, Ediciones Cooperativas, Bs. As. cap. 11).

c) Sraffa en ningún momento toma “los datos directamente de la realidad”. Sraffa desarrolla un planteo teórico por lo que su análisis procesa datos que ya han dejado de ser tal para transformarse en conceptos ¿qué sino son “medios de producción”; “productos finales”, etc.? No hay pues “mayor realismo en un modelo”, el modelo ya no es “real” sino una simplificación abstracta. No es esto lo censurable, sino que se lo quiera presentar como modelo que muestra su relevancia “empírica”.

2º) El excedente es el centro de su teoría. Así es. Al deshacerse de los sujetos sociales, esto es, de quienes, cómo, en qué estructura de producción real se genera el excedente, puede dedicarse a considerarlo como el objeto “natural” central de la economía.

a)  El excedente como categoría general muestra la lógica defectuosa (metafísica) de esta modalidad de pensamiento. Está definido como la producción de “la” economía en más del mínimo necesario para el reemplazo que deberá ser distribuido para poder recomenzar el ciclo en períodos siguientes. (Sraffa, “Producción…” p. 21). Al hacer abstracción de los rasgos específicos de las diferentes modalidades sociales de producir el excedente, llega al excedente como algo abstracto, al excedente puramente general y formal, pero como no puede desprenderse, a pesar de todo, de un contenido empírico, debe contener una referencia a su estado actual de excedente como producto de ésta sociedad en el momento de la distribución.

b) Ahora bien este excedente así definido no refleja las particularidades de ser excedente capitalista (plusvalor como plusproducto), tal modalidad de definición es asimilable a formaciones, esclavistas y feudales y de cualquier sociedad que produjera más de lo que necesita para la subsistencia. El excedente, desde el punto de vista de los valores de uso y/o consumo no es otra cosa que plusproducto, así considerado, es por tanto igual en todas aquellas sociedades. La particularidad en Sraffa está en su distribución bajo la forma de salarios y ganancias, pero sólo como eso: novedad distributiva. Lo principal es su “generalidad” como abstracción no su especificidad histórica.    

c) Sraffa no aborda los sujetos sociales a los que se destina el excedente ni las relaciones sociales establecidas entre ellos, y  no porque “ese trabajo estaba hecho”,  como dice Mora Plaza, sino porque no entra en el horizonte de su lógica y de su teoría. “Para qué repetirse” afirma Mora Plaza, pero es que aceptar esto ¿no sería enfrentarse con el análisis de Marx en torno de tales relaciones reales, o sea del antagonismo de clase? Y esto es precisamente lo que Sraffa repugna en Marx.

3º)El modelo de Sraffa estudia el conjunto de todas las empresas y de los bienes y servicios en su mutua interdependencia… En el modelo de Sraffa la interdependencia es fundamental para establecer relaciones entre las variables monetarias del sistema: precios, ganancias y salarios…”

Congruente con su lógica que exige la “descontaminación” (“depuración”) de los conceptos de su fuente real en las relaciones sociales entre las clases, no podía ser  sino que la “mutua interdependencia” no se tratara de aquellas  relaciones sino de las “variables monetarias”. Las cosas (empresas, bienes, servicios) se mueven por sí mismas, tienen vida propia, muestran iniciativas, etc. y toman la forma de “variables”. Esto es en verdad fetichismo, animismo, no ciencia como creen los sraffianos tan antimetafísicos como se muestran. Además es necesario recordar que la economía vulgar al estilo J-B- Say y la de la escuela neoclásica también tienen en cuenta las “acciones recíprocas” de los fenómenos económicos, no será aquí esto una especial diferencia entre Sraffa y el marginalismo sino más bien una similitud.

4º) Los precios.  Sraffa, según Mora Plaza, parte de reconocer lo que “… hacen todos los comerciantes y empresarios del mundo: añadir un margen a los costos para obtener los precios de venta”. A. Roncaglia, dice que “Los precios de producción estudiados por él (Sraffa) son sencillamente aquellos que, para niveles dados de actividad, corresponden a un tipo de beneficio uniforme en todas las industrias… es un tipo de beneficio contable…” (A. Roncaglia, “Sraffa y la teoría de los precios”, Pirámide, Madrid, 1980, p. 14). Esta es otra modalidad de determinación de los precios diferente del de Marx basado en un cálculo en términos de valor de c + v + g, siendo g la tasa de ganancia uniforme, pero no parece constituir una “teoría de los precios” ya que según Mora Plaza lo que hace Sraffa es partir de lo que hacen los comerciantes y empresarios de todo el mundo, o sea, parte de un hecho práctico no lo explica.

6º) El Capital. “Para Sraffa el capital es solo trabajo fechado”. “El capital, es decir, el conjunto de los medios de producción que alguna vez han sido producidos, lo ha sido por obra de la mano del hombre. Ningún extraterrestre ha hecho el trabajo por nosotros, nadie nos lo ha regalado. Es algo tan de sentido común que cuesta explicar lo evidente”. “El capital es sólo trabajo fechado, un mero instrumento de trabajo que ya incorporó a su vez trabajo en su producción en el pasado” 

 De modo que el capital es concebido: 1º) como trabajo acumulado (trabajo que ya incorporó a su vez trabajo en su producción en el pasado);  2º) como cosa no como relación (un mero instrumento de trabajo)

1º) Trabajo acumulado: “Cuando se dice que el capital “es trabajo acumulado (realizado)” –hablando con propiedad trabajo objetivado – que sirve de medio al nuevo trabajo (producción), se toma en cuenta la simple materia del capital y se prescinde de la determinación formal, sin la cual no es capital. Equivale a decir que el capital no es sino instrumento de producción, pues en el más amplio sentido, antes de que un objeto pueda servir  de instrumento, de medio de producción, es necesario apropiárselo mediante una actividad cualquiera, aunque sea un objeto suministrado íntegramente por la naturaleza, como por ejemplo las piedras. Según lo cual, el capital habría existido en todas las formas de la sociedad, lo que cabalmente es a-histórico. Conforme a esta tesis cada miembro del cuerpo sería capital, ya que debe ser no sólo desarrollado sino también nutrido y reproducido por la actividad, por el trabajo, para poder ser eficaz como órgano. El brazo, sobre todo la mano, serían capital, pues. El capital sería un nuevo nombre para una cosa tan vieja como el género humano, ya que todo tipo de trabajo, incluso el menos desarrollado, la caza, la pesca, etc., presupone que se utilice el producto del trabajo precedente como medio para el trabajo vivo e inmediato. Otra determinación de la definición citada más arriba es que se abstrae totalmente la sustancia material de los productos y se considera al trabajo pasado como su único contenido (sustancia). De igual modo se hace abstracción del objetivo determinado, específico, para cuya formación este producto debe servir ahora nuevamente como medio, y en calidad de objetivo se establece tan sólo una producción en general. Todo esto aparenta ser únicamente la obra de la abstracción, que es igual en todas las condiciones sociales y que sólo lleva más adelante el análisis y lo formula de manera más abstracta (más general) de lo que hasta entonces solía ocurrir.  2º) Capital como cosa: “Si de este modo se hace abstracción de la forma determinada del capital y sólo se pone el énfasis en el contenido, que como tal es un momento necesario de todo trabajo, nada más fácil, naturalmente, que demostrar que el capital es una condición necesaria de toda producción humana”  (énfasis de Marx). Se aporta la prueba correspondiente mediante la abstracción de las determinaciones específicas que hacen del capital el elemento de una etapa histórica, particularmente desarrollada, de la producción humana. El quid de la cuestión reside en que, si bien todo capital es trabajo objetivado que sirve como medio para una nueva producción, no todo trabajo objetivado que sirve como medio para una nueva producción, es capital. El capital es concebido como cosa, no como relación. (énfasis de Marx)… El capital no es una relación simple, sino un proceso, en cuyos diversos momentos nunca deja de ser capital”

De manera que “Cuando se dice que el capital es “trabajo acumulado”  que sirve de medio al nuevo trabajo (trabajo fechado de Sraffa) se toma en cuenta la simple materia del capital y se prescinde de la determinación formal, sin la cual no es capital. Equivale a decir que el capital no es sino instrumento de producción, pues en el más amplio sentido, antes de que un objeto pueda servir de instrumento, de medio de producción, es necesario apropiárselo mediante una actividad cualquiera, aunque sea un objeto suministrado íntegramente por la naturaleza, como por ejemplo las piedras. Según lo cual, el capital habría existido en todas las formas de la sociedad, lo que es cabalmente ahistórico” (Cfr. Marx Grundrisse, I, pp. 196-198)

¿Qué es esto? Pues la consecuencia de la hipostatización (sustantivación) de las abstracciones a partir de lo inmediato (forma de aparición). ¡Qué cosa tan de sentido común  y tan evidente al punto de que cuesta explicarlo! El capital como trabajo es algo de todas las sociedades y todos los tiempos porque “ningún extraterrestre ha hecho el trabajo por nosotros”  por eso se puede reducir todo a “trabajo fechado” ¿qué tipo de trabajo? ¿en qué específicas relaciones de producción? ¿hasta qué época retroceder con la datación? Nada se dice al respecto ¡he aquí un resultado de la “depuración” de los conceptos de su base social e histórica! Por supuesto que finalmente en toda sociedad hubo que trabajar: de este modo se pierde la especificidad. ¿Por qué? Porque el concebir la economía teórica como un sistema matemático exige “despojarse” inevitablemente de las propiedades sociales e históricas de las cuales surgen, para resolver sólo las ecuaciones bajo las que se presenta el modelo. Esto es pensar la economía desde la matemática, no usar ésta para exponer  conceptos económicos con rigurosidad,  es una consecuencia inevitable del trastrueque de objeto y método.

 Compárese esta “evidencia de sentido común” con otra advertencia de Marx (Grundrisse cit., I, p. 273): Es necesario desarrollar con exactitud el concepto de capital, ya que el mismo es el concepto básico de la economía moderna, tal como el capital mismo –cuya contrafigura abstracta es su concepto- es la base de la sociedad burguesa. De la concepción certera del supuesto fundamental de la relación, tienen que derivar todas las contradicciones de la producción burguesa, así como el límite ante el cual ella misma tiende a superarse”. 

Y agreguemos aún: “La concepción del capital que atiende únicamente a su aspecto material, a su calidad de instrumento de producción, prescindiendo totalmente de la forma económica que convierte al instrumento de producción en capital, hace que los economistas se extravíen en dificultades de toda índole… Aquí, pues, el capital coincide totalmente con el instrumento de producción en sentido tecnológico, conforme a lo cual cualquier salvaje es un capitalista”  (Grundrisse, II, p. 93). Eliminada la forma social de producción por la cual un instrumento, una herramienta, una máquina, es capital ¿qué queda? Pues queda el ser un mero instrumento, una mera herramienta y una mera máquina: ¡son cosas! ¿por qué, pues, no se los denomina directamente e inmediatamente “herramientas”, “instrumentos”, “máquinas”, etc.? o ¿por qué no se dice de cada uno de ellos “son sólo trabajo fechado”? Pues porque son en verdad “capital”, o mejor dicho, cada una de esas cosas dejan de ser tales en lo inmediato para mutar en “capital” como resultado del producto del trabajo bajo una forma social específica de producción dominada por la clase empresarial en la que el trabajo es asalariado y no esclavo o servil. Como se ve estamos ante una metafísica positivista vulgar e ingenua de la economía, pero A. Mora Plaza parece no tener idea de esto porque él no se detiene ante minucias metafísicas, sociológicas y/o institucionales. (?)

7º) Sraffa no tiene ninguna teoría sobre la determinación de la distribución entre w y g. Afirma Mora Plaza que sin embargo “… es fácilmente deducible por omisión: la lucha de clases. Por supuesto que el italiano no menciona esa expresión en toda su obra ni nada que lleve a ella, pero permanece implícita”.

¡Esto no puede ser aceptado! Sencillamente porque ¡no es cierto que tal “hecho social real” esté implícito! Va contra toda la lógica de la obra y pensamiento de Sraffa. De la misma manera puedo afirmar que lo implícito es: “la colaboración y armonía” de las clases en torno de la distribución en pro del “bien común” y esto no alteraría para nada el análisis de Sraffa sobre el tema dado que las clases involucradas se enfrentarían en discusiones y situaciones que no anularía la diferencia de intereses pero que estarían sí absorbidas por la finalidad “solidaria” que exige el reparto del plusproducto. También es posible que intervenga (¡como interviene!) el Estado estableciendo la distribución por decreto o por ley: el excedente siempre se distribuirá en diferentes magnitudes proporcionales sea por lucha sea por acuerdos sea por imposición estatal.

Pero aun más, aceptando que el w y la g constituyen fracciones o magnitudes del excedente como Sraffa lo presenta, la lectura apropiada que se desprende de tal posición es la eliminación  del carácter específico de la relación capitalista de producción, esto es, la compra de Ft (trabajo vivo) por el K como una inversión variable por parte del patrimonio dinerario de la clase capitalista, queda oculto por tanto el hecho que la clase trabajadora está excluida de la propiedad del producto y  tenga por tanto que re-adquirir constantemente una parte de su propio producto a cambio de su trabajo vivo para el capital. De esta manera, la clase trabajadora puede ser concebida actuando cual si fuera empresaria y que como tal le correspondiera  una parte del excedente por ser propietaria copartícipe en la apropiación del plusproducto. En lugar de clase explotada se la equipararía de este modo a clase explotadora como la capitalista. Se tendría de esta manera un capital como fetiche  y como cómplice un trabajo también fetiche. (Cfr. K. Marx, “El Capital”, Siglo XXI, Bs. As. 1975, Libro I, vol. II, cap. XVI, p. 648).

A. Mora Plaza podrá argumentar que esta explicación es “forzada” ya que nada hay en Sraffa en tal sentido. Y sería cierto, pero es tan forzada como aquella que da “por implícito” en él la “lucha de clases”. No obstante subrayaremos que la lectura que hacemos no nace de un capricho personal sino de lo que ha elaborado Sraffa al poner por “razones matemáticas” al trabajador en el mismo nivel que el capitalista aprovechando ambos el excedente y aún podrá Plaza señalar que incluso en este caso no habría que excluir el “conflicto” por el reparto que es lo que interesa: pero no es así, la lucha de clases entre trabajadores y capitalistas es mucho más que “esperables disensos” entre capitalistas por repartirse en diferentes proporciones lo que otros han creado.    

Es posible advertir entonces que la fijación de w y g seguirá siendo exógena pero no es lo mismo una u otra causal en los hechos reales de la oposición trabajadores/capitalistas. Los sraffianos que adoptan esta posición sobre el tema no son pocos y consideran que esto los acerca y valoran a Marx; de ninguna manera es cierto esto. “Intuyen”, “huelen” que el matematismo de Sraffa y la modalidad ecuacional de pensar  y presentar su modelo los ha llevado a una estratósfera analítica y entonces pretenden volver a lo real y ahora sí “poner los sujetos” desde afuera y cuando las formulas se lo permiten ¡porque el modelo tiene aquí un grado de “libertad sobrecogedora”!.  De modo que a lo real le es permitido  “entrar” en el modelo para validarlo (¡sic!) porque así guardaría relevancia empírica. A. Mora Plaza, precavido él, afirma al respecto que si la distribución fuera de carácter endógeno el modelo no sería “sraffiano”. ¿Sería obra  de “extraterrestres”? 

8º) Es claro que en Sraffa no hay nada de eso que conciben los marginalistas de tomar decisiones para maximizar funciones. Al no haber empresarios, ni trabajadores, ni empresas, ni sindicatos, i.e. nada de “sujetos sociales” no puede haber ni maximización ni minimización. ¿Quiénes son los protagonistas? , pues “las mercancías (hoy bienes y servicios) los sectores y los procesos, y no las empresas y los consumidores” (aquí  las palmas se las llevaría el marginalismo, porque aunque mal, al menos pretende guardar  una referencia a la realidad). ¿Qué es el capitalismo? “el conjunto de las relaciones intersectoriales de la economía”. “Y a los efectos económicos, para lo que llamamos economía, lo importante es lo que se produce y cómo se distribuye…” La cuestión en realidad es ¿Quiénes producen y cómo producen? No ¿qué se produce y cómo se distribuye? De manera que si preguntamos ¿cómo se crea lo que luego tendrá que ser distribuido?,  precisamente sólo la naturaleza específica de la relación entre trabajadores asalariados y capitalistas, o la differentia specifica del capital, es la que explica este proceso en el momento de producción y no de su distribución.  

En el análisis de Marx están los protagonistas centrales de la sociedad actual: capitalistas y trabajadores, es en ellos y su antagonismo que descansa la fuente de los conflictos y el origen de los conceptos, éstos expresan teóricamente situaciones de lo real. ¿Qué todo puede ser llevado a un modelo sencillo y preciso de carácter matemático? ¡Qué duda cabe! El problema no es la simplificación matemática. El problema es ¿qué se está estudiando y que leyes rigen el objeto real estudiado?

9º) Remate notable de la nota y de Sraffa: “En Sraffa se echa de menos una teoría –una explicación- de la producción, del mercado y de la asignación de recursos”. (?) Pero no sólo falta esto. No hay en Sraffa, él no se lo propuso sea dicho en verdad, teoría del ciclo, teoría de la inversión, teoría de la desocupación, teoría del interés, teoría de la acumulación de capital, etc.  Demasiados temas y teorías faltan en Sraffa, pero no sería justo achacarle tales faltantes; importa lo que realizó y sobre ello vale su estudio y la crítica. 

El gran discípulo de Sraffa, Luigi Ludovico Pasinetti, dice que “Falta completamente en Producción… cualquier referencia a un tipo de agente económico, falta más bien el propio agente económico; faltan las preferencias del consumidor; faltan hipótesis sobre el comportamiento del empresario y su elección de tecnología ante variaciones del nivel de actividad (tampoco se hacen hipótesis sobre sus rendimientos de escala). Sraffa no habla de concurrencia, no se refiere a empresas ni habla tampoco de Estado. Nada dice sobre modelos de comportamiento ni de órdenes institucionales. Hasta el tema de la distribución del ingreso, tan central en PMM, queda abierto a múltiples soluciones alternativas”  (L.L. Pasinetti, “Sraffa e la matematica: diffidenza e necessitá. ¿Quali sviluppi per il futuro?; Accademia Nazionale del Lincei, 11-12 febrero 2003) 

La finalidad de construir una nueva teoría económica sobre los fundamentos puestos por Sraffa en “Producción…”  hace a un lado el inmenso trabajo de Marx como si lo hecho por éste fuese descartable por inútil o lo que pudiere quedar en pie de su obra sea fácilmente integrable al superior pensamiento de aquél  (y  de ser esto así no se ve por ningún lado la obra de economista sraffiano alguno, o un conjunto,  que haya acometido tal tarea),  y además, descansa en la convicción de que la Economía Política con Sraffa ha alcanzado el status de ciencia estricta cual ciencia natural, y que como sostiene Mora Plaza hay que desarrollarla,  actitud completamente errada. ¿Nueva teoría económica sobre viejos y vulgares fundamentos? Ahora bien,  de lo que A.M. Plaza nada dice es de las coincidencias del análisis de Sraffa con el marginalismo. No es ésta una tarea inútil porque tales coincidencias existen. 

Sraffa y la metafísica de la economía
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